Por Dan Russo, Catholic News Service
Truro, Iowa — La gente en y en los alrededores del pequeño pueblo Truro, al suroeste de Des Moines, todavía recuerda a Joseph Hays como el agricultor cuya carta persuadió al papa Juan Pablo II en 1979 a venir a Iowa durante la primera visita de él, y de cualquier papa, a Estados Unidos.
En aquel tiempo el joven padre de cuatro niños estaba involucrado en un esfuerzo para alentar a la gente a cuidar mejor las tierras que Dios les había encomendado. Él mencionó el programa Strangers and Guests, Toward Community in the Heartland en la carta que le escribió al pontífice, en la cual extendía una invitación a visitar.
“Nuestra oración aquí en el corazón de nuestros Estados Unidos es que más personas estén más conscientes de nuestro programa, que desarrollen una verdadera preocupación por nuestra tierra y por su uso por la humanidad”, él escribió.
Hays le presentó la carta a su párroco en la iglesia Immaculate Conception en St. Marys, Iowa. El pastor le animó a presentársela al entonces obispo Maurice J. Dingman de Des Moines. El obispo había de estar en la parroquia para una comida, donde Hayes y su familia estarían sirviendo, más tarde esa semana. Hays le presentó su propuesta al obispo Dingman.
“El obispo me miró como ‘¿estás loco?'”, recordó Hays. “Después que leí la carta en voz alta un bombillo se encendió en su cabeza”.
Después de mucha planificación y el apoyo de muchas personas, el papa sí paró en Iowa el 4 de octubre de 1979. Él voló hasta Des Moines y celebró una Misa en Living History Farms que atrajo a unas 350,000 personas. Entonces él visitó la iglesia St. Patrick, pequeña parroquia rural en Cumming, a varias millas fuera de la ciudad.
Hays, su esposa Ann y sus hijos Paul de 17 años de edad, Marcos de 15 años, Teresa de 13 años y Ronda de años, tuvieron el honor de presentar las ofrendas durante la Misa. De ese encuentro con el papa, Hays recuerda un momento especial entre Juan Pablo II y Paul, hijo de él. El adolescente tenía incapacidades de desarrollo y era propenso a problemas de comportamiento.
“Fuimos hacia el altar”, dijo Hays. “Paul había visto visualmente el papa una vez antes cuando el papa se bajó del helicóptero. Paul se aparta de nosotros y camina directamente hasta el papa y dice: ‘Usted es Juan Pablo II’. El papa dijo: ‘Sí, lo soy’”.
El pontífice luego le sonrió al adolescente y le dio una bendición en la frente con la señal de la cruz.
“El chico tenía problemas de comportamiento”, dijo Hays. “Después de la bendición, simplemente se suavizó durante un par de años después de eso. Hubo una marcada diferencia”.
