
Por Carol Glatz, Catholic News Service
CIUDAD DEL VATICANO — Dios es siempre misericordioso con todos, escribió el Papa Francisco.
Él “cura nuestras heridas para que nos podamos amar como hermanos”, dijo en el texto que preparó para la oración del Ángelus del mediodía del 30 de marzo.
Aunque el Papa, de 88 años, estaba de vuelta en el Vaticano y había aparecido brevemente en el balcón del hospital Gemelli de Roma el 23 de marzo, el domingo en que fue dado de alta, para ofrecer su bendición, estaba siguiendo las órdenes de los médicos de descansar y no hizo una aparición pública o televisada.
El mensaje del Papa se centró en la lectura del Evangelio del día, las parábolas de la oveja perdida y el hijo pródigo de Lucas 15,1-3.11-32. Los fariseos se escandalizan en lugar de alegrarse de que los pecadores sean acogidos por Jesús, por lo que Jesús les cuenta la parábola del hijo que dilapidó su herencia y se arrepintió y aun así fue amado y acogido por su padre.
“Así, Jesús revela el corazón de Dios: siempre misericordioso con todos”, escribió el Papa.
“Vivamos esta Cuaresma, sobre todo en el Jubileo, como un tiempo de curación”, escribió, diciendo que él también estaba experimentando este período como un tiempo de sanación “en el alma y en el cuerpo”.
“Por eso doy las gracias de corazón a todos aquellos que, a imagen del Salvador, son para el prójimo instrumentos de curación con su palabra y con su ciencia, con su afecto y con su oración”, escribió. “La fragilidad y la enfermedad son experiencias que nos unen a todos; pero con mayor razón somos hermanos en la salvación que Cristo nos ha dado”.
Como en los otros mensajes que difundió los domingos, el Papa también pidió oraciones por la paz, incluso en Myanmar, “que tanto sufre también por el terremoto”, e hizo dos llamamientos urgentes.
Respecto a la creciente inestabilidad tras el colapso del gobierno de unidad nacional en Sudán del Sur, el Papa renovó un “apremiante llamamiento a todos los líderes, para que hagan todo lo posible por reducir la tensión en el país”.
“Es necesario dejar de lado las divergencias y, con valentía y responsabilidad, sentarse alrededor de una mesa e iniciar un diálogo constructivo. Solo así será posible aliviar el sufrimiento de la querida población sursudanesa y construir un futuro de paz y estabilidad”, decía su mensaje.
También en Sudán, “la guerra sigue cobrándose víctimas inocentes”, dijo, e instó a la comunidad internacional a que “redoble sus esfuerzos para hacer frente a la terrible catástrofe humanitaria”.
“Exhorto a las partes en conflicto a que den prioridad a la protección de la vida de sus hermanos civiles; y espero que inicien cuanto antes nuevas negociaciones que puedan garantizar una solución duradera a la crisis”, escribió el Papa.
El Papa también elogió los “acontecimientos positivos” que están teniendo lugar en el mundo, por ejemplo, “la ratificación del Acuerdo sobre la delimitación de la frontera entre Tayikistán y Kirguistán, que representa un excelente resultado diplomático. Animo a ambos países a seguir por este camino”.