Mensaje de Navidad del Arzobispo

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La Navidad ya está aquí. Los días de Adviento que llevan a esta gran fiesta han sido tiempos especiales para dar un paso atrás y meditar en el nacimiento de nuestro Salvador Jesús. Consideramos lo que Su vida, muerte y resurrección significa para nosotros personalmente. 

Hace sesenta años, nuestro Santo Padre fue San Juan XXIII. Él era una persona muy querida y cautivó los corazones de tantos fieles de toda circunstancia en la vida. Ahora, estamos acostumbrados a Papas que viajan por todo el mundo, pero en aquellos días cualquier viaje fuera de las paredes del Vaticano era extraordinario.

Recuerdo una Navidad cuando San Juan XXIII visitó una cárcel cercana llamada Regina Coeli. Él predicó maravillosamente a los prisioneros. Después de la Misa, uno de los prisioneros le hizo una pregunta: “Santo Padre yo soy un delincuente. ¿Hay esperanza para mí?

A veces pasamos rápidamente por alto la profunda convicción de nuestra fe de que Jesús nació no solo por algunos sino por todos nosotros ¬– por cada uno de nosotros. Cualesquiera que sean sus circunstancias esta Navidad, recuerden que el nacimiento de nuestro Salvador y la esperanza que trae son para ustedes.

La esperanza es como una estrella que brilla en la oscuridad y arroja luz en un camino de esperanza. Fue la estrella de la primera Navidad que apareció sobre el pesebre. Esa misma estrella iluminó el cielo para los pastores  y marcó el camino para los tres reyes magos del Este que los llevó al pesebre. Estos visitants habrán percibido la esperanza que los llamaba reverentemente y con gran anticipación, se acercaron al Señor Jesus, un bebé que crecería para ser su salvador.

Algunos resistieron la luz de Cristo. En el relato evangélico de la primera Navidad, Herodes estaba cegado por su prepotencia y lleno de celos. Él temía a cualquiera que le quitara la atención y le dio la espalda a ese ofrecimiento de esperanza.

En cada época durante este tiempo, el mundo hace una pausa de una vida agitada para acercarse a esa noche de silencio en donde viene el Salvador. En cada época, personas como aquel prisionero en Regina Coeli se acercan a nosotros con las heridas y las cicatrices de una vida difícil – una vida llena de decepciones y dificultades e incluso de pecados y fallas – en busca de un poco de esperanza.

En esta época, muy especialmente necesitamos la voz de la Palabra hecha carne, nuestro Salvador Jesús. Él se ha descrito a sus seguidores en el Evangelio de acuerdo a San Juan como el camino, la verdad y la vida.

Durante este tiempo encontramos a gente tentada a buscar poder en lugar de verdad. Somos tentados a callar a la gente en lugar de escuchar a aquellos que puedan oponerse a nosotros. En este tiempo, necesitamos a un salvador que traiga esperanza.

Jesús es la Palabra hecha carne. Él es la luz de la verdad que brilla en nuestra Iglesia, en la familia y los corazones. Lo recibimos con gran humildad.

Jesús es la vida del amor, que trae compasión y entendimiento a cada uno de nosotros que anhelamos no ser olvidados.

Jesús es la vida de la esperanza hecha carne. Su mensaje esta hecho para ustedes y para mí.

¡Qué tengan una bendita época de Navidad!

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