Por Carol Glatz
CIUDAD DEL VATICANO — Que una persona escuche la llamada de Dios a seguirle no significa que esa persona pertenezca entonces a un grupito especial o privilegiado de perfectos o “elegidos”, dijo el Papa Francisco.
“La llamada no es un privilegio, nunca. Nosotros no podemos decir que somos privilegiados en relación con los otros”, dijo el Papa el 22 de noviembre en su audiencia general semanal en la Plaza de San Pedro.
“No, la llamada es para un servicio. Y Dios elige a uno para amar a todos, para llegar a todos”, dijo.
El Papa Francisco continuó su serie de charlas sobre el “celo por la evangelización”, centrándose en algunos temas de su exhortación apostólica de 2013, “La alegría del Evangelio”.
El tema de su catequesis del 22 de noviembre fue que el Evangelio y la alegría del amor de Dios son para todos, citando de su exhortación que todos tienen “el derecho a recibir el Evangelio. Los cristianos tienen el deber de anunciarlo sin excluir a nadie”.
El Papa dijo: “Distingámonos por la capacidad de salir de nosotros mismos – un anuncio para ser verdadero anuncio debe salir del propio egoísmo – y tener también la capacidad de superar todo confín” y llevar la Buena Noticia a todos, con una actitud abierta y expansiva que “proviene de Jesús, que ha hecho de su presencia en el mundo un camino continuo, dirigido a alcanzar a todos, incluso aprendiendo de ciertos encuentros suyos”.
Dijo que el Evangelio según San Mateo detalla la negativa de Jesús a curar a la hija de una mujer cananea pagana. Jesús le dice que “ha sido enviado solo a las ovejas perdidas de la casa de Israel” y que “no está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos”.
Pero la mujer insiste, replicando: “los perritos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos”. Esto conmueve a Jesús, que entonces dice: “Mujer, grande es tu fe; que te suceda como deseas”.
Este encuentro con una mujer extranjera y pagana muestra a Jesús cambiando de opinión, dijo el Papa. “El Señor mismo encuentra la confirmación al hecho de que su predicación no debe limitarse al pueblo al que pertenece, sino abrirse a todos”.
“La tentación quizá más grande” para los cristianos, dijo el Papa, es considerar la llamada de Dios como “un privilegio. Por favor, no”.
“Cuando Dios llama a una persona y hace un pacto con algunos”, dijo, es con el fin de llegar a los demás.
La Iglesia como “católica” o universal es también “para prevenir la tentación de identificar el cristianismo con una cultura, con una etnia, con un sistema”, añadió. El cristianismo no es una “un grupito de elegidos de primera clase”.
“No lo olvidemos: Dios elige a alguien para amar a todos”, dijo el Papa Francisco, y “el Evangelio no es sólo para mí, es para todos”.
