En respuesta a solicitudes de editores de una muestra regular de comentario actual de toda la prensa católica, he aquí un editorial sin firma titulado “Viaje a Cuba es un que el papa Francisco preparó” de la edición del 30 de abril del Catholic New York, periódico de la Arquidiócesis de Nueva York.
La vista planificada del papa Francisco a Cuba antes de venir a Estados Unidos en septiembre es un suceso emocionante de muchas maneras.
Esta enfatiza la notablemente exitosa participación del papa en la activación de conversaciones orientadas a restaurar las relaciones diplomáticas plenas entre Estados Unidos y Cuba, relaciones que fueron cortadas en 1960 cuando Estados Unidos le impuso a Cuba un embargo comercial citando la represión de los derechos humanos después de la revolución marxista liderada por Fidel Castro.
Tanto el presidente estadounidense Obama como el presidente cubano Raúl Castro ofrecieron agradecimiento público por los esfuerzos diplomáticos personales del papa, que incluyeron escribir cartas personales a cada uno de los presidentes instando a las negociaciones y siendo anfitrión de una reunión secreta en el Vaticano el pasado otoño con representantes de ambos países.
Entre los frutos de esa reunión están un intercambio de prisioneros entre los dos países, incluyendo la liberación del estadounidense Alan Gross, que aplacó las tensiones considerablemente.
Como el primer papa de América Latina, el nativo argentino Francisco está sumamente consciente de las dificultades que surgen del distanciamiento estadounidense-cubano y él tiene cualidades innatas para navegar la complicada diplomacia que se requiere para terminarlo.
Él es una parte neutral no alineada con ninguna y, más importante, es alguien en quien ambos lados pueden confiar.
Durante su discurso anual ante los diplomáticos del Vaticano, el papa elogió el avance diplomático como “un ejemplo cercano a mi corazón de cómo el diálogo puede construir puentes”.
Aparte de las implicaciones geopolíticas, la visita de Francisco es también excelente noticia para los católicos de Cuba, quienes ya han recibido a dos papas en sus costas: Juan Pablo II en 1998 y Benedicto XVI en el 2012.
Y es otra bendición para la Iglesia Católica de Cuba.
Siendo una vez una institución floreciente, la iglesia de Cuba fue suprimida durante décadas en el estado oficialmente ateo, pero se ha beneficiado en años recientes de una descongelación de las relaciones con el gobierno como resultado de la visita histórica de san Juan Pablo II. Entre los cambios positivos desde ese viaje, a los cubanos se les permitió practicar su credo más abiertamente y la Navidad fue restaurada como día feriado nacional.
La visita del papa Benedicto amplió la buena voluntad y resultó en que el Viernes Santo fuera también declarado día feriado nacional cubano.
La visita que se avecina del papa Francisco indudablemente llevará a más efectos positivos en la iglesia de Cuba. De hecho, en lo que podría ser o no una coincidencia, la primera iglesia católica nueva en Cuba desde que Castro asumió el poder ha sido aprobada para construirse en el aislado pueblo Sandino.
Aquí en la Arquidiócesis de Nueva York estamos orando por un pronóstico mejorado para la iglesia de Cuba y poder celebrar nuestros lazos históricos con ese país.
El 26 de abril la parroquia Transfiguration, en el bajo Manhattan, fue escenario de una ceremonia dedicándole un monumento al venerable padre Félix Varela, sacerdote cubano que fundó la parroquia en 1823 después de haber sido exilado de su patria por apoyar la independencia de Cuba de España. Llegando a Nueva York en tiempos cuando empobrecidos inmigrantes irlandeses entraban caudalosamente, padre Varela se propuso ministrarles en Transfiguration y en otra parroquia que fundó, St. James. Más tarde él fue nombrado vicario general de la arquidiócesis y su causa de santidad está en curso.
También estamos apoyando a los obispos estadounidenses, quienes acogieron la liberación de Alan Gross y el comienzo de un camino hacia la renovación de lazos formales con Cuba, postura que los obispos han sostenido durante décadas.
“La participación es el camino para apoyar el cambio en Cuba y empoderar el pueblo cubano en su búsqueda de la democracia, los derechos humanos y la libertad del culto”, escribió el obispo Oscar Cantú, presidente del Comité Sobre Justicia y Paz Internacional, en una carta del 2 de febrero al Congreso apoyando la nueva política de la administración y oponiéndose a toda acción del Congreso para oponerse.
Los obispos, y el papa Francisco, están en el camino correcto en esta.
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