Esperanza en El Señor — “La Alegría del Amor” del papa Francisco

Archbishop Joseph E. Kurtz
Archbishop Joseph E. Kurtz

El novelista Walker Percy alguna vez enseñó un curso entero en literatura inglesa basado solamente en explorar el primer enunciado de las novelas — con la visión de que esas primeras palabras contienen la base de lo que la novela enseña. Este es buen consejo cuando ustedes tomen la nueva carta apostólica, “La Alegría del Amor” (o AL de manera corta del latín “Amoris Laetitia”). De hecho el título comienza la carta, con un primer enunciado que se despliega en los siguientes 325 párrafos: “La Alegría del Amor experimentado por familias es además la alegría de la Iglesia”.

Captando el espíritu de la primera frase, yo describe el regalo de AL en la conferencia de prensa en Washington D.C. como “… una carta de amor para las familias — una carta de amor que nos invita a todos nosotros, y especialmente a las parejas casadas y a las familias, de nunca dejar de crecer en el amor. También es una carta de amor que llama a la Iglesia, la familia de Dios, de darse cuenta cada vez mas de su misión de vivir y amar como familia”.

Vale la pena su atención a este documento de 240 páginas, ya sean sacerdotes predicando a una familia, a una pareja preparándose para el matrimonio o un miembro de la familia pasando por dificultades. Es probable formar una gran parte de enseñanza y preparación premarital. Algunas porciones encontrarán su camino en las homilías en bodas, y otras partes podrán ser la molienda de días completos de seminario para Obispos. Como las exhortaciones apostólicas que precedieron a AL, este documento tendrá gran impacto en la vida de la Iglesia y las familias dentro de la Iglesia con el tiempo.

El documento es una exhortación o aliento que fluye de los dos sínodos de los Obispos que se llevaron a cabo en el 2014 y 2015 en Roma. Yo tuve el privilegio de participar en ambos y puedo ver los frutos de los sínodos por doquier. Cada sínodo con un relatio finalis o documento final lleno con recomendaciones y próximos pasos ofrecidos como consejo al Papa. AL incluye varios números de citas de estos relatios de sínodos.

El documento también contiene la enseñanza y reflexiones personales del papa Francisco sobre el matrimonio y las familias en homilías, especialmente sus audiencias catequéticas los días miércoles. (Especialmente interesante es que San Juan Pablo II hizo un amplio uso de sus tempranas audiencias los días miércoles cuando se editaba la exhortación apostólica sobre la familia en 1981, “Familiaris Consortio”).

El papa Francisco da buen consejo para recibir este regalo, aconsejando que es largo y en partes complejo … por ello léanlo con paciencia y de manera lenta.
Mientras que cada uno se beneficiará de leer y reflexionar cada palabra, algunas secciones están escritas para alguna audiencia en particular. Por ejemplo, los miembros de la familia pueden usar secciones para un retiro o día de recolección – el capítulo 4 en la Primera Carta a los Corintios 13 y el capítulo 5 sobre el don de los niños son excepcionales. Grupos de estudio para aquellos recién casados o casados de hace bastante tiempo podrán encontrar los capítulos 1 y 9 que hablan sobre espiritualidad familiar los cuales valen la pena de cuidadosa reflexión.

Mientras que el papa Francisco dice que no intenta presentar un plan pastoral completo para el matrimonio y la familia, no obstante provee un fino marco con un gran resumen de Enseñanza de la Iglesia en el capítulo 3 y un arreglo de aplicaciones pastorales para cada estado de la vida familiar en los capítulos 6 y 7. Estos capítulos incluyen varias citas del “Catecismo de la Iglesia Católica” y las enseñanzas de Papas recientes, mientras que nuestro Santo Padre busca dar continuidad y estar en diálogo con sus predecesores.

Como el papa Francisco indica, el capítulo 8 llama a tener un cuidadoso acercamiento que requerirá reflexión sostenida. Tal reflexión, que nuestro Santo Padre tanto ejemplifica como también nos llama a practicar, apunta a abrir nuestros corazones a las enseñanzas de Jesús, proclamadas fielmente por la Iglesia, y a guiarnos más: hacia una formación apropiada de conciencia como el eco de la voz de Dios, una profundización de la vida virtuosa y un entendimiento del rol del foro interno para ambos. Esto finalmente guía a una invitación y acercamiento pastoral sólido bien fundado en la enseñanza de Jesús.

Hay tres puntos clave de AL para llevarse consigo:

1. Nuestros ojos primero deben de ver a la persona enfrente de nosotros – una que es amada por Cristo y su Iglesia, quien tiene un lugar en la Iglesia y que no debería de ser forzada a categorías definidas. No hay cambios en la enseñanza de la Iglesia pero hay un gran llamado para una nueva manera de acompañar a todos. (Este es el arte pastoral de acompañamiento que yo observé en los sacerdotes que yo admiré cuando se ordenaron en 1972. Parecían tener la habilidad de enseñar claramente la fe mientras caminaban gentil y lentamente escuchando a todos, especialmente a aquellos que se encontraban con algún problema).

2. La opción misionera hacia las familias y la familia en sí. Esta fue lo fundamental de mi intervención en el pasado sínodo de octubre. Aquellos que predican mas efectivamente acerca de la familia son aquellas familias ricas en alegría y amor y que humildemente y que sin pretensión son testimonio de ¡la alegría de la familia!
3. Somos llamados a desarrollar un nuevo lenguaje que permanece verdadero a la enseñanza de la Iglesia y que invita a aquellos que están distantes. Esto incluirá a ver en situaciones difíciles algunos pasos positivos sobre los cuales edificar. Por ejemplo, ver y articular en una pareja que no está casada su cuidado sacrificador de uno hacia el otro que apunta hacia una vida larga, compromiso fiel de un matrimonio cristiano o su amor por el cuidado de los niños que el mundo debería admirar claramente. Discernimiento y diálogo será fomentado por dicho alcance positivo.

Por medio de AL nuestro Santo Padre nos provee con una oportunidad activa en la cual reflexionar como cada uno de nosotros puede pertenecer más profundamente a Cristo e invitarnos a compartir el tesoro y la medicina de Jesús. La enseñanza de Jesús nos inspira a vivir la esperanza de Dios por nosotros, y la misericordia de Jesús cura y sostiene cuando nos quedamos cortos. Recordemos que ningún obstáculo es demasiado grande para que Cristo lo supere.

Arzobispo Joseph E. Kurtz

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