Mensaje de Pascua del arzobispo

El Cristo resucitado está representado en esta pintura del siglo XVI titulada “La resurrección de Cristo, del ala derecha del retablo de Isenheim” por Mattias Grunewald. (CNS/Bridgeman Images)

Qué esta Pascua sea un tiempo de fe profunda y de gran gozo! ¡Jesucristo resucitó de entre los muertos!

El año pasado durante su homilía Pascual, el papa Francisco le dijo al mundo que la resurrección de Jesús, que forma el centro de nuestra celebración de la Pascua, no es una fantasía. Más bien lo llama la piedra angular de nuestra fe. Él mencionó “es el misterio de la piedra descartada que termina siendo la piedra angular de nuestra existencia”.

Déjenme explicar lo que es una piedra angular. A veces llamada la piedra base, la piedra angular es la primer piedra colocada en una construcción de piedra. Es importante porque todas las demás piedras se colocarán en referencia a esta piedra, la piedra angular determina la posición de toda la estructura. Si el constructor coloca la primera piedra angular incorrectamente, toda la estructura es imperfecta.

Algunos son tentados a construir sus vidas alrededor de otras piedras, haciéndose de posesiones, poder o popularidad de sus piedras angulares. Estas piedras, sin embrago, desequilibran toda la estructura del edificio de su balance. Por ello, el papa Francisco identifica la Resurrección de Jesús como la piedra angular de la existencia. Si esta verdad profunda forma su convicción acerca de la vida, toda su estructura… su existencia… será alineada.

¿Por qué es la resurrección de Jesús tan central? Porque la verdad es… no nos gusta pensar en la muerte. Negamos la naturaleza fugaz de este mundo. Pretendemos que nunca moriremos así que construimos nuestras vidas en una base falsa, un enfoque que está condenado al fracaso.

Y aún mas, Jesús nos advierte acerca de muertes que son igual de malas y aún peores. Recuerdan la muerte del alma que viene del pecado. En su obra, “Julio César” el gran escritor inglés William Shakespeare coloca estas palabras en la boca de César, “Un cobarde muere diez mil veces antes que su muerte”.

La cobardía no es la única “muerte” que tuerce nuestras vidas y nos roba una vida plena. La muerte viene de otras formas: drogas que adormecen nuestras vidas y nos hacen pobres imitaciones de la dignidad de Dios que tenía para nosotros, dinero, poder y lujo pueden hacer lo mismo. La lección es clara: el pecado trae la muerte y nosotros necesitamos construir nuestras vidas en una realidad que da vida.

Por lo tanto, el Señor Jesús resucitado de entre los muertos, conquistando el pecado y la muerte, es nuestra piedra angular. Jesús resucitado alinea nuestras vidas con la dignidad que significa para nosotros para la eternidad.

La Pascua no responde a la pregunta, “¿Vivió Jesús alguna vez en la tierra?”. La Navidad nos da esa respuesta. Más bien, la Pascua responde a esta pregunta: ¿vive Jesús hoy? Él es nuestra piedra angular viviente: el que pone nuestras vidas en orden.

Nosotros, que vivimos nuestra fe de Pascua, nosotros que vivimos en Cristo Jesús Resucitado, reclamaremos una dignidad que siempre fue nuestra, pero que ahora es elevada. ¡Con él viviremos para siempre… en gozo!

Un himno de Pascua que es honrado, “Alleluia, the Strife is O’er” fue escrito probablemente en el siglo XII y la música en el siglo XVI. El tercer verso explica bien nuestra actitud de fe y gozo esta Pascua:

Alleluia! Alleluia! Alleluia!
O risen Lord, all praise to thee,
Who from our sin has set us free,
That we may live eternally:
Alleluia!

¡Tengan una bendita Pascua!

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