“Cristo está tocando muy fuerte muchos corazones, buscando jóvenes como ustedes para enviarlos a la viña donde está lista una cosecha abundante”. — Juan Pablo ll
A medida que aprendo más sobre el cultivo de vocaciones al sacerdocio católico romano en la Arquidiócesis de Louisville, me estoy volviendo cada vez más consciente del desarrollo de una “Cultura Vocacional”, no solo para la arquidiócesis sino en cada parroquia, escuela y en cada hogar.
¿Qué es una “cultura vocacional”? Para todos los católicos, es nuestra responsabilidad fomentar la curiosidad por las vocaciones entre nuestros niños y jóvenes adultos. Son muchas las preguntas que nos vienen a la mente cuando hablamos de vocaciones, discernimiento, seminario, sacerdocio y vida religiosa.
¿Qué es una vocación?
¿Qué es el discernimiento y cómo funciona?
¿Por qué se le pide a mi hijo que considere el sacerdocio?
¿Qué papel juega la familia en las vocaciones?
Todo el mundo sabe que necesitamos más sacerdotes, ¿cómo se pueden promover las vocaciones?
En primer lugar,
¿qué es una vocación?
La palabra vocación viene del latín vocatio, que significa “llamar”. Por lo tanto, la vocación significa un llamado de Dios a un estado específico de vida (matrimonio, vida religiosa, sacerdocio, vida de soltero, etc.). Esto puede ser diferente de una ocupación. Muchas personas simplemente siguen una carrera u ocupación sin considerar realmente la vocación a la que están llamados a llevar a cabo.
Debemos orar, hablar con otros, buscar dirección espiritual, experimentar diferentes vocaciones y escuchar para determinar a dónde estamos llamados.
Me gusta compartir con nuestros seminaristas y con los jóvenes que han escuchado el llamado del Señor y están eligiendo cómo responder, que el discernimiento de su vocación sea simplemente “Decidir quién o cuál es su primer amor”.
¿Cómo discierno?
El mejor primer paso en este proceso, a veces difícil, es seguir las palabras más pronunciadas en las Sagradas Escrituras: “¡No temas!” Ya sea que se trate de un ángel anunciando buenas nuevas o de Cristo hablando a sus discípulos, dejar de lado su temor es el primer paso.
Una vez que estén abiertos a escuchar al Señor hablarle a su corazón, un mensaje que muy probablemente vendrá como un susurro silencioso, serán capaces de discernir verdaderamente, de resolver: “Señor, ¿a dónde me llamas para servirte en esta vida?”
