El Papa León asegura a los pobres que son amados por Dios y pide a los gobiernos que actúen

Por Cindy Wooden, Catholic News Service

CIUDAD DEL VATICANO (CNS) — Antes de reunirse con cientos de personas para almorzar, el Papa León XIV celebró una Misa con motivo del Jubileo de los Pobres y rezó para que todos los cristianos compartieran “el amor de Dios que acoge, perdona, venda las heridas, consuela y sana”.

Ante miles de migrantes, refugiados, personas sin hogar, desempleados y miembros de la comunidad trans presentes en la basílica de San Pedro o que seguían el evento desde la plaza de San Pedro, el Papa León les aseguró: “En medio de las persecuciones, los sufrimientos, las dificultades y las opresiones de la vida y la sociedad, Dios no nos abandona”.

Más bien, “se presenta como Aquel que aboga en favor nuestro”, dijo el Papa en su homilía del 16 de noviembre, día en que la Iglesia celebra la Jornada Mundial de los Pobres.

Voluntarios del Vaticano, de la diócesis y de organizaciones benéficas católicas con sede en Roma se unieron a las personas a las que ayudan para asistir a la Misa. La organización benéfica francesa Fratello organizó una peregrinación internacional, trayendo a Roma a cientos de personas para asistir a la Misa, visitar las principales basílicas de Roma y participar en servicios de oración.

El Vaticano dijo que 6.000 personas asistieron a la Misa en la basílica y otras 20.000 la vieron en pantallas desde la plaza de San Pedro. Cuando el Papa León dirigió el rezo del Ángelus, había unas 40.000 personas en la plaza.

Después del Ángelus, como parte de la celebración del 400 aniversario de su fundación, los Padres Vicentinos patrocinaron y sirvieron un almuerzo para el Papa y sus invitados. Miembros de las Hijas de la Caridad y voluntarios de organizaciones vicentinas ayudaron a servir la comida y repartieron 1.500 mochilas llenas de alimentos y productos de higiene.

El almuerzo consistió en un primer plato de lasaña de verduras, seguido de chuletas de pollo y verduras, y terminó con “baba”, un pequeño pastel napolitano empapado en almíbar. También se ofrecieron panecillos, fruta, agua y refrescos.
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Antes de la Misa, el padre Tomaž Mavric, superior general de los vicentinos, entregó simbólicamente al Papa León las llaves de las casas de la “Campaña de las 13 Casas” de los vicentinos. El nombre del proyecto, que ha construido viviendas para los pobres en todo el mundo, es un homenaje a San Vicente de Paúl y a su decisión en 1643 de utilizar una donación del rey francés Luis XIII para construir 13 pequeñas casas cerca de la sede vicentina en París para cuidar de los niños abandonados.

En su homilía durante la Misa, el Papa León señaló cómo la Biblia tiene “Este hilo conductor (que) recorre toda la Escritura, narrando la historia de un Dios que siempre está del lado de los más pequeños, del huérfano, del extranjero y de la viuda”.

En la vida, muerte y resurrección de Jesús, “la cercanía de Dios alcanza la máxima expresión del amor”, dijo. “Por eso, la presencia y la palabra de Cristo se convierten en un júbilo y un jubileo para los más pobres, ya que Él vino a anunciarles la Buena Nueva y a proclamar el año de gracia del Señor “.

Aunque el Papa agradeció a los católicos que ayudan a los pobres, dijo que quería que los propios pobres escucharan “las palabras irrevocables del mismo Señor Jesús: ‘Dilexi te, te he amado'”.

“Sí, a pesar de nuestra pequeñez y pobreza, Dios nos mira como nadie más y nos ama con un amor eterno”, dijo el Papa, “Y su Iglesia, aún hoy, quizá especialmente en nuestro tiempo, todavía herida por pobrezas ?antiguas y nuevas?, desea ser ‘madre de los pobres, lugar de acogida y de justicia'”, dijo, citando su exhortación sobre el amor a los pobres.

Aunque hay muchas formas de pobreza –material, moral y espiritual–, lo que las atraviesa a todas y afecta especialmente a los jóvenes es la soledad, dijo.

“Ella nos desafía a mirar la pobreza de modo integral, porque ciertamente a veces es necesario responder a las necesidades urgentes, pero en general lo que debemos desarrollar es una cultura de la atención, precisamente para romper el muro de la soledad”, dijo el Papa. “Por eso queremos estar atentos al otro, a cada persona, allí donde estamos, allí donde vivimos”.

La pobreza es un reto no solo para quienes creen en Dios, dijo, y pidió “a los Jefes de Estado y a los Responsables de las Naciones a escuchar el grito de los más pobres”.

“No podrá haber paz sin justicia”, dijo el Papa León, “y los pobres nos lo recuerdan de muchas maneras, con su migración, así como con su grito tantas veces sofocado por el mito del bienestar y del progreso que no tiene en cuenta a todos, y que incluso olvida a muchas criaturas abandonándolas a su propio destino”.

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