Por Carol Zimmermann, Catholic News Service
WASHINGTON (CNS) – Hablando de manera despaciosa y deliberada, la hermana dominica Diana Momeka de Irak, presionó en una audiencia del 13 de mayo a un comité del Congreso a que se les preste ayuda a los refugiados cristianos desplazados de Irak para que “puedan volver a casa”.
“No queremos otra cosa sino regresar a nuestra vida; no queremos otra cosa sino regresar a casa”, dijo la hermana Diana, religiosa dominica de Santa Catalina de Siena de Mosul, Irak, ante un comité de la Cámara de Asuntos Extranjeros.
Durante la audiencia, la hermana Diana fue una de cuatro mujeres que hablaron de la urgente necesidad de no solamente ayudar y proteger a las minorías religiosas, sino también de preservar y salvar los lugares religiosos.
Contando su propia experiencia, la hermana Diana dijo que una bomba había explotado en el convento de las hermanas en Mosul en 2009. Las hermanas resultaron ilesas, pero se vieron forzadas a dirigirse a Karakosh en la planicie de Nínive de Irak. El año pasado, contingentes del organización estado islámico, conocido como ISIS, invadieron la región, forzando a las hermanas a huír una vez más.
Y dijo que los alzados de ISIS les habían dicho a los cristianos que se convertían al islam y pagaban tributo a ISIS o se iban del lugar “sin nada más que la ropa que traían puesta”.
En su caso, la hermana salió solamente con su hábito y su bolso, en el que afortunadamente llevaba su pasaporte. Otras hermanas, dijo, no habían podido sacar sus documentos importantes antes de que fueran forzadas a salir.
Las hermanas dominicas se unieron a más de 120,000 personas desplazadas y carentes de hogar en la región del Kurdistán de Irak. Y dijo ante los miembros del comité de la Cámara que sufrir este desarraigo y robo “de todo lo que poseían los cristianos, desplazaron cuerpo y alma, despojándolos de su humanidad y de su dignidad”.
Con lectura de su texto preparado de antemano, la hermana les dijo a los miembros del Congreso y a las personas presentes en la audiencia que “el plan de ISIS era el de limpiar el territorio de cristianos y borrar de la tierra toda evidencia de que alguna vez hubieran existido en el lugar”.
“Esto es un genocidio cultural y humano”, dijo, añadiendo que la pérdida de la comunidad cristiana “ha puesto a toda la región al borde de una terrible catástrofe. Los cristianos han sido durante siglos el puente que conecta la cultura de oriente con la de occidente. Al destruír este puente se deja a la zona aislada, sin cultura, en conflicto, vacía de diversidad cultural y religiosa”.
Y dijo que la primera cosa a lograr es ayudar a que los cristianos iraquís regresen a su hogar respectivo, liberando a la región del control de ISIS. Y después, habrá necesidad de desplegar un gran esfuerzo para la reconstrucción de caminos, restauración de agua, electricidad y edificios, incluyendo iglesias y monasterios.
Cuando un miembro del Congreso le preguntó sobre otras necesidades, la hermana Diana enfatizó la urgencia de ayuda psicológica para las personas refugiadas de grupos minoritarios.
“No tenemos programas sólidos”, dijo, haciendo notar que una mujer del grupo Yezidi, que se había acercado a las hermanas pidiendo ayuda, había sido violada repetidamente por miembros de ISIS y que había sufrido quemaduras. “No se puede controlar cuando cuenta su historia”, dijo la hermana Diana, añadiendo que las hermanas estaban tratando de buscarle ayuda y tratamiento.
También dijo ante el comité que las personas con las que trabajan las hermanas no han perdido la fe a pesar de las tribulaciones que han sufrido. “Nuestra fe ha aumentado y nos ha hecho más fuertes”, dijo.
“Fuimos desplazados y, sin embargo, la mano de Dios está todavía con nosotros. En medio de las tinieblas vemos a Dios que nos sostiene”, dijo, refiriéndose a ello como “un dón del Espíritu Santo que nos da fortaleza para seguir en nuestro país y conservar la esperanza de que algún día volveremos a casa”.
La hermana dijo que le era difícil hablar de la situación de los cristianos en Irak.
“Como hermana religiosa, no estoy a gusto con los medios de difusión y tanta atención”, dijo. “Pero estoy aquí y estoy aquí para pedirles, para implorarles a nombre de nuestra común humanidad que nos ayuden. Permanezcan con nosotros, como nosotros, cristianos, hemos permanecido con toda la gente del mundo y ayúdenos”.