Esperanza en El Señor — Bajando de la montaña

Archbishop Joseph E. Kurtz
Archbishop Joseph E. Kurtz

Hace dos semanas, participé en el Día Mundial de la Juventud (julio 26-31) en Cracovia, Polonia. También me pidieron que contribuyese a una serie de obras de reflexión en el Día Mundial de la Juventud llamadas “Los Miércoles del Día Mundial de la Juventud.” A continuación pueden leer mi contribución, titulada “Bajando de la Montaña,” la cual reflexiona sobre la Transfiguración (que se celebra el sábado, 6 de agosto) y cómo ésta se asemeja a la experiencia de los peregrinos del Día Mundial de la Juventud cuando regresan de Polonia y vuelven a sus vidas cotidianas en sus ciudades.

“Hagamos tres tiendas.” Casi puedo oír las palabras que San Pedro dijo a Jesús después de la edificante experiencia en el Monte Tabor ­— el día en que Jesús se transfiguró delante de sus ojos, y Moisés y Elías aparecieron — representando la profecía y la ley.

Usamos la expresión “estar en las nubes” cuando queremos decir que hemos sido barridos por una alegría que no podemos expresar. San Pedro claramente “estaba en las nubes!” Nos han dicho que el misterio de la transfiguración por el cual Jesús resplandeció como lo haría tras la resurrección — vislumbrando lo que quedaba por venir — fue tan espectacular que San Pedro quiso que esa experiencia continuara indefinidamente. ¿Cómo no podría haber querido que continuara?

Hemos estado en Cracovia con la juventud y con adultos jóvenes de todas partes del mundo reunidos en la fe y la alegría — con el Papa Francisco guiándonos. Qué apropiado es que esta semana el calendario de la Iglesia celebre — lo habéis adivinado — la Transfiguración de Jesús.

A diferencia de la tristeza de la vuelta a casa después de unas magníficas vacaciones, este descenso de la montaña es un encuentro – una experiencia de Jesús, de Iglesia, y quizás saborear un poco cómo será el cielo.

A diferencia de unas vacaciones en las que esperamos un regreso tranquilo a nuestras vidas cotidianas, en este caso esperamos que el encuentro nos haya hecho diferentes… y que saque lo mejor de nosotros. Esperamos que lo mejor de nosotros mismos siga viviendo y sea un testimonio del amor y la misericordia de Jesús. Hemos hecho amigos nuevos, nos han catequizado, y nos hemos encontrado con el Señor Jesús en la Santa Eucaristía.

Algún consejo es necesario.

1. Tómate un tiempo de reflexión en solitario y escribe las ideas en un papel de manera que no las pierdas y puedas volver a ellas para orar. Esta reflexión, oración, y diario volverá a encender la llama de la fe.

2. Escribe los nombres de amigos nuevos y de hecho, si tienes sus direcciones, escríbeles una nota en los primeros cinco días desde tu regreso. Mantén la amistad viva.

3. Celebra con tus compañeros peregrinos. Si te invitan a una reunión que te permita orar, reflexiona sobre tu experiencia, y celebra con los demás, ve! Mejor todavía, no esperes a que te inviten. Reúne tú a los demás.

4. Cuenta tus experiencias a tu familia. No tengas miedo de sentarte y compartir lo que has experimentado. Es una forma de dar testimonio de Cristo.

5. Renueva tu servicio a los demás. La alegría mana cuando de una forma generosa servimos en el nombre de Cristo. No persigas la alegría. Busca nuevas formas de servir. La alegría te acompañará.

6. Lleva a Jesús contigo. No tengas miedo. Las últimas palabras de Jesús según San Mateo (28:20) nos recuerdan, “Estoy contigo siempre hasta el final de los tiempos.” Pon tu confianza en Él. Al igual que San Pedro, deja las tiendas en la montaña. Regresa a casa y celebra lo que has experimentado: El Día Mundial de la Juventud de Cracovia de 2016.

ARZOBISPO JOSEPH E. KURTZ

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