Esperanza en El Señor — Tres Teresas y la causa de la vida humana

Archbishop Joseph E. Kurtz

Podemos aprender mucho de los santos sobre el respeto por la vida humana. El 5 de septiembre celebramos la fiesta de Santa Teresa de Calcuta, quien buscó a los seres humanos más pobres y olvidados en las calles de Calcuta y a quienes trató siempre con ternura.

No puedo evitar creer que el testimonio de ella, junto con el de San Francisco de Asís, estaba en la mente del Papa Francisco cuando escribió su reciente encíclica “Fratelli Tutti” – “Todos los Hermanos y Hermanas”, en la que promueve una hermosa fraternidad y amistad social en nuestra casa común en un momento en que la pandemia y otros problemas nos dividen. “Anhelo que en esta época que nos toca vivir, reconociendo la dignidad de cada persona humana, podamos hacer renacer entre todos un deseo mundial de hermandad. Entre todos.” (N8) Santa Teresa de Calcuta se erige con valentía como alguien que atravesó las divisiones con la gracia de Dios y un profundo respeto por cada persona.

Recordamos a la segunda Teresa – de Lisieux – mientras buscamos su intercesión el 1 de octubre. Ella es famosa como una Carmelita contemplativa por su “pequeño camino”. Recientemente participé en un evento virtual para honrar y promover el trabajo del Little Way Pregnancy Resource Center cerca de la Iglesia St. Louis Bertrand. En sus 36 años de servicio a las madres embarazadas y a sus hijos, no nacidos y nacidos, el centro está inspirado por Santa Teresa de Lisieux y sus pequeños actos de humildad. Sus actos de amor compasivo, unidos al poder de la gracia de Dios, están logrando grandes cosas en las vidas de familias reales. Aquí está el enlace al evento. Tiene una duración de 30 minutos y vale la pena verlo. Ver https://littleway.org/benefit-view/.

Hoy el 15 de octubre saludamos a la tercera Teresa, santa Teresa de Ávila. Ella entró en la Comunidad Carmelita en 1535 y es conocida como una gran mística de la Iglesia, así como una gran activista. Recientemente leí que caminaba constantemente mientras establecía tantos conventos y por eso la conocían como la “andariega” o santa caminante.

Es apropiado que el 27 de octubre me uniré con Ed Harpring y con muchos del departamento de Respeto a la Vida de la Arquidiócesis para promover un programa especial de un año titulado “Caminando con las Mamás en Necesidad”. El programa apareció en un reciente artículo en la portada de The Record. Consulte https://therecordnewspaper.org/archdiocese-of-louisville-looks-for-ways-to-walk-with-moms-in-need/. A pesar de la retórica, al contrario, mi experiencia es que no hay división en el movimiento provida entre quienes promueven la protección de niños inocentes en el útero al oponerse al aborto y quienes están dispuestos a ayudar a las madres reales que luchan hoy.

Este programa de un año de duración “Caminando con las Mamás en Necesidad” es promovido por el Comité de Actividades Pro-Vida de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos, del cual soy un consultor. El arzobispo Naumann de Kansas City anunció esta iniciativa en la Vigilia y Reunión de la Marcha por la Vida de enero en Washington, D.C. Podemos estar orgullosos del trabajo de Caridades Católicas y de las muchas iniciativas parroquiales por sus esfuerzos promocionales en los 24 condados de la Arquidiócesis de Louisville.

Su apoyo anual a Opportunities for Life permite que existan becas apoyando este y otros esfuerzos. Un programa local es el especial “Mamás que ayudan a las Mamás”, que es un grupo de madres que caminan y asesoran a mujeres que están pasando por un embarazo no planeado. Otro es “Las manos de Gianna”, que se centra en ayudar a las nuevas madres, casadas o no, dentro de una parroquia determinada y que reconocen la llegada de un nuevo bebé. En todos estos esfuerzos, nuestra Iglesia local pone en práctica nuestra defensa valiente y compasiva por el niño en el vientre, por su madre y por toda nuestra sociedad.

Durante este Mes de Respeto a la Vida, únase a mí en una oración especial por las madres embarazadas:

“Oh Madre bendita, tú recibes la buena nueva de la encarnación de Cristo, tu hijo, con fe y confianza. Otorga tu protección a todas las madres embarazadas que enfrentan dificultades.

Guíanos en nuestros esfuerzos por hacer de nuestras comunidades parroquiales lugares acogedores y de asistencia para las madres en necesidad. Ayúdanos a convertirnos en instrumentos de amor y compasión de Dios.

María, madre de la Iglesia, ayúdanos amablemente a construir una cultura de vida y una civilización de amor, junto con todas las personas de buena voluntad, para alabanza y gloria de Dios, Creador y amante de la vida. Amén”.

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