Esperanza en El Señor — El Papa y el Patriarca se reúnen

Arzobispo Joseph E. Kurtz
Arzobispo Joseph E. Kurtz

La cobertura del papa Francisco en su visita de tres días a Tierra Santa fue excelente. Fue una visita torbellino – reuniones con líderes de Israel y Palestina, visitando los santos lugares, orando en los Muros Sagrados y muros que los separan, acogiendo a rabís e imanes, invitando a presidentes de Israel y Palestina a reunirse con él en Roma para orar. Todos nosotros oramos por la paz mundial y oramos para que estos pasos humildes y a la vez audaces den fruto.

Debido a la gran cantidad de actividades, lo que pareciera haberse perdido fue la reunión histórica y declaración conjunta del patriarca ecuménico Bartolomé I de la Iglesia Ortodoxa y el papa Francisco. Su reunión recordó una reunión histórica similar que ocurrió hace cincuenta años entre el papa Pablo VI y el patriarca ecuménico Atenágoras. En preparación para su reunión me reuní con el arzobispo Demetrio, primado de la Iglesia Griega Ortodoxa en América y presidente de la Asamblea de Obispos Ortodoxos Canónicos en los Estados Unidos de América, para emitir una declaración de apoyo para su reunión. Vaya a este enlace a mi blog para que vean mi saludo en caso de que no lo hayan visto: www.archlou.org/jerusalem.

Con gran interes leí la “Declaración Conjunta” que firmaron y donde se comprometieron a continuar el camino hacia la unidad entre la Iglesia católica y la ortodoxa. Ellos abordaron muchos asuntos importantes: trabajar juntos para proteger la dignidad humana y la familia; construyendo una sociedad justa y humana; salvaguardando la creación de Dios, el derecho de libertad religiosa, buscando la reconciliación y unidad de la familia humana y respetando plenamente las legítimas diferencias.

Después se encontraba nuestra declaración básica: “Nuestro encuentro fraternal de hoy es un paso nuevo y necesario en el camino hacia la unidad en donde solamente el Espíritu Santo nos puede guiar, la de la comunión en legítima diversidad” Porque a menudo hablamos con razón de cultivar la diversidad como un regalo, estuve sorprendido por la frase “legítima diversidad”.

Al acercarse la gran celebración de Pentecostés, nos preparamos para una Misa especial de Pentecostés en donde la comunión con Cristo en medio de los diversos dones es vista en toda su riqueza. Mencioné en mi columna pasada cómo las personas pueden reunirse de una manera que une en una paz justa y duradera y también de una manera que divide porque el reunirse no está basado en la verdad y caridad. Contrasté la destructiva Torre de Babel en donde las personas buscaron su propio beneficio – una diversidad falsa – con el primer Pentecostés, que reflejó el verdadero aliento del Espíritu Santo. Pentecostés reunió a todas las culturas que escucharon las buenas nuevas en sus propios idiomas. A diferencia de Babel, en donde la torre era egocéntrica y promovía al individuo por encima de la verdad y por lo tanto dividía, Pentecostés unifica.

Algunas veces escucho a las personas que están impacientes con lo que parece un proceso lento de buscar unidad o de estar en comunión con Cristo. Ellos quisieran borrar las diferencias que interfieren en el camino para un acogimiento total. Sin embargo, hay gran sabiduría en la frase que los dos grandes líderes usaron: comunión en legítima diversidad. Aquí se indica el rechazo del Concilio Vaticano II al sincretismo que no tiene en cuenta la doctrina. La meta de la unidad no debe estar a expensas de la riqueza de la legítima diversidad que incluye muchos aspectos de la verdad, incluyendo el dogma.

Recientemente lei un libro fino escrito por Fr. Robert Imbelli titulado Rekindling the Christic Imagination: Theological Meditations for the New Evangelization. En una sección dio espacio al escrito de la novelista católica del sur, Flannery O’Connor, cuyos ensayos de The Habit of Being contiene algunas palabras provocativas sobre dogma y buenas relaciones. En esta época en donde algunos ven el dogma y la doctrina como “varas en el lodo” deteniendo el progreso a la unidad, ella los ve como los que proveen la garantía de unidad duradera y justa. Déjenme citar de Fr. Imbelli: “Flannery O’Connor alguna vez escribió: “Dogma es el guardián del misterio. Las doctrinas son espiritualmente significantes en maneras que no podemos percibir’. … Ella entendió que los dogmas y las doctrinas son mistagógicas: nos dirigen en la dirección del misterio inagotable y nos invitan a pensar más a fondo para que podamos tener vida. No son bloques en el camino, sino rieles que dirigen nuestra jornada de manera segura.

Con estos rieles seguros es que el papa Francisco y el patriarca Bartolomé buscan una mayor cooperación y, si Dios quiere, unidad total. Ellos están consientes que su cuidado en buscar la unidad legítima de diversidad es construyendo una base sólida. Tengo grandes esperanzas que ellos guiarán las Iglesias – Católica Romana y Ortodoxa – a lo largo de un camino de profunda colaboración por el bien de la sociedad y la cultura al nosotros buscar el camino de unidad verdadera.

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