Por Gina Christian, OSV News
Los niños se encuentran entre quienes soportan las mayores consecuencias del incremento global de los conflictos armados y la creciente aceptación del uso de la fuerza como medio para resolver disputas, declaró un diplomático del Vaticano ante la Organización de Naciones Unidas.
“Demasiados niños siguen sufriendo reclutamiento militar, mutilaciones, secuestros y diversas formas de violencia, y muchos pierden la vida trágicamente”, declaró Monseñor Marco Formica, encargado interino de negocios de la Misión Permanente de Observación de la Santa Sede ante la Organización de Naciones Unidas.
Monseñor Formica pronunció una declaración en el debate abierto del Consejo de Seguridad de la ONU, celebrado el 26 de junio, sobre los niños y los conflictos armados.
El 23 de junio, la ONU publicó un nuevo informe sobre el tema, que concluyó que, en 2024, “la violencia contra los niños en los conflictos armados alcanzó niveles sin precedentes”, con un aumento del 25 % en comparación con 2023, un incremento que la ONU calificó de “abrumador”.
La agencia afirmó que “los niños se llevaron la peor parte de las incesantes hostilidades y los ataques indiscriminados”, así como del incumplimiento de los ceses del fuego, el incumplimiento de los acuerdos de paz y la profundización de las crisis humanitarias.
Las violaciones verificadas por la ONU afectaron a poco menos de 22.500 niños el año pasado, y tanto actores estatales como no estatales, que actuaron en gran medida “con impunidad”, demostraron “un patrón persistente y flagrante de violaciones graves” y la falta de respeto a las protecciones especiales que se otorgan a los niños en virtud del derecho internacional.
El informe concluyó que ” las fuerzas gubernamentales fueron las principales responsables de la matanza y mutilación de niños, así como de los ataques a escuelas y hospitales y de la denegación de acceso humanitario”.
El “fuerte aumento” de las múltiples violaciones contra niños mediante secuestros, reclutamiento militar y violencia sexual marcó “una alarmante escalada de la brutalidad”, afirmó la ONU en su informe.
Los datos también indicaron que el uso de empresas de seguridad privadas contribuyó a las violaciones contra la seguridad infantil, junto con los ataques directos contra ellos, el despliegue de armas cada vez más destructivas en zonas pobladas, el terror y daño psicológico a los niños, y los desplazamientos masivos.
“Estas acciones constituyen una profunda violación de la dignidad con la que Dios les otorgó (a los niños) y una incuestionable violación de su derecho fundamental a la vida”, declaró Monseñor Formica.
“Es particularmente alarmante que lugares que deberían seguir siendo refugios seguros e inviolables, como escuelas, hospitales y lugares de culto, sean cada vez más objeto de ataques”, afirmó. “En lugar de fomentar la educación, la sanación y el consuelo espiritual, estos espacios se están transformando en lugares de devastación y miedo”.
Además, destacó los efectos persistentes de la guerra “más allá del daño físico inmediato”, como las líneas telefónicas fijas y otras municiones sin detonar, que “representan amenazas a largo plazo e infligen un profundo trauma psicológico y emocional”.
Monseñor Formica enfatizó la “urgente necesidad de salvaguardar la vida y la dignidad de los niños afectados por conflictos armados”, con tres recomendaciones específicas.
“En primer lugar, nunca se debe impedir el acceso a la asistencia humanitaria”, dijo Monseñor Formica.
Haciéndose eco de los reiterados llamados del Papa León XIV, del difunto Papa Francisco y del arzobispo Gabriele G. Caccia, Observador Permanente de la Santa Sede ante la ONU, Monseñor Formica pidió “poner fin al uso, la producción y el almacenamiento de armas indiscriminadas, especialmente en zonas pobladas”, como “un paso vital para limitar el daño infligido a los niños”.
También instó a la ONU a garantizar que la protección de los niños afectados por conflictos armados siga siendo “una prioridad fundamental”.
