
Por Cindy Wooden, Catholic News Service
CIUDAD DEL VATICANO – En este año jubilar dedicado a la esperanza, el Papa León XIV y los líderes cristianos conmemorarán a los “nuevos mártires y testigos de la fe”, personas cuyas vidas fueron signos de esperanza para quienes les rodeaban y que murieron firmes en la esperanza de ser acogidos en la presencia de Dios, según ha declarado el secretario del Dicasterio de las Causas de los Santos del Vaticano.
El arzobispo Fabio Fabene, secretario de dicho dicasterio, dijo a los periodistas el 8 de septiembre: “El Papa León espera que la sangre de estos mártires sea semilla de paz, reconciliación, fraternidad y amor”.
Al igual que hizo San Juan Pablo II durante el Año Santo 2000, el Papa León presidirá un servicio ecuménico de oración por el Jubileo 2025 en conmemoración de los católicos, ortodoxos, anglicanos y protestantes que murieron por su fe entre 2000 y 2025.
El Papa Francisco había creado una comisión en 2023 para recopilar un catálogo de todos aquellos que derramaron su sangre para confesar a Cristo y dar testimonio de su Evangelio en los 25 años transcurridos desde el último Año Santo.
Esos mártires – católicos, ortodoxos, anglicanos y protestantes – serán recordados el 14 de septiembre, fiesta de la Exaltación de la Cruz, durante un servicio de oración en la Basílica de San Pablo Extramuros de Roma, un lugar frecuente para la oración ecuménica.
En una rueda de prensa celebrada el 8 de septiembre, Andrea Riccardi, historiador y vicepresidente de la comisión, afirmó que el catálogo incluye a 1.624 cristianos cuyos nombres fueron presentados por conferencias episcopales, órdenes religiosas y nunciaturas de todo el mundo.
Riccardi, quien también es fundador de la comunidad laica de Sant’Egidio, proporcionó un desglose continental de los asesinados: 643 personas en África; 357 en Asia y Oceanía; 304 en América del Norte y del Sur; 277 en Oriente Medio y el norte de África; y 43 en Europa, aunque 110 del total de los asesinados en otros continentes eran misioneros procedentes de Europa.
El arzobispo Fabene dijo que el Vaticano todavía estaba estudiando cómo, cuándo y si publicar los nombres en el catálogo, teniendo en cuenta la posibilidad de que hacerlo pudiera poner en peligro a otros cristianos que viven y ejercen su ministerio en las mismas zonas geográficas.
“Pusieron el ancla de su esperanza en Dios, no en el mundo”, dijo el arzobispo; “esperaban en el Señor y su recompensa será la vida eterna”.
Además, dijo monseñor Marco Gnavi, secretario de la comisión, “la esperanza que fue el motivo de sus vidas antes de su muerte trajo esperanza” en contextos en los que sus hermanos y hermanas a menudo eran víctimas de conflictos étnicos, persecución religiosa, crimen organizado o la negación mortal de sus derechos.
Por ejemplo, según los miembros de la comisión, la lista incluye a la hermana Dorothy Stang, miembro estadounidense de las Hermanas de Notre Dame de Namur, que fue asesinada a balazos en la Amazonía brasileña en 2005 por defender los derechos territoriales de los indígenas y los agricultores pobres.
El padre Angelo Romano, miembro de la comisión y funcionario del Dicasterio para las Causas de los Santos, declaró a Catholic News Service que el catálogo no forma parte del proceso católico oficial para reconocer el martirio de un posible santo, sin embargo, algunas de las personas incluidas ya tienen en marcha una causa de canonización, y otras causas podrían iniciarse en el futuro.
La conmemoración ecuménica que presidió San Juan Pablo II en 2000 se celebró en el Coliseo de Roma, símbolo de la persecución y el martirio de los cristianos. El padre Romano dijo que al Vaticano “le hubiera encantado” celebrar allí el servicio de oración de 2025, pero la ciudad de Roma tiene nuevas excavaciones arqueológicas justo fuera del Coliseo, lo que limita considerablemente el espacio disponible para los participantes.
Sabiendo que, como solía decir el Papa Francisco, el número de cristianos martirizados hoy en día es mayor que en los primeros siglos del cristianismo, los católicos no deben sentirse atacados, sino motivados a la solidaridad, dijo el padre Romano.
“Una sociedad que puede incluso mostrarse agresiva hacia la fe cristiana es una cosa; ser perseguido es otra”, afirmó. “La persecución significa que ir a Misa es un riesgo, que rezar es un riesgo, que ser cristiano es un riesgo, que practicar la caridad en nombre de la fe es un gran riesgo”.
“Otro error que creo que debemos evitar cuando hablamos del martirio – un error en el sentido estrictamente teológico– es tratar de entender el martirio solo en términos cuantitativos: cuántos hay”, dijo el sacerdote.
Las cifras ayudan a comprender la magnitud del fenómeno, dijo, “pero teológicamente debemos tener cuidado de no centrarnos demasiado en la cantidad, porque incluso un solo mártir es inmenso, enorme, un motivo de reflexión para toda la Iglesia”.
“En un mundo en el que hay tanto de qué preocuparse, incluido el aumento de la violencia a todos los niveles, el mártir es testigo de la esperanza no violenta”, dijo el padre Romano. “Un mártir elige no responder al mal con el mal, no responder al odio con el odio, sino con amor”.
Varios de los grupos de nuevos mártires mencionados en la rueda de prensa eran cristianos asesinados en iglesias durante ataques terroristas.
Se le preguntó al arzobispo Fabene si Fletcher Merkel, de 8 años, y Harper Moyski, de 10, que fueron asesinados a tiros durante una Misa escolar en la iglesia católica de la Anunciación de Minneapolis el 27 de agosto, podían considerarse mártires.
“Si una diócesis u otras realidades eclesiales locales nos presentan estas figuras como testigos de la fe, las examinaremos y veremos si pueden ser incluidas en la lista”, afirmó.