Octubre es el Mes del Respeto por la Vida. Durante este mes de cada año, la Iglesia nos invita a reflexionar sobre cómo estamos trabajando para respetar la vida humana y la dignidad de cada persona, desde el primer momento de la concepción hasta el momento de la muerte natural.
En el primer relato de la creación en el libro del Génesis, el punto culminante de la creación de Dios es la creación de la vida humana, la creación del hombre y la mujer, a imagen y semejanza de Dios. Como lo que fue creado, se nos permite ser participantes en la creación de Dios de la vida humana, que es una responsabilidad asombrosa y maravillosa que Dios nos ha regalado. Debido a esta responsabilidad, desde el primer momento de su concepción hasta el momento de la muerte natural, toda vida humana es santa y sagrada, independientemente de las circunstancias en que se produzca. Por lo tanto, debemos ver y respetar en la vida de cada persona, nacida y no nacida, la imagen y semejanza de Dios.
La dignidad de toda vida humana se arraiga en el amor de Dios, y la vida es buena; es muy buena. Dios permite a la humanidad participar en su don más grande, en su acto más generoso, que es la transmisión de la vida humana. Por lo tanto, en mi opinión, estamos en uno de los puntos más altos o quizás incluso el más alto de reflejar que estamos hechos a imagen y semejanza de Dios cuando, como Dios lo hace, vemos la bondad de toda vida humana y la reverenciamos. Por el contrario, y trágicamente, estamos en uno de los puntos más bajos lejos de lo que Dios nos ha creado para ser cuando no vemos la bondad de toda vida humana y cuando toleramos los males de la pena capital, el racismo, la eutanasia, el suicidio asistido, la trata de personas y el aborto, por nombrar algunos de los ataques contra la dignidad de la vida humana.
Cuando respetamos esta realidad de la dignidad de toda vida humana, el don más precioso de Dios, honramos el amor desinteresado del creador y nos mostramos dignos receptores de un regalo tan grande, dignos receptores de la gran confianza que Dios ha compartido con nosotros. El relato de Génesis de la primera historia de la creación nos recuerda la bondad de toda la creación, el amor desinteresado de Dios que todos estamos llamados a reflejar lo mejor que podamos, y la importancia de toda vida humana y nuestro llamado a respetarla. Estamos llamados a no centrarnos en nosotros mismos o ser egoístas en nuestra respuesta a todo lo que Dios ha confiado a nuestro cuidado. Más bien, brillamos más completamente como creados a imagen y semejanza de Dios cuando respetamos toda la vida humana.
Al reconocer de manera especial la bondad y la dignidad de toda vida humana durante este mes, busquen más información de su parroquia y de la Oficina de Ministerio para la Familia y la Vida (https://www.archlou.org/pro-life-ministries/) sobre cómo pueden construir una cultura de vida. Que otros sean testigos por medio de nuestras acciones del amor de Dios por todos y acepten el desafío de ser lo que Dios nos ha creado a todos ser, respetando el don precioso, frágil y, al mismo tiempo, maravilloso de la vida humana.