El Obsequio de la sexualidad
ARZOBISPO JOSEPH E. KURTZ
A principios de su papado, el 5 de septiembre de 1979, el beato Juan Pablo II dio una serie de mensajes en las audiencias generales los días miércoles sobre el tema acerca del cual él había previamente estudiado y publicado artículos. Hubo 129 audiencias por un lapso de 5 años. Estas audiencias vinieron a ser llamadas “La Teología del Cuerpo”.
En resumen, la teología del cuerpo presenta una visión de la sexualidad como un tipo de lenguaje. La sexualidad es acerca de las personas y el uso propio del lenguaje realza lo mejor de cada persona; un uso impropio o pobre torna a las personas a objetos o cosas. Por favor vaya a https://www.ewtn.com/library/PAPALDOC/JP2TBIND.HTM
El papa Juan Pablo II nos recuerda la importancia de comenzar con una visión saludable de la sexualidad. Muy a menudo nuestra cultura ve el acto sexual como un instrumento- a veces simplemente como placer o poder- en lugar de su papel correcto como la expresión del amor fiel y permanente de un hombre y una mujer abierto a los hijos. Tal disminución conlleva a ver la sexualidad meramente como inclinaciones o deseos que pueden ser llevados sin consecuencia alguna hacia las personas involucradas.
Mientras me preparaba para esta columna, revisé la enseñanza en el Catecismo de la Iglesia Católica, que por cierto cumplirá 20 años el 11 de octubre de este año – el comienzo del “Año de la Fe”. Vale la pena estudiar dos secciones: el análisis de los Diez Mandamientos en la tercera parte titulada “La Vida en Cristo” y la segunda parte, una breve pero importante sección sobre el matrimonio.
La tercera parte (números 2331-2391) presenta una clara y hermosa visión cristiana de la sexualidad comenzando con “Hombre y Mujer Él los creó” y después tratando la vocación a la castidad, la cual pertenece a todos quienes buscan seguir a Cristo. Estas enseñanzas y especialmente las de matrimonio formaron las bases para la carta pastoral de los Obispos de los Estados Unidos, El Matrimonio: El Amor y La Vida en el Plan Divino (https://old.usccb.org/loveandlife/MarriageFINAL.pdf).
En el catecismo, la sección sobre castidad (2337-2359) vale la pena leerse para meditación. Para algunos, la castidad se malentiende como puritana u opuesta a la saludable expresión de sexualidad. Sin embargo, la hermosa virtud de la castidad es una a la cual las personas en todos los estados de vida son llamadas. Procede de una profunda consideración para la dignidad y totalidad de cada persona y de un profundo entendimiento del obsequio de la sexualidad y de la equidad y complementariedad de hombres y mujeres. Es alimentada por la caridad y apoyada por el dominio de sí mismo y la templanza. Para personas casadas, la castidad llama a la fidelidad al esposo y esposa, y para aquellos que no están casados se expresa en amistad casta.
Esta sección del catecismo explica entonces que la sexualidad es propia y moralmente expresada entre la unión permanente, exclusiva y vivificante de un hombre y una mujer en el matrimonio: “La sexualidad está ordenada al amor conyugal del hombre y de la mujer. En el matrimonio, la intimidad corporal de los esposos viene a ser un signo y una garantía de comunión espiritual. Entre bautizados, los vínculos del matrimonio están santificados por el sacramento”. (No. 2360)
Sin un entendimiento claro de esta enseñanza, perdemos nuestra comprensión del bien y el mal, y el obsequio de la sexualidad se vuelve superficial. Algunos han dicho que vivimos en un tiempo en donde el sexo es usado como un instrumento para alguna otra finalidad sin significado propio, y además vivimos en una época en donde muchos pasan por relaciones de ruptura, infelicidad y hasta cierta superficialidad. Esto no es una coincidencia.
Quizás el mayor defecto en nuestro modo de pensar hoy en día es que una inclinación o deseo es algo que todos tienen el derecho de realizar. En 1968, el papa Pablo VI predijo en Humanae Vitae cuando indicó que la ruptura del enlace del amor y la vida por una mentalidad anticonceptiva golpearía el sentido mismo de la sexualidad.
En la carta pastoral sobre el matrimonio, los obispos identificaron cuatro desafíos de la era: la práctica de parejas viviendo juntas previamente o como reemplazo del matrimonio (cohabitación); la ruptura del enlace esencial entre amor sexual y vida (contracepción); la prevalencia del divorcio en nuestra sociedad, y el movimiento a cambiar la definición del matrimonio fuera de la unión permanente y exclusiva de un hombre y una mujer.
Mientras estudia el obsequio del sexto mandamiento, por favor esté abierto a la gracia de Dios a recuperar y a descubrir el gran obsequio de la sexualidad que es expresado en la virtud de la castidad.
Política Pública
Hay mucho en las noticias acerca de nuestra visión católica sobre la sexualidad y de su impacto en políticas en nuestro país. Si bien esta visión es clara de adoptar para los creyentes, está fundada en la orden de la razón correcta y la naturaleza y así contribuye al bien común, como los otros mandamientos que involucran asesinato, robo o levantamiento de falsos testimonios. Cuando se trata de la ley, sin embargo, es nuestra responsabilidad como creyentes y personas de bien el de proponer y persuadir y de tomar parte en los procesos del gobierno de una manera responsable y respetuosa. Así mismo deberíamos trabajar juntos para asegurar la libertad religiosa de todos para así vivir sin violar nuestras conciencias y ejercer nuestros derechos como ciudadanos. Todos estos esfuerzos requieren de nuestro conocimiento informado y acción cívica.