Por Carol Glatz, Catholic News Service
ROMA — El amor, la misericordia y la bondad de Dios son la base de toda vocación, incluida la del Papa, dijo el Papa León XIV.
“Le pedimos (al Señor) que sepamos cultivar y difundir su caridad, haciéndonos prójimos los unos de los otros”, dijo, parafraseando a su predecesor, el Papa Francisco, en una homilía en la Basílica de San Pablo Extramuros de Roma el 20 de mayo.
Competimos “en la misma carrera de afectos que, desde el encuentro (de San Pablo) con Cristo, impulsó al antiguo perseguidor a hacerse ‘todo para todos’, hasta el martirio”, dijo.
El Papa visitó la basílica y la tumba de San Pablo dos días después de la Misa de inauguración de su ministerio petrino en la Plaza de San Pedro. Formaba parte de una serie de visitas a las principales basílicas papales de la ciudad tras su elección.
La gente lo recibió con vítores y aplausos al entrar en la basílica, y él bendijo a la multitud. Se dirigió a la escalinata que desciende hasta la tumba del apóstol, donde se arrodilló brevemente y oró en silencio.
El servicio de oración estaba dedicado a San Pablo, el llamado el “apóstol de los gentiles” o “apóstol de las gentes”, que llevó el Evangelio a los pueblos del Mediterráneo central y oriental, ejemplificando el celo evangélico y el espíritu misionero. La visita formaba parte de querer encomendar “el inicio de este nuevo pontificado a la intercesión del apóstol”, dijo el Papa León.
La homilía del Papa León reflexionó sobre una lectura escogida del comienzo de la Carta de Pablo a los Romanos, donde el apóstol expresa su total adhesión al Señor y su fe en la acción justificadora de Dios en Jesús.
San Pablo recibió de Dios la gracia de su vocación, reconociendo “que su encuentro con Cristo y su ministerio están vinculados al amor con el que Dios lo ha precedido, llamándolo a una vida nueva mientras aún estaba lejos del Evangelio y perseguía a la Iglesia”, dijo el Papa.
San Agustín también fue un converso que experimentó la elección de Dios después de haberse dado cuenta de que Dios le había elegido a él primero, dijo. “No amamos si antes no somos amados”.
De hecho, “en la raíz de toda vocación está Dios, su misericordia, su bondad, generosa como la de una madre, que naturalmente, a través de su mismo cuerpo, nutre a su niño cuando todavía es incapaz de alimentarse por sí solo”,dijo, citando al santo que fundó la orden religiosa en la que ingresó a los 20 años.
Cuando San Pablo habla de “la obediencia de la fe”, dijo, se refiere a lo que le sucedió en el camino de Damasco, cuando el Señor se le apareció y “no le quito su libertad, sino que dio la posibilidad de decidir, de obedecer como fruto de un esfuerzo, de luchas interiores y exteriores, que él aceptó afrontar”.
“La salvación no aparece por encanto, sino por un misterio de gracia y de fe, del amor de Dios que nos precede, y de la adhesión confiada y libre por parte del hombre”, dijo.
Citando el discurso del Papa Benedicto XVI a los jóvenes en 2011, el Papa León dijo: “‘Dios nos ama. Esta es la gran verdad de nuestra vida; y que da sentido a todo lo demás'”. De hecho, “‘el origen de nuestra existencia hay un proyecto de amor de Dios'”.
“La fe nos lleva a ‘abrir nuestro corazón a este misterio de amor y a vivir como personas que se saben amadas por Dios'”, prosiguió.
“Aquí está la raíz, simple y única, de toda misión, incluso de la mía, como sucesor de Pedro y heredero del celo apostólico de Pablo. Que el Señor me conceda la gracia de responder fielmente a su llamada”, dijo.
Tras rezar ante el altar situado sobre la tumba del apóstol, el Papa León concluyó el servicio y salió de la basílica, de nuevo entre aplausos, bendiciendo a los presentes y haciendo la señal de la cruz en la frente de varios bebés.
