Por Junno Arocho Esteves
NUR-SULTAN, Kazajstán — Hablando en nombre de docenas de líderes religiosos, el papa Francisco pidió a los líderes mundiales que pongan paro a la violencia y el derramamiento de sangre y, en su lugar, luchen por la paz.
“Les suplicamos, en nombre de Dios y por el bien de la humanidad: ¡Comprométanse en favor de la paz, no en favor de las armas!”, dijo el papa el 15 de septiembre, el último día del Congreso de Líderes de Religiones Mundiales y Tradicionales en Nur-Sultán, durante el último día de su visita de tres días a Kazajstán.
“Sólo sirviendo a la paz, el nombre de ustedes será grande en la historia”, dijo.
El papa se unió a los 80 líderes religiosos y cientos de delegados que participaron en el encuentro interreligioso en el Palacio de la Independencia para la lectura de la declaración final del congreso.
La declaración, leída por el obispo anglicano Jo Bailey Wells de Dorking, Inglaterra, expresó la creencia de los líderes de que “el extremismo, el radicalismo, el nacionalismo alimentado de sacralidad, fomentan todavía hoy temores y preocupaciones en relación a la religión. Por eso en estos días ha sido providencial reencontrarnos y reafirmar la esencia verdadera e irrenunciable de la misma”.
La declaración “exhorta a los líderes mundiales a detener los conflictos y el derramamiento de sangre en todo lugar, y a abandonar retóricas agresivas y destructivas”.
Y llamaron a “líderes religiosos y figuras políticas destacadas de diferentes partes del mundo a desarrollar incansablemente el diálogo en nombre de la amistad, la solidaridad y la convivencia pacífica”.
Dirigiéndose a los participantes del congreso, el papa Francisco dijo que después de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 en los Estados Unidos, se necesitaba una respuesta colectiva para contrarrestar la “atmósfera incendiaria” causada por el extremismo religioso que “amenazaba con convertir la religión en un motivo de conflicto”.
Sin embargo, “el terrorismo de matriz pseudorreligiosa, el extremismo, el radicalismo, el nacionalismo alimentado de sacralidad, fomentan todavía hoy temores y preocupaciones en relación a la religión”, dice.
La declaración del congreso reafirma que el extremismo religioso, el radicalismo y el terrorismo “no tienen nada que ver con el auténtico espíritu de la religión y deben ser rechazados en los términos más contundentes posibles”.
Y, dice que “puesto que el Todopoderoso ha creado iguales a todas las personas, independientemente de su origen religioso, étnico o social, estamos de acuerdo en que el respeto y la comprensión mutuos deben considerarse esenciales e indispensables en la enseñanza religiosa”.
Al mismo tiempo, dijo el papa, los gobiernos no deben excluir la voz de quienes se adhieren a la religión, sino que deben garantizar que los derechos de los creyentes, incluido el de hablar en público, “deben ser protegidos, siempre y en todas partes”.
Por su parte, dijo, la Iglesia católica está comprometida con “la unidad de la familia humana” y “el camino del diálogo interreligioso”, que es “necesario e irrevocable”.
“El diálogo interreligioso ya no es simplemente algo conveniente”, dijo el papa. “Es un servicio urgente e incomparable a la humanidad, para alabanza y gloria del creador de todo”.
El papa también dijo a los líderes religiosos que la afirmación de la declaración de que la dignidad de la mujer y la mejora de su “condición social como miembros iguales de la familia y de la sociedad” es crucial para lograr la paz.
“A las mujeres también se les debe confiar mayores cargos y responsabilidades”, dijo. “¡Cuántas decisiones calamitosas podrían haberse evitado si la mujer hubiera estado directamente involucrada en la toma de decisiones! ¡Nos comprometemos a garantizar que las mujeres sean cada vez más respetadas, reconocidas e involucradas!”
La voz de los jóvenes, que con demasiada frecuencia son víctimas del extremismo, también debe ser escuchada, dijo el papa Francisco. Se les debe dar “oportunidades de educación, no armas de destrucción. Y escuchémoslos, sin tener miedo de ser interpelados por sus preguntas. ¡Sobre todo, construyamos un mundo pensando en ellos!”.
“Sigamos adelante en este camino, caminando juntos en la tierra como hijos del cielo, tejedores de esperanza y artesanos de la armonía, heraldos de paz y unidad”, dijo antes de dirigirse al aeropuerto para tomar su vuelo de regreso a Roma.