Por Carol Glatz
CIUDAD DEL VATICANO — Salvaguardar a los menores y a las personas vulnerables debe ser una prioridad para todos en la Iglesia, dijo el Papa Francisco.
“Los principios de respeto por la dignidad de todos, de buena conducta y un estilo de vida sano deben convertirse en norma universal, independientemente de la cultura y la condición económica y social de las personas”, dijo durante una audiencia el 5 de mayo con el personal y los miembros de la Pontificia Comisión para la Protección de Menores en el Vaticano.
“Todos los ministros de la Iglesia deben respetar esta regla en el modo en que sirven a los fieles y éstos, a su vez, deben ser tratados con respeto y dignidad por quienes dirigen la comunidad”, dijo. “Al fin y al cabo, la cultura de la tutela (salvaguardia) sólo tendrá lugar si hay una conversión pastoral a este fin entre sus líderes”.
La comisión — dirigida por el cardenal Seán P. O’Malley de Boston, presidente de la comisión, y el padre oblato Andrew Small, secretario de la comisión — celebraba su asamblea plenaria del 3 al 6 de mayo en las nuevas oficinas de la comisión en el centro de Roma.
La Asamblea Plenaria se celebró varias semanas después de que el Padre Hans Zollner, jesuita y miembro de la comisión durante muchos años renunciara citando “problemas estructurales y prácticos” de la comisión y falta de “transparencia, cumplimiento y responsabilidad” entre las razones de su dimisión.
El padre Zollner había dicho que ya había problemas antes de que el Papa Francisco pusiera la comisión dentro del Dicasterio para la Doctrina de la Fe en junio de 2022, pero casi un año después de que la nueva organización entrara en vigor, dijo que todavía no entendía cómo se suponía que debían trabajar juntos los dos organismos.
En su discurso a la comisión, el Papa dijo que, dado que era la primera audiencia papal desde que la comisión se estableció formalmente dentro del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, “me gustaría ofrecerles algunas sugerencias”.
“El no haber actuado adecuadamente para afrontar y detener este mal (de los abusos sexuales) y asistir a sus víctimas ha mancillado nuestro testimonio del amor de Dios”, dijo.
De hecho, los pecados de omisión, dijo, “son muy reales, y dañan a la comunidad tanto como otros, si no más”.
Sin embargo, dijo, “no hemos permanecido callados o inactivos” en respuesta a los fracasos.
Por ejemplo, dijo que su documento “Vos Estis Lux Mundi” (Vosotros sois la luz del mundo), sobre las responsabilidades y la rendición de cuentas de los líderes, “está ahora permanentemente en vigor” como parte definitiva y ya no “experimental” de los procedimientos eclesiásticos.
El documento también establece normas para el apoyo pastoral a las víctimas y “en particular, pedimos que se prevean lugares de acogida de las acusaciones y de atención a los que dicen haber sido perjudicados”, dijo el Papa.
“No cabe duda de que se pueden introducir mejoras a partir de la experiencia, con las conferencias episcopales y los obispos a título individual, esto siempre es importante”, añadió el Papa.
Los miembros de la comisión, dijo, están “usando sus competencias y conocimientos para ayudar a reparar una terrible plaga en la Iglesia trabajando para ayudar a las diversas iglesias particulares” porque “la importancia de salvaguardar y proteger a los menores y a las personas frágiles debe ser una norma para todos” desde una diócesis y “sus parroquias y seminario hasta la formación de catequistas, profesores y otros trabajadores pastorales”.
Dijo sentirse alentado por los planes de la comisión de ayudar con programas de formación y asistencia a las víctimas en África, Asia y América Latina.
“No es justo que las zonas más prósperas del planeta cuenten con programas de protección bien formados y financiados, en los que se respeta a las víctimas y a sus familias, mientras que las de otras partes del mundo sufren en silencio, tal vez rechazadas o estigmatizadas”, dijo.
“Deben continuar los esfuerzos para mejorar las directrices y las normas de comportamiento del clero y de los religiosos”, dijo, pidiendo que se le informe sobre estos esfuerzos y que reciba un informe anual “sobre lo que considera que funciona bien o no, para que puedan introducirse los cambios oportunos”.
El Papa también esbozó tres principios que son “parte de una espiritualidad de reparación” contra abusos.
El primero, dijo, es que dondequiera que “la vida ha sido herida, estamos llamados a recordar el poder creador de Dios para sacar esperanza de la desesperación y vida de la muerte”.
Esto significa que, por muy difícil y exigente que sea la tarea que tengan por delante, “los animo a no estancarse, a seguir tendiendo la mano, a tratar de infundir confianza a quienes encuentran y compartan con ustedes esta causa común. No se desanimen cuando parezca que poco está cambiando para mejor”.
El segundo principio, dijo, es tratar de sanar las consecuencias del abuso y las heridas, la ruptura y la división que ha causado. “Lo que está roto no está destinado a permanecer roto” y “allí donde la vida está rota, les pido que ayuden concretamente a recomponer los pedazos, con la esperanza de que lo que está roto pueda recomponerse de nuevo”.
Un ejemplo de ello, dijo, sería lo ocurrido recientemente con un grupo de sobrevivientes que finalmente fueron invitados a sentarse con la dirección del instituto religioso que dirigía la escuela donde sufrieron abusos hace décadas.
Estos hombres querían “vivir sus últimos años en paz”, lo que significaba “reanudar su relación con la Iglesia que les había herido”, dijo el Papa. Querían ser escuchados y creídos, y querían un cierre, especialmente con respecto a las preguntas “que les habían perseguido”.
“En tercer lugar, los animo a cultivar un enfoque que refleje el respeto y la bondad de Dios mismo”, dijo, citando a Maya Angelou, poeta y activista, que escribió que “la gente olvidará lo que dijiste, la gente olvidará lo que hiciste, pero la gente nunca olvidará cómo les hiciste sentir”.
“Así que sean amables en sus acciones, soportando las cargas de los demás sin quejarse, pero considerando que este momento de reparación para la Iglesia dará paso a otro momento en la historia de la salvación”, dijo.
“Ahora es el momento de reparar el daño causado a las generaciones que nos precedieron y a los que siguen sufriendo”, dijo el Papa, recordándoles que un nuevo tiempo está siendo preparado por Dios, “fecundado por el trabajo y las lágrimas compartidas con los que han sufrido”.
“Por eso es importante que nunca dejemos de seguir adelante”, dijo.
