Tenemos Curiosidad — ¿Qué enseña la Iglesia sobre la eutanasia?

Ed Harpring

La Iglesia Católica nos dice que el don de la vida se da a todas las personas. Dado que fuimos creados a imagen y semejanza de Dios, nunca debemos poner fin directamente a la vida de otra persona. El Catecismo de la Iglesia Católica #2277 indica: “Cualesquiera que sean los motivos y los medios, la eutanasia directa consiste en poner fin a la vida de personas disminuidas, enfermas o moribundas. Es moralmente inaceptable. Por tanto, una acción o una omisión que, de suyo o en la intención, provoca la muerte para suprimir el dolor, constituye un homicidio gravemente contrario a la dignidad de la persona humana y al respeto del Dios vivo, su Creador…”

El papa Francisco llega al corazón de cómo los católicos deben responder a la eutanasia cuando dijo: “El cuidado de los enfermos, especialmente los que están cerca de la muerte, no puede reducirse simplemente a darles medicamentos, sino que debe incluir brindarles sanación y consuelo que les dé valor y sentido a sus vidas. El consuelo humano y el acompañamiento de pacientes terminales es crucial en un momento en el que existe un impulso casi universal para legalizar la eutanasia. Si la persona se siente amada, respetada y aceptada, la sombra negativa de la eutanasia desaparece o se hace casi inexistente porque el valor de su ser se mide por la capacidad de dar y recibir amor y no por su productividad”.

Muchos católicos no son conscientes de que la Iglesia no espera que todos los católicos recurran a medios extraordinarios para preservar la vida. La Iglesia enseña los principios del cuidado ordinario y extraordinario.

El cuidado ordinario es el cuidado básico para preservar la vida de la persona. Esto incluiría la mayoría de las formas de cuidados reconfortantes, como limpieza y medicina para el dolor, comida y agua.

Los cuidados extraordinarios implicarían cargas graves, físicas, psicológicas o económicas. Los medios extraordinarios, como los tratamientos experimentales, no tendrían muchas posibilidades de ayudar eficazmente al paciente.

Lo que se considera un cuidado extraordinario es moralmente opcional: una persona puede elegir si quiere o no recibir dicho cuidado.

Ed Harpring es Coordinador de Ministerios Provida de la Arquidiócesis de Louisville.

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