By David Agren, OSV News
(OSV News) — Otro sacerdote fue hallado muerto tras su secuestro en un violento estado del sur de México, donde los obispos católicos han negociado treguas entre los cárteles de la droga en guerra y el clero ha sido asesinado con impunidad.
El cuerpo del padre Bertoldo Pantaleón Estrada fue descubierto el 6 de octubre en el municipio de Mezcal, en el estado de Guerrero, a unos 240 kilómetros al sur de Ciudad de México, según la Diócesis de Chilpancingo-Chilapa.
El padre Pantaleón había desaparecido dos días antes, según la diócesis. La cadena de televisión mexicana Milenio informó de que el padre Pantaleón recibió dos disparos en el cuello.
El secretario de Seguridad Pública Federal, Omar García Harfuch, dijo el 7 de octubre que el conductor del padre Pataleón era sospechoso del asesinato del sacerdote.
“Todo indica que él murió en su camioneta. Lo matan arriba de su camioneta. Iba a salir a dar una Misa. Y todo indica que fue su propio conductor”, dijo García Harfuch a los periodistas. “Al momento no tenemos ningún indicio de que el padre haya estado involucrado en algo incorrecto”.
El padre Pantaleón era párroco de la parroquia de San Cristóbal en Mezcala, una región plagada de actividad de cárteles de la droga en lo que antes se consideraba el corazón de la producción de heroína en México. La región se hizo famosa en 2014 por el ataque a 43 profesores en formación, cuando la policía obligó a los jóvenes a bajar de los autobuses y los entregó a un grupo criminal. La atrocidad sigue sin resolverse.
“Constatamos con tristeza y dolor que hechos de violencia nuevamente enlutan nuestra comunidad Católica. Por ello, exigimos a las autoridades competentes del Estado y de la Federación una investigación pronta, exhaustiva y transparente que permita el esclarecimiento de este crimen y el justo castigo a los responsables”, declaró la Conferencia del Episcopado Mexicano en un comunicado el 6 de octubre.
“Como pastores del Pueblo de Dios, elevamos nuestra voz para recordar a todos que ninguna forma de violencia puede tener cabida en una sociedad que honra la vida y busca el bien, la verdad y la paz para todos sus ciudadanos”, dijeron los obispos.
El estado de Guerrero — que se extiende al sur de la Ciudad de México y que incluye el glamour de Acapulco y la miseria de las comunidades indígenas empobrecidas — ha estado plagado de violencia por parte de los cárteles de la droga durante más de una década.
Los grupos criminales se disputaban anteriormente la producción y distribución de heroína, pero ese negocio ilegal fue eliminado por el auge del fentanilo, según explicó a Catholic News Service el obispo Salvador Rangel, que dirigió la Diócesis de Chilpancingo-Chilapa entre 2014 y 2022. Afirmó que los grupos criminales ahora se dedican a la extorsión y el secuestro y han cooptado a los gobiernos locales.
El obispo Rangel se convirtió en una figura controvertida en México por viajar a comunidades remotas para dialogar con los “capos” de los cárteles de la droga, o líderes de alto rango, en un esfuerzo por pacificar su diócesis y el estado de Guerrero en general. En 2024, el obispo declaró a OSV News que los cárteles de la droga estaban respaldando activamente a candidatos en las elecciones de ese año.
Los cuatro obispos de Guerrero intentaron negociar un acuerdo de paz entre los cárteles de la droga del estado en 2024, una iniciativa que fue bien recibida por el entonces presidente Andrés Manuel López Obrador.
El asesinato del padre Pantaleón ha reforzado la reputación de México como el país más peligroso del mundo para el clero católico. Al menos 53 sacerdotes han sido asesinados en México desde 2006 y 10 entre 2019 y 2024, según el Centro Católico Multimedia, mientras que siguen siendo frecuentes delitos como la extorsión cometida contra el clero y las iglesias.
La Diócesis de Chilpancingo-Chilapa se ha visto afectada por la tragedia en los últimos 15 años. Dos sacerdotes fueron asesinados en una emboscada en 2018 en la diócesis. Los restos del padre comboniano John Ssenyondo, un sacerdote misionero ugandés, fueron exhumados de una fosa común cerca de la ciudad de Chilapa en 2014.