Este artículo es parte de una serie enfocada en diferentes áreas ministeriales. Los artículos son presentados bajo la perspectiva del proceso del V Encuentro Nacional de Pastoral Hispana/Latina.
El V Encuentro Nacional de la Pastoral Hispana/Latina en los Estados Unidos ha sido un momento histórico para escuchar, acompañar, reflexionar y celebrar la riqueza de nuestro pueblo latino. Como pueblo latino nos hemos dado a conocer y hemos expresado nuestras riquezas e inquietudes de nuestra tarea misionera con el resto de los bautizados.
Hemos invitado a la mesa a otros agentes pastorales no latinos para dialogar e iluminar la labor de la iglesia estadounidense en un mundo multiplural e intercultural con un profundo sentido de colaboración y apreciación mutua. La misión evangelizadora en esta iglesia local no es tarea de unos pocos sino de todos los bautizados. Todos estamos llamados e invitados a poner nuestro granito de arena desde la realidad en la que nos encontramos.
Durante el V Encuentro tuvimos la oportunidad de reflexionar sobre el tema de la vocación. Se vio la urgente necesidad de dialogar y compartir las oportunidades y las mejores implementaciones que se están realizando para promover las vocaciones en la comunidad latina y para responder a las necesidades que este pueblo creciente experimenta.
Debemos clarificar que vocación no solo se refiere a elegir una vida célibe, en el caso de los sacerdotes, o de pobreza, castidad y obediencia en el caso de los religiosos/as. Todos tenemos vocación, todos estamos llamados a descubrir, acoger y realizar una tarea (misión) concreta y determinada en nuestra vida como discípulos misioneros de Jesús.
Hablamos de que el mejor semillero para cultivar las vocaciones es la familia. El rol de la familia sigue siendo imprescindible, es en la iglesia doméstica donde se promueve las vocaciones. Pero, sin duda alguna, el mejor apoyo que tiene las familias para desarrollar en sus hijos/as una educación en la fe está en las escuelas católicas y en los programas parroquiales.
Otro reto lo encontramos en los grupos juveniles donde debe de ser más explícito el tema de las vocaciones para ayudar a nuestros jóvenes a tomar una decisión correcta en sus vidas y testimonien la alegría del evangelio allí donde se encuentren. Se ha visto muy eficaz el crear grupos parroquiales de jóvenes latinos donde comparten su realidad particular, su estatus migratorio y todo lo que esto conlleva para ellos.
Al mismo tiempo, se ve la necesidad de crear espacios de encuentro con otros jóvenes para compartir la interculturalidad de la juventud en nuestras parroquias. Esto conlleva, que los agentes de pastoral juvenil sean bilingües y biculturales para acompañar eficazmente al joven latino.
También debemos de atender en nuestros ministerios a las parejas en unión libre para que puedan contraer el sacramento del matrimonio y construir la iglesia doméstica. Es en la familia donde se adquiere el sentido profundo de nuestro ser comunidad teniendo a Cristo como su eje central y la razón de nuestro existir. Uno de los factores por los cuales no se lleva a cabo este sacramento, hoy en crisis, es debido al estatus migratorio y a la escasez monetaria, aunque esta última no debe de ser un impedimento.
En cuanto a la vocación religiosa el/la joven migrante que siente el llamado tiene el desafío de su estatus migratorio junto al de sus estudios académicos que les impide su entrada en el seminario o en la vida religiosa. Por ello, animamos a las congregaciones religiosas y a nuestros seminarios locales a ser creativos para dar una respuesta práctica a esta realidad.
En fin, estas son algunas de las reflexiones que compartimos. Animamos a todos/as a ser más intencionales para tratar el tema de las vocaciones allí donde nos encontremos.
Hna. Inma Cuesta, CMS es Directora de la Oficina de Ministerios Étnicos en la Diócesis de Richmond y Presidenta de la Asociación de Hermanas Latinas Misioneras en América (AHLMA).