Pasándola difícil por santos: Miles duermen al aire libre para llegar a Misa

Por Carol Glatz, Catholic News Service

Pilgrims from Chicago area gather in Vatican's St. Peter's Square before canonizationsCIUDAD DEL VATICANO — Voluntarios vistiendo chalecos amarillo neón entrelazaron sus brazos y llevaron multitudes, cientos a la vez, lentamente hacia la plaza de San Pedro.

La estrategia de “una cuadra a la vez” era para ayudar a evitar una carrera caótica y aplastante de decenas de miles de personas cuando la plaza abriera a las 5:30 a.m.

Un estimado de 800,000 personas estaban en las calles de Roma el 27 de abril para ver a dos papas, el papa Francisco y el retirado papa Benedicto XVI, concelebrar la Misa honorando la canonización de dos de sus predecesores, los santos Juan Pablo II y Juan XXIII.

La plaza estaba atestada a capacidad, mientras más de 500,000 personas llenaron la zona circundante; los que no pudieron cruzar los puentes hacia el Vaticano la vieron en grandes pantallas en varias zonas de toda la ciudad, incluyendo el Foro Romano y la Plaza Navona.

Las banderas rojas y blancas de Polonia dominaban la plaza y las calles que llevan a la basílica, mientras el cielo cubierto de gris vio salpicadas de color con enormes globos amarillos y blancos que se mantenían elevados.

“¡Lentamente! ¡Lentamente!” gritaban voluntarios y policías a la gente que empezaba a correr hacia cualquier tipo de abertura frente a ellos que pudiera acercarlos a la plaza y a la oportunidad darle un vistazo a la ceremonia.

Unos 150 cardenales y 700 obispos concelebraron la Misa. Unos 6,000 sacerdotes asistieron, así como diáconos, para ayudar a distribuir la Comunión a tantas personas como fuera posible.

El diacono estadounidense William Ditewig, de la Diócesis de Monterey, California, le solicitó específicamente a los organizadores del Vaticano colocarlo lo más lejos posible de la plaza principal.

El diácono Ditewig dijo a CNS que le inspiró el llamado del papa Francisco a ministrar en las “periferias”, y “yo quería ministrar literalmente en los márgenes.

“Esta gente pasó todas estas dificultades para estar aquí, yo quería distribuir la Comunión lo más lejos posible” y ayudar a que todos se sintieran parte de la ceremonia.

Él dijo tener la esperanza de que aquellos que pudieran estar decepcionados por estar tan lejos del evento principal se inspiraran “mediante mi comportamiento alegre. Esto es una peregrinación, no una gira, así que tengo la esperanza de que a través de mi conducta y acción”, pueda sostener los ideales de celebración, sacrificio y humildad.

Para poder entrar a la plaza el Domingo de la Divina Misericordia mucha gente se quedó despierta toda la noche o intentó dormir en camas improvisadas de cajas de cartón aplastadas o en esteras.

Muchos encontraron refugio en iglesias y plazas o a lo largo de las calles que llevan al bulevar principal que lleva a la Plaza de San Pedro. Un grupo grande de Scouts franceses montó campamento frente a la embajada francesa en la Plaza Farnese y estaban intentando dormir un poco aproximadamente a la medianoche.

En el centro de Roma los peregrinos comenzaron una vigilia de toda la noche el 26 de abril. Había grandes espacios aislados de reverencia lado a lado con la juerga salvaje de una noche de sábado en Roma. Ya que restaurantes y cantinas romanos estaban llenos de bebedores y comensales, las plazas y calles de la ciudad estaban fluyendo con grandes grupos de peregrinos que llevaban rosarios, mochilas y banderas.

Aproximadamente una docena de iglesias estuvieron abiertas toda la noche para adoración eucarística, confesiones y servicios de oración en siete idiomas.

Comenzando aproximadamente a las 7 p.m. del 26 de abril funcionarios de seguridad cerraron la Plaza de San Pedro, gentilmente llevando la gente fuera de las barricadas de metal y dirigiéndola hacia el bulevar principal Vía della Conciliazione, que fue completamente cerrado al tránsito vehicular y peatonal entrante.

A los miles de personas que se negaron a desalojar el bulevar se les permitió pasar la noche allí. La gente desenrolló sacos de dormir, desempacó mantas y envolturas de polietileno y colocó sillas plegadizas o se acostaron en camas de cartón.

Liderando un grupo de 30 peregrinos estadounidenses estaba Lino Rulli, “The Catholic Guy” anfitrión de un programa hablado que se transmite por radio satelital Catholic Channel.

Rulli, quien ha traído varios grupos de peregrinación a Roma a través de los años, dijo que le da asesoramiento a la gente en su sus giras sobre cómo acercarse lo más posible a la plaza.

“Intente quedar detrás de los alemanes. Ellos tienen un historial de saquear Roma e invadir” la plaza, él dijo, refiriéndose a las varias invasiones del primer siglo y el infame Saqueo de Roma en 1527.

En una nota más seria, él dijo que la enorme asistencia era una gran señal de que “tanta gente quiere ir a la iglesia, que la gente está dispuesta a esperar 12 horas para ir a Misa”.

Es casi como “mientras más difícil uno le haga las cosas a la gente, más esta es atraída por la religión”, él dijo.

 

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