Por Carol Glatz, Catholic News Service
CIUDAD DEL VATICANO — Los cristianos están llamados a ser más como María: generosos y amorosos servidores del Señor, dijo el Papa Francisco.
“Lamentablemente, a nuestro alrededor vemos cómo la pretensión del primer pecado, el de querer ser ‘como Dios’, sigue hiriendo a la humanidad”, dijo al celebrar la Misa en la Basílica de San Pedro el 8 de diciembre, fiesta de la Inmaculada Concepción.
“Esta presunción de autosuficiencia no produce ni amor, ni felicidad. En efecto, quien exalta como conquista el rechazo de todo vínculo estable y duradero, no genera libertad”, dijo en su homilía.
Celebrando la Misa con el Colegio Cardenalicio, incluidos los 21 nuevos cardenales que elevó al colegio el día anterior, el Papa destacó la belleza y el corazón puro de María, un corazón “libre del pecado, dócil a la acción del Espíritu Santo, dispuesto a dar a Dios, por amor, el homenaje del entendimiento y de la voluntad”.
“El riesgo, sin embargo, sería pensar que se trate de una belleza lejana, una belleza demasiado alta, inalcanzable”, dijo. “Pero no es así. De hecho, también nosotros la recibimos como don en el Bautismo, cuando somos liberados del pecado y hechos hijos de Dios”.
“Y con ella se nos confía la llamada a cultivarla, Como la Virgen, con amor filial, esponsal y materno” y a ser “gratos al recibir y generosos al dar”, dijo.
Lamentablemente, dijo, hoy hay quienes “le falta el respeto al padre y a la madre, quien no quiere hijos, quien considera a los demás como un objeto o como un fastidio, quien considera el compartir como una pérdida y la solidaridad como un empobrecimiento”.
Tales actitudes “no difunde(n) alegría ni futuro”, dijo el Papa.
“¿De qué sirve tener dinero en el banco, comodidades en los departamentos, falsos “contactos” en el mundo virtual, si luego los corazones permanecen fríos, vacíos o cerrados?”, preguntó. “¿De qué sirven los altos niveles de crecimiento financiero de los países privilegiados, si medio mundo muere a causa del hambre y de la guerra, mientras los demás se quedan mirando con indiferencia? ¿De qué sirve viajar por todo el planeta, si luego cada encuentro se reduce a la emoción del momento, a una fotografía que ya nadie recordará al cabo de algunos días o algunos meses?”.
En su lugar, dijo el Papa, seamos ‘hombres y mujeres del ‘Gracias’ y del ‘Sí’, dichos con las palabras, pero sobre todo con la vida … dispuestos a darle lugar al Señor en nuestros proyectos y a acoger con ternura materna a todos los hermanos y hermanas que encontramos en nuestro camino”.
“Hoy nosotros contemplamos a María Inmaculada, y le pedimos que su Corazón lleno de amor nos conquiste, que nos convierta y haga de nosotros una comunidad donde la filiación, la esponsalidad y la maternidad sean regla y criterio de vida”, dijo.
“Donde las familias se reúnan, los esposos compartan todo, los padres y las madres estén presentes, en carne y hueso, cercanos a sus hijos, y los hijos cuiden a sus padres”, dijo.
Dios eligió a María, eligió a una mujer, para ser “compañera para su proyecto de salvación”, dijo el Papa. “No hay salvación sin la mujer porque también la Iglesia es mujer”.
“La Inmaculada pues no es un mito, ni una doctrina abstracta, ni un ideal imposible; sino que es la propuesta de un proyecto hermoso y concreto” que puede cambiar el mundo, dijo.
“A través del cual, por gracia de Dios, todos podemos contribuir para mejorar nuestro mundo”, dijo el Papa Francisco.
Antes de rezar el Ángelus al mediodía con los visitantes reunidos en la Plaza de San Pedro, el papa pidió a los fieles que “mientras se acerca la apertura de la Puerta Santa del Jubileo, abramos las puertas del corazón y de la mente al Señor. Él nació de María Inmaculada: imploremos la intercesión de María”.
Animó a los católicos a confesarse el 8 de diciembre o durante la próxima semana para “abrir el corazón y el Señor perdona todo, todo, todo. Y así en las manos de María seremos más felices”.