Por Cindy Wooden, Catholic News Service
CIUDAD DEL VATICANO — “Me llaman Santo Padre y eso es lo que tengo que ser”, escribió en su diario el futuro san Juan XXIII.
Una monja que trabajaba en los apartamentos papales con el futuro san Juan Pablo II lo vio cansado un día y le dijo: “Estoy preocupada por Su Santidad”. Y él respondió: “Yo también estoy preocupado por mi santidad”.
La mayoría de los católicos estaría de acuerdo en que la iglesia necesita papas santos, pero según se acercaba la Misa de canonización de los beatos Juan y Juan Pablo del 27 de abril, algunos cuestionaban la necesidad de canonizarlos.
El debate no es nuevo. Poco después que el beato Juan Pablo II muriera en el 2005 y el papa Benedicto XVI dispensara el período de cinco años de espera antes que su proceso de canonización pudiera abrirse, un respetado periodista italiano escribió que canonizar a los papas era una forma de que “la jerarquía romana se canonizara a sí misma”.
Pero uno de los expertos de mayor autoridad y más productivo en el proceso de proclamación de santos de la iglesia, el padre jesuita Paolo Molinari, dijo en el 2008 que “los papas recientes no han sido propuestos para santidad solamente porque fueran papas, sino porque la gente ha reconocido en ellos una excelente manera de vivir como cristianos”.
Otra crítica gira en torno al paso rápido del proceso de canonización de los papas, especialmente para el beato Juan Pablo. Se han levantado interrogantes acerca de cómo ha sido posible que en tan corto tiempo se investigue minuciosamente la vida y los escritos de un candidato, sin mencionar la devoción duradera de los fieles.
A monseñor Slawomir Oder, postulador o promotor de la causa de santidad del beato Juan Pablo II, la prensa le preguntó el 22 de abril sobre informes de que el papa había ignorado evidencia de que padre Marcial Maciel Degollado, el difunto fundador de los Legionarios de Cristo, había estado abusado sexualmente de seminaristas menores de edad y llevando una doble vida.
El postulador dijo que el Vaticano, como parte del proceso de canonización, insistió que esos informes fueran investigados. Él dijo que los investigadores determinaron que “no existe señal alguna de participación personal de Juan Pablo II”.
En la causa de santidad del beato Juan Pablo II, él añadió, la dispensación del período de espera de cinco años “fue la única excepción” hecha en el procedimiento normal requerido por la ley eclesiástica.
El beato Juan Pablo, quien beatificó y canonizó a un número récord de católicos, a menudo explicó que la iglesia reconoce solemnemente a ciertos hombres y mujeres santos para que los fieles católicos tengan modelos que imitar. En un nivel práctico, él instó a la Congregación Para las Causas de los Santos a dedicar más tiempo y energía identificando, estudiando y acelerando los procesos de santidad para para laicos, especialmente para parejas casadas, porque los católicos modernos necesitan esos modelos.
Puede ser que los santos sean modelos, pero no son ángeles y los sacerdotes que promueven formalmente las causas de los dos papas reconocieron ese hecho.
“Juan XXIII estaba consciente de sus defectos… y de sus propias limitaciones”, incluyendo su “buen apetito” y lucha para perder peso, dijo el padre franciscano Giovangiuseppe Califano. Él dijo que el beato Juan tenía un sentido del humor autodenigrante, lo cual le hacía “más adorable”.