Cuando se habla de los ministerios pro-vida en la Iglesia, lo primero que viene a la mente es la lucha contra el aborto en nuestras comunidades. Gracias a Dios, entre los años 2007 y 2015 el índice de abortos en la comunidad hispana / latina bajó por un 45%. Sin embargo, con un índice actual de 11.6 abortos por cada 1,000 latinas de 15 a 44 años de edad en nuestro país, los bebés en el vientre todavía necesitan de nuestra abogacía continua a favor de la vida humana.
Ante esta realidad, los delegados al V Encuentro Nacional de Pastoral Hispana / Latina recomendaron mayor coordinación entre las oficinas diocesanas y las parroquias para proteger y defender la vida y dignidad humana desde la concepción hasta la muerte natural. A la vez, destacaron las muchas otras amenazas a la vida y dignidad humana que afectan a la comunidad hispana, tales como: el suicidio y salud mental, la violencia doméstica, las pandillas y el crimen violento, acceso a servicios médicos vitales, el racismo y discriminación, los efectos mortales del alcohol y las drogas, la trata de personas, la pena de muerte, la eutanasia, el terrorismo y asesinatos en masa, el peligro de cruzar la frontera y los desastres naturales.
No hay soluciones fáciles para eliminar estas amenazas; ante todo se trata de un cambio de cultura que tiene dimensiones personales y sociales. Para promover ese cambio a una cultura integral de vida, lo más necesario es la formación en la fe. Nuestra gente necesita más que una explicación clara de la enseñanza de la iglesia sobre la vida y dignidad humana. También necesita oportunidades para poner en práctica los valores y las virtudes asociados con la dignidad humana, con momentos diseñados para dialogar sobre el contraste con los antivalores de la cultura de muerte. Luego debe seguir la mentoría o acompañamiento en la integración de los valores en el estilo de vida y el servicio a la comunidad total. También es imprescindible el testimonio vital del acompañamiento y cuidado pastoral compasivo de las personas que hayan fallado de alguna manera en su vida con actos y actitudes en contra de la vida y dignidad humana.
A la medida que nuestra comunidad haya integrado la enseñanza de la Iglesia sobre la cultura de vida en creencias firmes y comportamientos y actitudes congruentes con la fe, nuevos caminos sociales se abrirán para fortalecer la cultura de vida en las instituciones y sistemas legales de nuestro país. El cambio de leyes y estructuras no garantiza la protección de la vida y dignidad humana, pero sí representa un paso adelante hacia la Civilización del Amor que añoramos con fe. Mientras esperamos la gloriosa venida de Jesucristo para restaurar la justicia y el amor para siempre, trabajemos juntos para vivir en armonía con nuestra visión de una cultura de vida y hagámonos todo en nuestro poder para concientizar a los demás y dar testimonio —con obras, palabras y gestos— del amor de Dios que quiere a todos y nunca se olvida de nadie, sin importar su edad, tamaño o circunstancias de vida.
Ken Johnson-Mondragón es el Coordinador Nacional de la Consulta del V Encuentro
