Esperanza en El Señor — Remar mar adentro

El lunes, 14 de noviembre, di una homilía para la Misa de apertura en la iglesia St. Peter Claver en Baltimore, Maryland – para la reunión de otoño de los Obispos. Esta es la homilía:

Archbishop Joseph E. Kurtz
Archbishop Joseph E. Kurtz

Gracias, arzobispo William Lori, y gracias padre Josephite Ray Bomberger, S.S.J., y a los fieles de la iglesia St. Peter Claver por su cordial bienvenida.

Estimados hermanos Obispos,

Necesitamos escuchar el sonido de una voz y del movimiento de pies: una voz de nuestro Señor Jesús llamándonos a “remar mar adentro” – “duc in altum” – y, haciendo eco de Isaías: “Qué bien venidos, por los pasos del que trae buenas noticias que anuncia la paz, que trae la felicidad, que anuncia la salvación” (Isaías 52:7). Necesitamos “remar mar adentro” y “anunciar las buenas nuevas” si hemos de revertir la creciente violencia y la caída de la civilidad que asola a nuestra nación. Gracias, arzobispo Gregory y al Grupo de Trabajo para Promover Paz y Unidad de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos (USCCB), nombrado en julio de este año, por recomendarme que viniéramos a la iglesia St. Peter Claver con una comunidad que ha conocido una creciente violencia.

Sabemos que anunciar las Buenas Nuevas de Jesús es más que simplemente hacer una visita rápida en un camión. El anuncio debe ser acompañado por el diálogo enraizado en la verdad del Evangelio – un diálogo que promueva acciones responsables. Estos actos ocurrirán solo si cada uno de nosotros reconoce la dignidad inherente de cada ser humano – ciudadanos jóvenes y mayores, blancos y de color, en uniformes azules, cada ser humano.

Dicho diálogo comienza pero no termina con una presencia orante. Una voz de fe de la comunión de los santos, St. Peter Claver, nos guía. Él supo hace 400 años que una presencia acompañada por oración movería los corazones lejos de la violencia como una solución a condiciones terribles. El testimonio claro y brillante de St. Peter Claver – acercándose a aquellas personas agobiadas – se dio porque veía con la mirada de Jesús en cada encuentro con una persona, con una visión de dignidad.

St. Peter Claver no vino con los pies de un observador distante sino como uno que escuchó la voz de Jesús, con un corazón movido al compromiso. Para que la violencia decaiga y la civilidad incremente, cada uno debe de hacer su parte. La dignidad que es nuestra como hijos de Dios es un regalo, pero también es una tarea. Cuando era joven si hacía algo mal, mi querida madre rápidamente me hacia recapacitar con una simple frase: “Lo que hiciste está por debajo de tu dignidad”. Necesitamos sostenernos unos a otros con gracia por la dignidad que es nuestra.

Por medio siglo, el primero de enero, ha sido ocasión de un mensaje de paz del Santo Padre. Este mes de enero, el papa Francisco nos llamará a un camino de no violencia. A principios de este año él habló de las indiferencias como una barrera que nos ha llevado simplemente a culpar a otras personas por nuestras aflicciones. Este 9 de septiembre, en la fiesta de St. Peter Claver, me encontraba reunido en una iglesia llena en West Louisville. La iglesia estaba llena de personas de fe y buena voluntad, incluyendo a nuestro alcalde y jefe de la policía. En esa ocasión, recordé la nueva palabra por la paz que nos fue dada por el beato, el papa Pablo VI en 1967: desarrollo. Quizá podamos decir ahora: oportunidad.

En ese servicio de oración oramos para superar la indiferencia para que “la paz podría comenzar conmigo”. Toda nuestra oración fue sobre primeros pasos:

ν Saludarnos en la banqueta cuando pasamos.

ν Dar oportunidades para la educación, vivienda y lugares de trabajo marcados por una terrible privación.

ν Honrar a aquellas personas que salvaguardan nuestros barrios cada día.

Esta noche, nosotros los Obispos venimos juntos de lugares por toda la nación – lugares llenos a menudo con sueños destruidos, violencia y ausencia de civilidad. Venimos a estar presentes, para ver con nuestros propios ojos, para que humildemente tomemos el paso de liderar a otros a hacerlo. El camino del diálogo, difícil como es, comienza con el testimonio orante y humilde súplica.

Esta noche escuchamos una voz. ¿Cómo sonó la voz de nuestro Salvador para aquellos pescadores titubeantes en el Mar de Galilea? Cuando les dijo remar mar adentro, ¿podían ellos escuchar una voz comprensible de sus miedos y lastimaduras? Ellos habían tratado esto antes. La voz fuerte y confiada de Jesús ¿les dio el corazón para otro nuevo comienzo? Por veinte siglos esa voz ha cambiado los corazones, en su mayoría uno a la vez indudablemente en la comunidad. Cambia nuestros corazones, Señor Jesús.

Me han dicho que Flannery O’Connor, un novelista católico favorito, una vez habló de la salud como un movimiento – un movimiento del agradecimiento, a la pena, y a la misión.

ν Venimos agradecidos de que Dios nos ha creado a cada uno de nosotros como Sus hijos, a Su imagen.

ν Buscamos el perdón por las veces que no hemos tratado a otras personas con la dignidad que merecen o no hemos respondido a la dignidad que es nuestra.

ν Somos enviados en misión por la voz de nuestro Señor Jesus, resucitado y glorificado, que con confianza dice, “Duc in altum … remar mar adentro”.

Escucho el sonido de la voz y el sonido de los pies moviéndose. Rodeado por la creciente violencia y el decaimiento de la civilidad, la voz dice, “Remar mar adentro. Yo estoy contigo”. Los pies traen las Buenas Nuevas de Jesús, el Príncipe de la Paz. Que esta santa celebración de la Eucaristía en St. Peter Claver mueva nuestros corazones a un diálogo santo, fundamentado en el respeto. Que la paz de Cristo reine, que la violencia decaiga y la civilidad incremente. Amén.

ARCHBISHOP JOSEPH E. KURTZ

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