Este artículo es parte de una serie enfocada en diferentes áreas ministeriales. Los artículos son presentados bajo la perspectiva del proceso del V Encuentro Nacional de Pastoral Hispana/Latina.
El llamado de San Juan Pablo II en su carta apostólica, Novo Millennio Ineunte (#58), pone en nuestras manos el futuro cuando clama, “¡Caminemos con esperanza! Un nuevo milenio se abre ante la Iglesia como un océano inmenso en el cual hay que aventurarse, contando con la ayuda de Cristo. El Hijo de Dios, que se encarnó hace dos mil años por amor al hombre, realiza también hoy su obra. Hemos de aguzar la vista para verla y, sobre todo, tener un gran corazón para convertirnos nosotros mismos en sus instrumentos.”
El Quinto Encuentro de la Pastoral Hispana (V Encuentro) nos ha dado otra oportunidad de convertirnos una vez más en instrumentos de la obra en la viña del Señor. Esto indica que, para ser instrumentos, necesitamos el material apropiado para que la música que se toca suene bien. Si somos guitarristas, necesitamos lo requerido para las guitarras: las cuerdas, la caja de resonancia, el diapasón, etc. Así es con nosotros, Dios nos creó a su imagen y semejanza, y así somos personas con talentos, dones, habilidades y oportunidades.
Nos realizamos como personas cuando crecemos en las cuatro áreas de la formación: humana, espiritual, intelectual, y pastoral. Estos aspectos de la formación se encuentran en la consulta del V Encuentro y se centran en el trabajo, salud, familia y educación. Estos dos aspectos: el V Encuentro y las cuatro áreas de la formación realmente son uno cuando la Iglesia pide que las vidas de las personas mejoren, cuando se lucha para extender la libertad a las personas, y cuando se protege la unidad de la familia.
Vivimos en un país donde se reconoce la libertad y la igualdad de todos sus habitantes, pero la realidad es que hay segmentos de la población donde lo escrito en un documento no se vive. El desarrollo se limita y el progreso se guarda para los que pueden tener acceso a los beneficios de la sociedad por medio del dinero, educación, y un código postal en un área afluente.
En medio de este conflicto, y viendo que en ciertas ocasiones esto es una realidad, la Iglesia siempre está al lado del que sufre, el marginado y el menos preciado. La Iglesia quiere para ellos lo mismo que para los demás, porque todos somos hijos e hijas de Dios.
El V Encuentro resaltó esta realidad para que, al hacer nuestros planes, podamos priorizar nuestras metas y poner manos a la obra y lo hagamos siempre tomando en cuenta a la persona, cómo le afecta y cómo vamos a mejorar su vida.
La carta de San Pablo a los Corintios dice perfectamente lo que vivimos, “Cuando uno sufre, todos sufrimos, y cuando uno goza, todos gozamos.” Así debe de ser, nuestra felicidad viene cuando el Reino de Dios se va cumpliendo en la tierra y todos vemos menos sufrimiento, menos hambre, y menos marginados. Acompañando a las familias, caminando con ellas es donde se ve esta realidad más claramente porque tiene un efecto en los demás. Los niños vendrán de familias fuertes y sanas, saludables, y serán solidarios con los demás.
Nuestro desarrollo como personas nunca termina, buscamos cómo ser mejores personas para que la siguiente generación pueda gozar de nuestro desarrollo en todos los aspectos. Cierro con lo que inicié, con las palabras de San Juan Pablo II cuando nos dice que tengamos, “un gran corazón para convertirnos nosotros en sus instrumentos.”
Ignacio Rodriguez es el Representante del Obispo a las comunidades étnicas de la Diócesis de Phoenix. También fue Co-Chair de la Region XIII para el V Encuentro.