Reflexión sobre el Congreso Eucarístico

Eva Gonzalez

De acuerdo con lo informado por el Congreso Eucarístico Nacional, 60,000 católicos se reunieron en Indianápolis para el congreso. La fe de tantos católicos de diferentes partes de los Estados Unidos se proyectaba durante su participación en las diferentes presentaciones. En el día de apertura, el Nuncio Apostólico, cardenal Christophe Pierre, en su discurso hace una pregunta que captó mi atención. ¿Cómo sabemos que estamos experimentando un avivamiento Eucarístico?

Por un momento, varias imágenes venían a mi mente tratando de conectarlas a la pregunta. Escuché que el encuentro que tenemos con Jesús Sacramentado debe dar paso también a un encuentro con los demás, a ver el rostro de Jesus en toda persona. Así es, pensé. Ser verdaderas comunidades eucarísticas es la meta por lograr. Pero creo que solo sucede cuando hay una profunda conversión que como resultado hace ver las cosas de diferente manera.

Así mismo, se hizo alusión al Espíritu Santo, ya que el hombre por sus propias fuerzas no puede enfrentar los retos que se presentan en su vida. Al lado mío escuchando también el discurso se encontraba Peter Ductrám, senior director of Ministries de la Diócesis de Dallas quien compartió “es importante que nos dejemos guiar por el Espíritu Santo especialmente cuando es difícil ir a donde nos impulsa”. Así es, porque quizás el camino no sea tan sencillo por recorrer o como nos lo imaginamos. En ocasiones hay obstáculos que impiden el avance y causen frustración, en otros casos quizás no sea nuestra zona de confort. La palabra que se me vino a la mente es “confianza”. Tener confianza en aquel que nos guía, depositarnos en sus manos y dejar que lidere el camino.

En una de las presentaciones en español, el obispo Daniel Flores indicó varios puntos que también me ayudaron a reflexionar y los cuales comparto a continuación:

• El Evangelio se predica desde la pobreza de Cristo, ser humildes, es la manera de acercar a los demás.

• Salir, tocar al mundo con la pobreza de Dios, con el corazón y el compromiso.

El primer punto me hizo recordar la virtud de la humildad. En la Carta a los Filipenses 2:3 se indica “No hagan nada por rivalidad o vanagloria. Que cada uno tenga la humildad de creer que los otros son mejores que él mismo”. Además, el Catecismo de la Iglesia Católica #1803 define la virtud como “una disposición habitual y firme a hacer el bien. Permite a la persona no sólo realizar actos buenos, sino dar lo mejor de sí misma”. Creo que es importante evaluarse constantemente y preguntarse, cuáles son las carencias por superar para predicar desde la pobreza de Cristo. Quizás encontremos carencias que no se veían como tal anteriormente o que se desconocían. El reconocer y estar dispuesto a cambiar es un buen primer paso.

Finalmente, el segundo punto lo conecto a una serie de interrogantes que pudieran de alguna manera incitar a la reflexión de ustedes los lectores. ¿Con qué corazón me acerco a mi prójimo?, ¿qué me detiene a comprometerme a salir a tocar al mundo?

Eva Gonzalez, directora de Ministerio Hispano, Arquidiócesis de Louisville

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