Obispos mexicanos anuncian plan ‘familias sin hambre’ durante pandemia

Un trabajador municipal coloca un cartel con información cerca de personas sin hogar en la Ciudad de México el 31 de marzo del 2020, durante la pandemia de COVID-19. (Foto CNS — Gustavo Graf, Reuters)

Por David Agren
Catholic News Service

CIUDAD DE MÉXICO — Los obispos de México han pedido al gobierno federal que reconsidere su respuesta al COVID-19, exhortando al presidente a dejar a un lado una serie de megaproyectos y en su lugar invertir los fondos en asistencia a las familias que enfrentan dificultades causadas por la pandemia.

Los obispos anunciaron una iniciativa—”Familias sin hambre”—para combatir el hambre creciente causada por la pérdida de millones de trabajos y fuentes de ingreso de millones de mexicanos ante la propagación del COVID-19.

“Invitamos a quienes tienen el poder de decidir sobre los grandes proyectos y obras nacionales a considerar la oportunidad de destinar esos recursos, durante los meses en que muchos mexicanos no tienen trabajo, para mitigar las carencias de alimentos en muchos hogares de nuestra nación mexicana. Salud, alimentos y trabajo son exigencias ineludibles en esta emergencia sanitaria de COVID-19”, dijeron los obispos en una declaración del 24 de abril.

“Exhortamos y pedimos a todos los mexicanos, incluido el gobierno federal, los gobiernos estatales y municipales, a olvidarnos de intereses personales partidistas, ideológicos, políticos y religiosos para unirnos en la preservación de la vida de todo ser humano”.

La declaración aludía a proyectos impulsados por el presidente Andrés Manuel López Obrador, que incluyen una refinería de $8 billones, dos vías ferroviarias y un aeropuerto cerca de la Ciudad de México. El presidente ha proporcionado fondos para estos megaproyectos en medio de la crisis de COVID-19.

López Obrador también prometió medidas de austeridad económica como el recorte de los salarios de los burócratas y la eliminación de 10 agencias gubernamentales, mientras que rechazaba rescates a los negocios y alivios de impuestos. Su respuesta–en un país que no tiene seguro de desempleo–ha sido incentivar pagos de pensiones y proveer préstamos de 25,000 pesos ($1,000) a pequeños negocios.

México ha registrado 13,842 casos confirmados de COVID-19 y 1,305 muertes, informó el Secretariado de Salud el 26 de abril.

Hugo López-Gatell, vicesecretario de salud, dijo que esa cifra es probablemente ocho veces más alta ya que hay casos que probablemente no se han contado. Mientras tanto, los críticos dicen que, en su respuesta, el gobierno ha dependido más en los modelos de progreso de la enfermedad que de las pruebas.

López Obrador ha hablado con optimismo, a pesar de las predicciones por toda Latinoamérica, donde la mayoría de los gobiernos han tomado medidas mucho más drásticas, como cuarentenas.

“Vamos bien porque se ha podido domar la epidemia en vez de que se disparara como ha sucedido en otras partes”, dijo López Obrador el 26 de abril. Añadió que partes del país podrían volver a la normalidad ya el 17 de mayo, y las escuelas se abrirían el 1 de junio.

Los obispos de México están planificando para una pandemia de larga duración y están movilizando las agencias locales diocesanas de Cáritas y los equipos parroquiales para responder. En su llamada a la solidaridad, los obispos pidieron donativos para comprar despensas que serían entregadas por los equipos parroquiales. También anunciaron colaboraciones con organizaciones de empresariales y sociales.

“No iremos a las puertas para ver quién tiene hambre”, dijo el padre Rogelio Narváez, presidente de Cáritas México, que exhortó a la gente a contactar a las parroquias locales si tienen necesidad y a los vecinos a chequear unos con otros.

Los obispos también han establecido una línea de ayuda para personas que buscan atención psicológica o espiritual.

“La gente llama en situación desesperada, madres y padres, que no pueden dar de comer a sus familias”, dijo.

Los sacerdotes que sirven a poblaciones pobres y de clase obrera informan de situaciones parecidas en sus parroquias.

“La gente está en un aprieto … No saben de dónde van a conseguir dinero”, dijo el padre Robert Coogan, un sacerdote nortamericano en la ciudad norteña de Saltillo.

“Las iglesias están en un aprieto. Como no hay misas, no hay colecta del domingo, y por tanto, no tienen ningún dinero”, añadió.

En la parroquia de Corpus Christi en Ciudad Juárez, el padre Roberto Luna dijo que muchos trabajadores de las maquilas “están sin trabajo, o están recibiendo la mitad de su salario, lo cual crea necesidades”.

“La gente tiene miedo”, añadió, mencionando un aumento de personas que desean poner sus asuntos espirituales en orden. Una persona pasó por la parroquia y pidió: “Padre, bautice a mi hijo de 10 años porque me siento que me voy a morir, siento que está pandemia me va a agarrar “, dijo.

En el estado occidental de Michoacán, el padre Andrés Larios dijo que mucha gente vive “día a día”, piscando limas y “si un día no trabajan, al día siguiente no comen”.

Tal es el hambre, que los cárteles de droga están distribuyendo despensas, dijo el padre Larios.

Él le dijo a la gente en las redes sociales: “Vayan a la parroquia más cercana. Todos los sacerdotes de Apatzingan (su diócesis) están de acuerdo en que nadie pase hambre. Cada sacerdote hará todo lo que pueda para que ustedes puedan comer hoy”.

El gobierno estatal ha anunciado multas para los que salgan, algo que dijo el padre Larios que no es fácil de observar para personas que tienen hambre.

“Es fácil decir, ‘Quédense en casa'”, dijo. “Pero yo he oído a gente decirme: ‘Padre, me moriré de coronavirus o me moriré de hambre'”.

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