Durante este Año Jubilar de la Misericordia, hemos estado reflexionando sobre el significado de la palabra misericordia y cómo vivirla. En el núcleo de la llamada a la misericordia está nuestro respeto por la dignidad de cada persona hecha a imagen y semejanza de Dios. Como un regalo de Dios, cada vida humana es sagrada desde la concepción hasta la muerte natural.
Aprendemos nuestros valores más profundamente en el contexto de las relaciones y de las familias, y el valor de la vida humana es uno que yo absorbí a una edad muy joven. Mi hermano George nació con síndrome de down. Era mayor que yo cinco años, empezó a vivir conmigo tras la muerte de mi madre, y fui su tutor y custodio hasta que murió 12 años después en 2002.
En la época en la que yo crecí, Georgie fue cariñosamente incluido en nuestra familia, en nuestra Iglesia, y en nuestro barrio. De hecho cuando no pudo ir al colegio después de 7º curso (no habían clases de educación especial en aquellos años), mis amigos y yo llevábamos a casa lo que habíamos hecho en el colegio y le “enseñábamos” lo que habíamos aprendido ese día.
Debido a esta experiencia de vida, desarrollé una pasión por la protección de la vida del no nacido y por la dignidad de aquellos con discapacidades físicas o de desarrollo. Las experiencias de vida con frecuencia nos conducen a desarrollar interés por ciertas cuestiones. Conozco a individuos que propugnan la abolición de la pena de muerte por su trabajo con presos condenados a pena de muerte. Otros han experimentado la injusticia de la discriminación y han dedicado sus vidas a trabajar en temas de justicia racial. He conocido a refugiados que han fijado su atención en ayudar a los recién llegados a nuestro país porque quieren dar por lo que ellos mismos recibieron.
Durante este Año de la Misericordia, esperamos promover una profundización de las experiencias y pasiones de vida centrándose en la totalidad y en las interrelaciones de los temas de la vida y los cimientos de estos temas en la enseñanza social católica. Muchas de nuestras oficinas se han unido para proporcionar esta oportunidad a través de la Conferencia de la Vida de la Archidiócesis de Louisville “Movidos por la Misericordia,” el sábado, 22 de octubre de 2016.
Una de las metas de esta Conferencia es unir e involucrar a aquellos a quienes su profundo compromiso y pasión abarca el espectro de los asuntos de la dignidad humana, desde el aborto a la pena de muerte a la inmigración al racismo. Otra meta es proporcionar inspiración y formación a todos los parroquianos, con la esperanza de que se motiven para unirse a este importante trabajo, especialmente a través de nuestros comités de asuntos sociales y respeto a la vida de las parroquias.
Yo daré el discurso de apertura. La Conferencia también contará con testigos que compartirán sus historias personales de recibir y dar misericordia en el contexto de cuatro temas de vida: el aborto, la pena de muerte, la inmigración y el racismo.
La Conferencia se llevará a cabo en la Parroquia de San Miguel (3705 Stone Lakes Drive en Louisville) y comenzará a las 8:30 a.m. El almuerzo lo dará la Escuela Culinaria de la Mesa Común de Caritas Parroquial, y la Conferencia terminará con una Misa. Concluiremos a las 2:30 p.m. Tendrá un coste de $30 por persona (con un coste de $50 para las parejas casadas y $20 para los estudiantes), y os podéis registrar en www.archlou.org/life.
Me encantaría ver la Conferencia llena de aquellas personas que han estado involucradas en estos temas de vida y también llena de nuevas caras de aquellos quizás no tan informados en estos temas o de aquellos que buscan formas de involucrarse en los ministerios parroquiales. Una invitación personal es la forma más efectiva. Así que os invito a todos aquellos que trabajáis en vuestras parroquias en los comités de respeto a la vida y asuntos sociales a que vengáis a esta Conferencia y a que invitéis personalmente a otro parroquiano para que os acompañe. Aprender y rezar juntos con parroquianos de toda la Archidiócesis es una experiencia muy poderosa.
Que por la intercesión de San Juan Pablo II, cuya fiesta se celebrará el 22 de octubre, nos reunamos para promover la dignidad de la vida y canalicemos nuestra pasión y entusiasmo para construir una cultura de vida. Espero veros el 22 de Octubre en la parroquia de San Miguel.
Arzobispo Joseph E. Kurtz
