Tres escuelas salvadas

Por Nancy Wiechec, Catholic News Service

TUCSON, Arizona (CNS) — Kiana Romero ondea en el aire una tarea terminada, radiante de confianza mientras su maestro recolecta los papeles.

En un tablón de edictos del aula está colgado un banderín azul y dorado que lee “Clase de 2026”. Ese es el año en que Kiana y sus compañeros de clases en la escuela católica St. Ambrose, una academia ACE de Notre Dame, han de entrar a la universidad. Los estudiantes del primer grado ya saben eso.

A los estudiantes de las academias ACE de Notre Dame se les recuerda todos los días desde preescolar que sus metas son la universidad y el cielo. Eso está escrito en las paredes y en carteles, camisetas, reglas y tablones de edictos y está sobre las puertas de las aulas.

“La universidad es nuestra meta”, dijo Lexi Rodríguez, presidenta del consejo estudiantil en St. Ambrose.

“Queremos distinguirnos para pasar la escuela secundaria y entrar en una buena universidad que lleve a uno a una gran dirección de carrera. Y el cielo es por supuesto nuestro objetivo más alto porque queremos estar con Jesús”.

Rodríguez habla de St. Ambrose y de sus planes futuros con seguridad y orgullo.

“Recibimos una educación de alta calidad en lo académico y en nuestra fe, lo cual creo que es algo grande porque Dios es el centro de toda tu vida”, ella dijo. “Es muy bueno tener metas, porque eso es algo para lo cual trabajar … y cuando llegas allí sentirás que has logrado algo”.

St. Ambrose es una de tres escuelas en la Diócesis de Tucson y cinco en la nación que son pioneras en un nuevo modelo educativo en el cual la Alianza Para la Educación Católica, o ACE, de la Universidad de Notre Dame se asocia con escuelas diocesanas en zonas urbanas de bajos ingresos.

La literatura sobre el programa dice que esta existe para “asegurar que las escuelas católicas de Estados Unidos no solamente sobrevivan, sino que también prosperen”.

Rodríguez, quien ha asistido a St. Ambrose desde preescolar, es la más alta en su clase de octavo grado. Ella ha sido testigo de la transformación de St. Ambrose desde una escuela parroquial que se hundía hasta una historia de éxito bajo la sombrilla de Notre Dame.

“Ha sido un buen tiempo para St. Ambrose porque solíamos ser solamente otra escuela católica”, dijo ella a Catholic News Service. “Sé que el programa ACE nos ha ayudado”.

Las escuelas St. Ambrose, St. John the Evangelist y Santa Cruz en el sur de Tucson estaban a punto de cerrar en el 2010, cuando el obispo Gerald F. Kicanas de Tucson llamó a ACE para ayuda.

La matrícula había reducido, las instalaciones estaban deterioradas y los déficits aumentaban. Una escuela no pudo atraer a un nuevo director y los maestros estaban aceptando recortes en los salarios para ayudarla a mantenerla a flote.

Las escuelas están ubicadas en vecindarios principalmente latinos, donde la mayoría de los hogares tienen ingresos anuales bajo los $25.000. Casi todos los estudiantes ahora califican para ayuda de matrícula, así como para el programa federal de almuerzo gratis o descontado.

En cinco años estas escuelas pasaron de “tristeza y fatalidad” a modelos de “alegría y esperanza”, él dijo.

El crecimiento es evidente en algunas estadísticas de St. John the Evangelist.

En el 2010 la clase del segundo grado de St. John estaba en el percentil 17, bajo el promedio, en matemáticas en las Pruebas de Iowa de Habilidades Básicas. Sus puntuaciones en las pruebas de matemáticas del 2014 estuvieron en el percentil 52.

“Nos proponemos demostrar que podemos cerrar la brecha de rendimiento en tres años, desde bajo el promedio hasta sobre el promedio (nacional)”, dijo el director Keiran Roche.

Además, él dijo que los estudiantes preescolares de St. John están “entre los mejores lectores y matemáticos de la nación”, con puntuaciones de pruebas en el percentil 90.

Él considera eso una hazaña increíble para estudiantes de un vecindario urbano que está entre los más pobres de Estados Unidos.

Roche dijo que le atribuye el aumento de rendimiento académico al modelo de enseñanza ACE, que insiste en la educación continua de los maestros y depende de la instrucción impulsada por estadísticas, puntuaciones de pruebas y otros marcadores que ayudan a los maestros a ajustar y dirigir los currículos para lograr las metas de rendimiento.

En cuanto a la matrícula de St. John, esta ha aumentado a 315 estudiantes, más del doble que el número del 2010.

Las finanzas de la escuela también están en buena forma. “El presupuesto operativo de la escuela en el 2010 era $400,000”, dijo Roche. “Ahora estamos en $1.6 millones”.

¿Y cuánto están pagando los padres por la educación en St. John?

“Todos están en algún tipo de beca”, dijo Roche. Los gastos del propio bolsillo de una familia están entre $600 y $1,500 por estudiante, dependiendo de sus necesidades.

Las tres escuelas católicas de Tucson se convirtieron en las primeras academias ACE. Otras dos se forjaron más tarde en Florida, en Tampa y Pinellas Park.

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