By Carol Glatz
CIUDAD DEL VATICANO — Los movimientos de renovación carismática deben proporcionar apoyo y consejo a los obispos y sacerdotes acompañando, guiando y profundizando en la fe de todos aquellos que participan en sus iniciativas y comunidades, dijo el Papa Francisco.
Dirigiéndose a los participantes en una reunión del Servicio Internacional de la Renovación Carismática Católica, también conocido como “Charis”, el Papa les agradeció su servicio y les recordó que “no olviden que su tarea no es juzgar quién es o no es un ‘auténtico carismático’ y quién no lo es, no les toca a ustedes”.
“Esta es una tentación en la Iglesia desde el principio: ‘Yo soy de Pablo’ — ‘Yo de Apolo’ — ‘Yo de Cefas”, dijo el Papa en su discurso en el Vaticano el 4 de noviembre. “No, esto no funciona”.
“Más bien, están llamados, por el contrario, a ofrecer apoyo y consejo a los Pastores, para acompañar a todos los grupos y realidades multiformes que hacen referencia a la Renovación carismática.”, dijo.
Aquellos que genuinamente experimentan la renovación en su vida saben sonreír, dijo el Papa. “Y esta sonrisa les ayudará a permanecer vigilantes en no caer en la tentación de los juegos de poder y de influencia, rechazando el deseo de primeriar y de mandar”.
“La auténtica tarea consiste en servir”, dijo. “Es bueno dejar espacio a las nuevas generaciones de responsables para así comprometerse firmemente con la formación de los jóvenes, de entre los cuales surgirán los futuros líderes”.
“Charis está llamada a ser una voz que acompañe e indique a todas las comunidades un camino a seguir en comunión”, dijo el Papa Francisco.
Les animó a seguir ampliando sus “Seminarios de Vida Nueva”, que permiten a la gente “un encuentro con Jesús vivo, con su Palabra con su Espíritu, con su Iglesia percibida como un ambiente de acogida, como un lugar de gracia, de reconciliación y de regeneración”.
Los grupos carismáticos deberían difundir más los seminarios, especialmente “en los distintos contextos eclesiales, aún en aquellos más remotos y pequeños, incluso entre los pobres” y los marginados, dijo. En lugar de pensar que estos seminarios “están destinados solo para las grandes estructuras y para los líderes más destacados”, dijo, “cuando en realidad también los pequeños grupos parroquiales y los responsables locales pueden organizarlos y ofrecerlos a las personas de su territorio”.
Los seminarios – que suelen ser determinantes para un verdadero cambio de vida — también necesitan ser seguidos por “itinerarios formativos que ayuden a tener viva la gracia recibida, y sostengan un proceso gradual de crecimiento en la fe, en la vida de oración, en la conducta moral; así como la participación en los sacramentos y en la acción caritativa y misionera de la Iglesia”, dijo.