
Esta reflexión es parte de una serie enfocada en las 10 Prioridades Pastorales del Plan Pastoral Nacional para el Ministerio Hispano/Latino
La sociedad en la que vivimos es culturalmente diversa y esto se refleja también en la vida de la Iglesia. Los cambios demográficos en el país son muestra de ello, en donde las parroquias compartidas muestran esta diversidad que las enriquece. Sin embargo, el lograr contar con parroquias que florecen y son vibrantes, no es de un día para otro, sino que toma algo de tiempo lograrlo.
El primer objetivo del Plan Pastoral Nacional para el Ministerio Hispano/Latino hace mención de formar líderes colaborativos, tanto hombres como mujeres, ya sean laicos, ordenados, consagrados y seminaristas para “responder pastoralmente en un espíritu de sinodalidad a las demandas de una Iglesia culturalmente diversa” (pág. 38). Por lo tanto, la formación es esencial.
Entonces, ¿qué hay que considerar? De acuerdo con los enfoques pastorales, se requiere de la colaboración con parroquias, movimientos eclesiales, universidades/institutos, oficinas diocesanas entre otros. Considerar el idioma, cultura, accesibilidad al programa y utilizar los recursos: Desarrollando la Capacidad Intercultural de los Ministros y Mejores Prácticas en Parroquias Compartidas (pág. 38).
Reflexionando en ello, hago una conexión con la siguientes preguntas: ¿qué significa ser Iglesia? ¿qué imagen tengo de la Iglesia?, a pesar de que parezcan preguntas tan sencillas, estas encierran un mensaje profundo. De acuerdo con el CIC #777 La palabra “Iglesia” significa “convocación”. Designa la asamblea de aquellos a quienes convoca la palabra de Dios para formar el Pueblo de Dios y que, alimentados con el Cuerpo de Cristo, se convierten ellos mismos en Cuerpo de Cristo.
Por lo tanto, al convertirnos en Cuerpo de Cristo, los miembros del Cuerpo estamos llamados a la comunión. Es aquí donde deseo realzar la importancia de la formación para lograr la comunión con mis demás hermanos en Cristo. A esto se auna el segundo objetivo que trata sobre el acompañamiento a la comunidad hispana/latina en descubrir sus dones y discernir tanto su ministerio en la Iglesia como fuera de ella.
Cuando el ministerio hispano/latino comienza en una parroquia (etapa de crecimiento inicial), generalmente los primeros ministerios en los que las personas participan son aquellos relacionados a la liturgia. Pero la idea es que no se quede ahí por siempre, sino que continúe expandiéndose al ofrecer más ministerios. Por ello es la importancia de poner las energías y recursos en reconocer, fomentar, desarrollar los dones e invertir en la formación del liderazgo como se indica bajo los enfoques pastorales.
Como resultado, habrá un liderazgo bien formado que sirva en consejos y ocupe ciertos puestos dentro de los diferentes niveles de la Iglesia. Así mismo, ejercer la catolicidad en el ámbito público teniendo en consideración la Doctrina Social de la Iglesia; tanto en lo que realiza como en la toma de decisiones para el beneficio de todos, es decir, el bien común. ¿No es aquí donde claramente se observa la misión? Por lo tanto, al regresar a las preguntas iniciales, hay una clara conexión entre el Cuerpo de Cristo, la comunión y la misión.
La formación hará que seamos líderes interculturalmente competentes. Cabe señalar que esto no es algo nuevo. De hecho, un gran modelo es el apóstol San Pablo cuya formación podía tanto predicar a judíos como a griegos y romanos. ¡No es sorprendente!
Finalmente, el último objetivo hace referencia a un mayor acceso a programas de posgrado en donde la inversión y la colaboración son primordiales.
Los invito a reflexionar en esta área ministerial y a continuar revisando el Plan Pastoral Nacional para el Ministerio Hispano/ Latino.
Eva Gonzalez, directora de Ministerio Hispano, Arquidiócesis de Louisville.