Por David Agren
Catholic News Service
Un instructor de catequistas fue asesinado a tiros en una capilla en el estado de Chiapas, otro ejemplo de cómo la violencia que consume México está impactando a la Iglesia Católica.
El ataque ocurrió el 15 de junio en Acacoyagua, a unas 75 millas de la frontera con Guatemala, donde 30 instructores de catequistas estaban terminando un curso en la capilla de la Inmaculada Concepción, según el obispo Jaime Calderón de Tapachula. Dos jóvenes llegaron a la capilla y abrieron fuego contra los instructores.
Margeli Lang Antonio, una instructora de catequistas, sufrió varios disparos y murió durante el ataque, dijo el obispo Calderón. Los motivos del crimen son desconocidos, y no se conoce el paradero de los asaltantes.
La diócesis se encontraba entre “las víctimas de la violencia generalizada que vive el país”, dijo el obispo Calderón en una conferencia de prensa el 16 de junio.
“Nuestra familia diocesana jamás ha de acostumbrarse a estos hechos y mostramos nuestra preocupación y rechazo ante estos signos lamentables de descomposición social y moral de la comunidad humana”, continuó.
México ha experimentado un aumento de violencia en los últimos 13 años desde que el estado hace más para castigar a los carteles de droga y crimen organizado. Pero la actividad criminal continúa aumentando, y un país que siga la ley sigue siendo difícil de alcanzar. La tasa de homicidios en México alcanzó el nivel más alto en 2018 y eso sigue en 2019.
La violencia ha afectado a la Iglesia Católica, la cual ha experimentado ataques a parroquias y el asesinato de sacerdotes.
El presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador creó una policía militarizada conocida como la Guardia Nacional para calmar la violencia en el país. Sin embargo, el primer despliegue de la guardia será en el área de Tapachula para frenar el flujo de migrantes huyendo de Centroamérica.
