La oración peligrosa para maestros y para todos nosotros

Por Arzobispo Joseph E. Kurtz

Archbishop Joseph E. Kurtz
Archbishop Joseph E. Kurtz

Esta es la homilía que di a los maestros de escuelas primarias reunidos para la Misa de apertura de las escuelas el lunes, 10 de agosto.

En esta Misa, nos reunimos en oración por cada uno de nosotros y por los estudiantes cuyos padres nos han encomendado sabiamente a su cuidado y enseñanza. Damos la bienvenida especialmente a aquellos que estarán enseñando en nuestras escuelas católicas por primera vez este año. Que su enseñanza sea fructífera y gratificante.

Hoy es la fiesta de San Lorenzo, un diácono de principios de la Iglesia que murió como mártir en 258 A.D. San Lorenzo era muy conocido por ser un administrador de los fondos de la Iglesia para ser distribuidos entre aquellos que eran muy pobres. De acuerdo a la leyenda, el Emperador lo llamó y le dijo que no perseguiría a la Iglesia si San Lorenzo compartiera con él los tesoros de la Iglesia. San Lorenzo hizo una pausa y después preguntó si podría tener dos días para reunir los tesoros.

El santo diácono regresó a con el Emperador acompañado por la gente pobre de Roma – aquellos con discapacidades y deformidades, aquellos sin trabajo o un hogar, aquellos con lepra y toda clase de enfermedades, los viejos y jóvenes, los frágiles y los olvidados. Apuntando a ellos, San Lorenzo dijo; “¡su alteza, aquí están los tesoros de la Iglesia!” Él estaba haciendo eco de las palabras de Jesús quien apuntando hacia los olvidados de Su tiempo dijo, “Bienaventurados los pobres…” y de nuevo, “¡Aquel que reciba a un niño en Mi nombre, me recibe a Mí!”

Por toda la Arquidiócesis, buscamos escuchar estas palabras de nuevo. De hecho, es el niño en necesidad quien es el enfoque de la planeación que se realizado en el último año para asegurar que nuestras escuelas católicas se mantengan accesibles para todos. Todas nuestras 111 parroquias que se extienden desde el Rio Ohio hasta la frontera del estado de Tennesee, se reúnen a apoyar una evaluación especial anual para ayudar a las familias que anhelan por una educación católica, y hasta la fecha, mas de $5 millones de dólares serán otorgados para ayudar a estas familias. Las parroquias, inclusive aquellas sin escuelas católicas, acordaron en ayudar porque vieron al niño en necesidad y respondieron generosamente. (Para más información sobre estos esfuerzos, vaya a https://therecordnewspaper.org/stu
dents-to-receive-4-3-million-in-tuition-aid/.)

Ustedes son el San Lorenzo de estos días, sirviendo a los más necesitados. Es su vocación noble de enseñar con celo y alegría, todo dentro de nuestras maravillosas enseñanzas católicas. Algunos de ustedes pueden ser inspirados este año por lo que ha sido llamado “la oración peligrosa”. La oración peligrosa ha sido rezada a través de la historia de nuestra Iglesia. Es una oración simple, pero una que cambiará nuestras vidas. Aquí esta: “¡Señor, dame la persona que nadie más quiere amar!”

La persona que nadie más quiere amar es una persona de gran dignidad – un niño creado a imagen y semejanza de Dios. Sin embrago, esa dignidad puede ser escondida y necesita traerse al frente por el maestro amoroso y fiel que reza la oración peligrosa.

Por ejemplo, tome un billete de $50, si le preguntan si este billete tiene algún valor, responderíamos: “¡Claro, vale $50!” Si lo arrugara en una bola y lo arrojara al lodo y luego preguntara si aun tiene algún valor, la respuesta sería “¡Todavía vale $50!” Así es con un niño de Dios que ha perdido su frescura. El maestro de la oración peligrosa realiza un alcance a este niño, lo ayuda a sentirse pleno nuevamente y traer al frente esa dignidad.

La dignidad es tanto un regalo como una tarea. Es un regalo: sin importar la condición o circunstancias, cada estudiante permanece como un hijo precioso de Dios. Pero la tarea – la tarea del maestro – es de traer al frente esa dignidad. Cuando era chico y hacía algo mal, mi querida madre siempre me traía de vuelta a mis sentidos con una frase corta y poderosa: “Qué acabas de hacer”, todavía puedo escucharla decir, “¡estaba por debajo de tu dignidad!” Un buen maestro, preparado con la oración peligrosa, puede ser el canal de una dignidad restaurada para un estudiante con grandes necesidades. ¡Qué vocación tan noble!

San Pablo en la Segunda Carta a los Corintios nos llama a sembrar y a cosechar semillas abundantemente. Una precaución es que los maestros a menudo están en la posición de plantar semillas para que otros disfruten la cosecha, pero ese es su trabajo por el reino de Dios. En el Evangelio, Jesús comparte la naturaleza de la belleza del amor sacrificador que es su vocación como maestro “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto”. La sublime vocación de vivir no para sí mismo pero para otro es amar en verdad.

En su reciente libro publicado, Road to Character, el columnista del New York Times, David Brooks señala virtudes del reciente pasado que necesita ser resucitado en nuestra época. Él reflexiona en la tentación de nuestra moderna juventud hacia un nuevo narcisismo en donde todo es acerca de mí, y mi estima es tan grande e inadvertida que comienzo a creer que nadie es mejor que yo y que tengo poco que aprender. En lugar de la autoestima en esteroides, el hace un llamado al humilde respeto por sí mismo que dice: “¡Soy mejor de lo que solía ser!”

Los maestros que toman la oración peligrosa serán guiados a realizar un alcance, como maestros heroicos lo han hecho en el pasado, y mover a sus estudiantes, especialmente aquellos que parecen no ser amados, hacia amor y verdad en Jesucristo. La filósofa y convertida al cristianismo, Edith Stein, se volvió una monja de claustro, tomando el nombre de Hermana Teresa Benedicta de la Cruz. En 1942 ella sufrió una muerte de mártir, como San Lorenzo siglos atrás, en las manos de los tiranos Nazis. Conocida como alguien que buscó armonizar la fe y la razón (ciencia) una vez dijo: “¡No acepten nada como la verdad si carece de amor y no acepten nada como amor que carece de verdad!” Uno sin el otro se vuelve una mentira destructora.

Gracias, estimados maestros, por traer su celo y entusiasmo a sus estudiantes este año. Este año, pueden ustedes rezar la oración peligrosa: “¡Señor, dame la persona que nadie más quiere amar!” Que gentil y amorosamente lleven a sus estudiantes en la verdad en Jesucristo.

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