
By OSV News
Escuchar el tren acercarse y seguir su estridente rumbo, es parte de la rutina para los pobladores de la localidad Guadalupe, La Patrona, estado de Veracruz en México.
En este lugar el nombre de “La Bestia” no obedece a una leyenda urbana sino a cómo se le conoce comúnmente a la red de trenes de carga que atraviesa México, desde el sur hasta el norte, y que por años han sido el medio utilizado por miles de inmigrantes para llegar a la frontera con los Estados Unidos.
El trayecto es largo y peligroso ya que muchos se caen al quedarse dormidos por lo que algunos han muerto o han quedado mutilados. Muchas veces sin agua ni comida, bajo el sol y la lluvia, un gran número de inmigrantes han encontrado alivio en la ayuda brindada por un grupo de mujeres católicas llamado Las Patronas, el cual nació gracias a Leonila Vázquez Alvízar.
Esta iniciativa comenzó con un pedido de Leonila a dos de sus hijas mayores: ir a la tienda, al otro lado de los rieles del tren, por leche y pan. Sin embargo, a su casa llegaron con las manos vacías y sin dinero pues personas que venían en el tren les gritaron “madre, tenemos hambre, regálanos pan”.
Hace ya 30 años de aquel día en que la respuesta de “Doña Leo” sorprendió a sus hijas que esperaban un regaño al no llegar con el mandado. “Estuvo muy bien que se lo dieron porque si esa gente tiene hambre pues hay que ayudarla”, recuerda Norma Romero, una de sus hijas, quien es coordinadora y prometió continuar con el legado de su madre, que falleció el pasado 13 de abril a sus 89 años.
En los primeros años de Las Patronas, comentó Romero, sus padres trabajaban en el campo y siempre lograban recolectar víveres para preparar “lonches”, como le llaman ellos a las comidas preparadas y listas para consumir, para los migrantes que venían en La Bestia.
“Mi mamá súper linda se fue al mercado diciendo ‘mija vamos a conseguir gente que nos ayude’”, recuerda Norma, quien agrega que así empezaron a llegar donaciones de frutas, verduras, pollo, pan y otros alimentos.
Poco a poco se fueron sumando mujeres — mayormente católicas — a la causa y voluntarios que ayudaban a preparar y empacar los lonches que eran repartidos en los diferentes horarios cuando venía el tren. Y así se formó la organización humanitaria de las Patronas en 1995.
La ayuda parece ser un oasis de misericordia en medio del desierto de este drama migratorio que ha sido aprovechado por bandas criminales y carteles que secuestran, roban y en muchas ocasiones matan a quienes buscan llegar a suelo norteamericano. En este sentido, lugareños advierten que incluso a quienes quieren subir a La Bestia los criminales les cobran un dinero.
Valga decir que la técnica que ellas usan para hacer la entrega de estos lonches es permanecer a un lado de los rieles con un brazo extendido esperando que los inmigrantes atrapen rápidamente las bolsas con los víveres. Una escena que se repite cada vez que los maquinistas anuncian con tiempo su llegada con el fuerte sonido del silbato.
“Ella (su mamá) era una de las primeras que salía a correr”, recuerda Romero, quien agrega que “lo más bonito es haber compartido la comida con los muchachos, porque en ese momento ella empezó a decir ‘no, pues no alcanzaron, hay que cocinar más”.
Así han llegado a cocinar más de 500 lonches en un día, lo cual fácilmente puede ser la primera comida caliente que en días hayan probado estos migrantes.
“En el 2010, nosotros nos sorprendíamos porque eran 800 migrantes que subían al tren pero en diferentes momentos porque en ese entonces eran tres trenes que pasaban, uno en la mañana, uno al mediodía y el otro por la tarde”, recuerda Norma, haciendo la salvedad de que había un tren que pasaba a altas horas de la noche pero al que ellas no salían a su encuentro por seguridad.
Así se fue dando a conocer el trabajo de Las Patronas, cuyo nombre se acuñó gracias al nombre del pueblo. Desde sus inicios la comunidad se ha sumado donando alimentos, víveres y tiempo de servicio.
Documentalistas han dado cuenta del servicio a los migrantes que estas mujeres y los voluntarios han prestado por años de manera desinteresada.
Con el tiempo, también comenzaron a ayudar a migrantes heridos o fallecidos al caer del tren, llevándolos a hospitales o contactando los consulados para repatriar los cuerpos y notificar a sus familias. Desde entonces, brindan ayuda humanitaria y actúan como enlace entre migrantes y autoridades.
La migración ha cambiado en los últimos años, y según Romero, ya no se ve la misma cantidad de migrantes en La Bestia como antes, ya que muchos recientemente preferían unirse a las caravanas desde Sudamérica para cruzar hacia los Estados Unidos.
Anteriormente, explicó, en La Bestia venían migrantes de El Salvador, Nicaragua, Guatemala y Honduras. Actualmente muchos son de Venezuela, Colombia, Brasil, Haití, Camerún, Bangladesh y China.
Para Romero uno de los momentos que permanecerá en su memoria, fue su madre en la celebración del trigésimo aniversario de Las Patronas, donde compartió ampliamente con Monseñor Raúl Vera, el obispo emérito de la Diócesis de Saltillo, quien ha sido el padrino de cada aniversario de esta organización.
Ella trata de continuar el legado de su madre con Las Patronas mientras recuerda aquellas palabras de su madre al tratar de alimentar a cientos de migrantes cuando ella decía “Dios siempre va a proveer”.