Sepultan primer puertorriqueño víctima de asesinato masivo en Orlando

Por Wallice de la Vega, Catholic News Service

GUÁNICA, Puerto Rico (CNS) — Canciones sonaban el 18 de junio mientras un coche fúnebre tirado por caballos y una multitud llorosa salía de la Barriada Esperanza en Guánica con el cuerpo de Ángel Candelario Padró.

“Se fue, hermanito se fue, maldito destino se fue sin yo verlo otra vez”, decía una canción mientras los dolientes se reunieron para despedir a la primera víctima puertorriqueña en ser sepultada en su patria después del asesinato masivo del 12 de junio en el club nocturno homosexual Pulse en Orlando, Florida.

Candelario, técnico oftalmólogo de 28 años de edad que esperaba comenzar estudios doctorales en septiembre, fue sepultado con todos los honores militares debido a que también era capitán en la reserva del Ejército de Estados Unidos.

“Es triste lo que estamos teniendo que vivir”, dijo a Catholic News Service Jaime Cordero, amigo de toda la vida de Candelario, en el cementerio municipal de Guánica. “La comunidad LGBT y este pueblo completo está en solidaridad con su familia inmediata, aunque todos somos su familia”.

Un lacrimoso Cordero, envuelto el la bandera arcoíris que simboliza la comunidad lesbiana, homosexual, bisexual y transgénero, soltó una paloma blanca durante el funeral simbolizando “el alma de Ángel elevándose a Dios”.

“Cuando desperté el domingo a la noticia del asesinato salté a mi página de Facebook”, recordó Cordero “Cuando vi la nota ‘Enfermero desaparecido’, con la foto de Ángel, mi corazón se paró y empecé a buscar más información”.

El tiroteo dejó 50 muertos (incluyendo el tirador) y más de 50 heridos. Informes noticiosos reportaron que entre los asesinados más de la mitad era de origen puertorriqueño. Unas 300,000 personas de herencia puertorriqueña viven en la zona metropolitana de Orlando.

Todos los cuestionados durante el funeral sobre el carácter de Candelario tuvieron más o menos la misma descripción de él. “Ángel, eso es lo que era”, dijo Cordero. “Él no se metía con nadie, estudioso, respetuoso, alegre, una gran amigo y confidente. Así lo recordaremos siempre”.

La tía de Candelario, Leticia Padró, contó sobre el proceso del dolor de su muerte, con la ceremonia en el cementerio siendo solamente un capítulo.

“Tan pronto como vi las noticias comencé a llamarlo (a Candelario) y no respondía”, dijo Padró. “Así que me fui a Orlando, con la fe de que lo encontraría … pero no estaba preparada para tener que identificar su cuerpo”.

Padró añadió que Candelario se crió parcialmente en casa de ella y le confiaba sus asuntos privados.

“Él era un hijo más para nosotros”, ella dijo entre lágrimas. “Cuando recibí notificación de la policía, todos estos ‘flashbacks’ (de él cuando niño) volvieron … dije que lo traería de vuelta, pero no de esta manera”.

Amigos y parientes de Chicago, Orlando y New York, así como funcionarios municipales y territoriales estuvieron presente en el servicio fúnebre de Candelario.

Después de varias veladas en la zona de Orlando para las 23 víctimas puertorriqueñas de la masacre, el Departamento de Estado de Puerto Rico comenzó el 14 de junio la coordinación de la trasferencia de sus cuerpos a la isla. Los servicios fúnebres habían de continuar durante la semana del 20 de junio.

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