Vida en Cristo —
La riqueza e importancia de la música
en la liturgia de habla hispana

Rodolfo López

A menudo, mis colegas que sirven en el ministerio de la música, que no son de ascendencia hispana, describirán a a las presentaciones de los coros hispanos como festivos y enérgicos. Los sonidos que se producen en estas celebraciones litúrgicas reflejan la alegría de alabar a Dios como comunidad y también reflejan el dolor y la lucha que experimentan estas comunidades de migrantes mientras caminan juntos para encontrar una vida mejor para ellos y sus familias. No cabe duda que la música es un elemento profundo de la identidad de todas las culturas del mundo y, el mundo de hispano no es la excepción. Los sonidos que emanan de los equipos del ministerio de música hispana en las iglesias locales son alegres y bulliciosos y ayudan a contar la historia de fe que los une a todos como una comunidad de creyentes.

Lo que sorprende en la música litúrgica de habla hispana es la variedad y riqueza de la música que está disponible para el culto. Hay muchos factores que contribuyen a esta variedad y riqueza de estilos musicales, instrumentación y conjuntos para cada coro de habla hispana que alaba en las parroquias locales. Por supuesto, el origen nacional es uno de los factores más obvios. Cada parroquia en los Estados Unidos tiene grupos de inmigrantes de diferentes regiones de México, el Caribe y América Central y del Sur. Todos estos grupos tienen un vínculo común en su fe y en su idioma, pero cada uno tiene una influencia muy diferente en la forma en que se expresan con su música. En mi experiencia, todos estos grupos anhelan mantener elementos que les son familiares de sus países de origen. Junto con el idioma, las tradiciones relacionadas con la familia y las devociones religiosas, la música es uno de los elementos más importantes y visibles que pueden ayudar a traer algo del “viejo país” a esta nueva experiencia en los Estados Unidos.

Esta riqueza de expresión a través de una variedad de estilos musicales, por supuesto, es un gran beneficio para la expresión de fe de las comunidades locales que alaban a Dios. La riqueza y variedad de la música disponible realza la liturgia y permite que las comunidades se reúnan para celebrar y ser testigos de la grandeza de Dios y de su misericordia. En su misericordia, Dios nos dio la música para ayudarnos a expresar nuestro amor por Él y por el uno al otro. Se puede decir que cada comunidad, con su composición única de inmigrantes, se convierte en su propia entidad musical única. ¡Imaginense las posibilidades! ¡Y los retos!

Sin embargo, no podemos ignorar el hecho de que la formación musical en América Latina no está al alcance de la mayoría de la población. La música en América Latina es una disciplina que suele estar disponible para quienes tienen ingresos discrecionales disponibles para invertir en su propio futuro o en el futuro de sus hijos. Por lo tanto, la mayoría de los ministros de música rara vez tienen los ingresos para invertir en su desarrollo y aprenderán música fuera de las academias de música profesionales. En los Estados Unidos, la mayoría de las escuelas tienen algún tipo de programa de música en el que a los niños se les enseñan los fundamentos de la música y pueden pedir prestado un instrumento profesional para practicar en casa. Programas como estos no existen en los países latinoamericanos.

Es importante que la iglesia, junto con la diócesis local, desarrolle programas donde los ministros de música individuales puedan aprender los conceptos básicos de ser músicos litúrgicos, aprender a leer e interpretar música y desarrollar sus habilidades como vocalistas y coristas. También es importante que la iglesia exprese una postura firme y comprometida sobre la importancia de desarrollar ministros de música profesionales de por vida que sean bilingües y puedan servir a la iglesia en la creciente demografia de católicos hispanos. No hay duda de que el futuro de la iglesia en los Estados Unidos depende de las comunidades de inmigrantes latinoamericanos/hispanos.

Alabado sea Dios por la riqueza de la música en la liturgia hispana y por los muchos ministros de música en los Estados Unidos que dan de su tiempo, talento y tesoro para servir a sus comunidades.

Rodolfo López, Especialista de Eventos Hispanos de OCP.

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