Durante este verano de disturbios a través de los Estados Unidos, muchos han buscado en la Iglesia un camino hacia la paz y la unidad. Después de los ataques mortales sobre oficiales de policía en Dallas durante una concentración de protesta con motivo de la muerte de dos hombres en Luisiana y Minnesota, hice un llamamiento a la oración, a la reflexión, al civismo y al diálogo pacífico. Después nombré al Arzobispo Gregory de Atlanta para que encabezara un grupo de trabajo especial que hiciese recomendaciones concretas a la Conferencia Episcopal para dar cuerpo a esta llamada. El primer paso de este grupo de trabajo fue basar nuestros esfuerzos en la oración conjunta.
El viernes, 9 de septiembre ha sido designado como ese momento de oración, y nosotros en la Archidiócesis de Louisville nos reuniremos como un sólo pueblo en la Parroquia de San Martín de Porres (3112 West Broadway) a las 7 p.m. para tener una tarde de oración. Tal oración nace de una convicción profunda. La convicción es esta: el amor vence al mal, y el regalo del amor viene de Dios, el Padre de todos nosotros. De forma que nos reuniremos para suplicarle que nos ayude a recibir adecuadamente este regalo y a compartirlo mientras caminamos con las comunidades que sufren y las ayudamos.
Será un viernes en el que nos reuniremos. Si bien el Viernes de la Semana Santa es justamente llamado Viernes Santo debido a la salvación forjada a través de la muerte de Jesús, todos los viernes conmemoran el amor sacrificial que nuestro Salvador nos dio para que podamos ser uno con Él. Como escribí en mi mensaje para anunciar este día de oración, “A mis hermanos y hermanas en Cristo, reunámonos en la Cruz de Jesús. Nuestro Salvador sufrió a manos de los peores impulsos de la humanidad, pero no perdió la esperanza en nosotros o en Su Padre celestial. A todas las personas de buena voluntad, roguemos para alcanzar la fuerza que resista ese odio que nos ciega a nuestra humanidad común”. Ya que vamos a guardar este día de oración en viernes, nuestro día tradicional de ayuno, invito también a los Católicos de toda la Archidiócesis a guardar un día de ayuno para dar a conocer nuestra necesidad de sanación y reconciliación.
Nuestra oración es para evitar a un “enemigo sin cara”. En un comunicado difundido después del ataque de Dallas en Julio, escribí: “La policía no es un enemigo sin cara. Son hijos e hijas que ofrecen sus vidas para proteger a sus hermanos y hermanas. Jesús nos recuerda, “Nadie tiene un amor mayor que este, el de dar su vida por la de un amigo” (JN 15:13). De la misma forma, los sospechosos de crímenes o en paradas de tráfico rutinarias no son sólo amenazas sin cara. Son miembros de nuestra familia que necesitan ayuda, protección y justicia.
Cuando la compasión no dirige nuestra respuesta a aquellos que sufren en cualquiera de esos grupos, hemos fracasado los unos a los otros.”
El grupo de trabajo recomendará pasos en el diálogo que nos lleven a una mayor unidad y a un mayor civismo. La necesidad de dar cada vez mayor valor a la vida y la dignidad de todas las personas, independientemente de su posición en la vida, nos llama a celebrar un momento de reflexión nacional. En los días venideros, buscaremos oportunidades de nutrir un diálogo abierto, honesto y cívico en temas de relaciones raciales, justicia restaurativa, salud mental, oportunidad económica y abordar la cuestión de la generalizada violencia con armas.
De manera apropiada, el 9 de septiembre es la fiesta de San Pedro Claver, quien en el siglo 17 trabajó incansablemente para liberar a aquellos que vivían en esclavitud y tratarlos con la dignidad que merecen como personas que han sido creadas a imagen y semejanza de Dios. Mientras trabajaba en Columbia, Suramérica, San Pedro Claver tocó la vida de miles de esclavos, uniéndolos a su salvador Jesús y llevando a sus vidas la esperanza de salvación, el conocimiento de la fe y el sentido de dignidad que les permitió crear una sociedad justa.
Que la intercesión de San Pedro Claver dé consuelo a todos los afectados y que nuestra conversación nacional dé el buen fruto de la sanación y la paz. Por favor vengan y únanse a mí en oración el viernes, 9 de septiembre, a las 7 p.m. en la Parroquia de San Martín de Porres.
Arzobispo Joseph E. Kurtz