La oficina del Sínodo proporciona directrices para ayudar a las iglesias locales y a los obispos a implementar la sinodalidad

Por Carol Glatz, Catholic News Service

CIUDAD DEL VATICANO – Las iglesias locales y los obispos de todo el mundo contribuirán decisivamente a la implementación de las propuestas y a la promoción del espíritu del documento final de 2024 del Sínodo de los Obispos sobre la Sinodalidad, según declaró la oficina sinodal del Vaticano.

Para llevar a cabo con mayor eficacia la misión de evangelización, la fase de implementación del sínodo “tiene como objetivo experimentar prácticas y estructuras renovadas, que hagan que la vida de la Iglesia sea cada vez más sinodal”, declaró la Secretaría General del Sínodo de los Obispos en un nuevo conjunto de directrices publicadas el 7 de julio.

“Concretamente, la prioridad es ofrecer al Pueblo de Dios nuevas oportunidades para caminar juntos y reflexionar sobre estas experiencias, a fin de acoger sus frutos en relación con la misión y compartirlos”,concluyó el texto.

El texto de 24 páginas, titulado “Pistas para la Fase de Implementación del Sínodo”, es una guía para obispos y equipos sinodales, y una invitación para que compartan sus iniciativas al aplicar las propuestas finales del Sínodo sobre la sinodalidad a nivel local. También busca responder algunas preguntas clave que la oficina recibió recientemente. El texto se publicó en varios idiomas en synod.va.

Dividido en cuatro capítulos, el documento ofrece respuestas a: ¿En qué consiste la fase de implementación y cuáles son sus objetivos?; ¿Quiénes participan en la fase de implementación? ¿Qué tareas y responsabilidades les corresponden?; ¿Cómo utilizar el DF (el documento final de la asamblea sinodal de 2024) en la fase de implementación?; ¿Qué método e instrumentos utilizar en la fase de implementación?

Las directrices subrayan cómo las iglesias locales deben desempeñar un papel activo en esta fase, incluyendo el acercamiento a comunidades diversas, como las marginadas, los jóvenes y quienes se resisten al proceso sinodal, porque, “para caminar verdaderamente juntos, no podemos prescindir de la aportación de su punto de vista”.

El compromiso debe extenderse más allá de la parroquia e incluir escuelas, hospitales, prisiones y plataformas digitales, afirmó, y deben fortalecerse las relaciones con las comunidades, movimientos y asociaciones religiosas para fomentar el intercambio de la diversidad de dones en favor de la misión.

La sinodalidad “no puede tratarse de un camino limitado a un núcleo de ‘entusiastas'”, afirmó.

“Por el contrario, es importante que este nuevo proceso contribuya concretamente ‘a ampliar las posibilidades de participación y el ejercicio de la corresponsabilidad diferenciada de todos los bautizados, hombres y mujeres’, en un espíritu de reciprocidad”, añadió. “Además, es fundamental que busque involucrar a quienes hasta ahora han permanecido al margen del camino de renovación eclesial que representa el Sínodo”.

El obispo diocesano o eparquial es el primer responsable de la fase de implementación, según las directrices. “Le corresponde a él iniciarla, indicar oficialmente sus tiempos, métodos y objetivos, acompañar su desarrollo y concluirla validando sus resultados”.

Esta fase “será una ocasión propicia para ejercitar la autoridad en estilo sinodal”, añadió, recordando a los obispos que no están solos y que deben animar a todos los miembros de la Iglesia a compartir el camino.

La contribución de los equipos sinodales y los órganos de participación “será igualmente esencial en la fase de implementación”, indicaron las directrices, por lo que “los equipos existentes deberán ser valorizados y renovados cuando sea necesario; los equipos suspendidos deberán reactivarse e integrarse adecuadamente, y deberán constituirse nuevos equipos donde aún no se hayan instituido anteriormente”.

Cada diócesis o eparquía también debe registrar su equipo sinodal en la oficina sinodal solicitando un enlace a su base de datos en synodus@synod.va para facilitar la comunicación y una coordinación eficaz, según se indica.

La fase de implementación del sínodo fue inaugurada por el Papa Francisco en noviembre de 2024, cuando instó a las iglesias locales, las conferencias episcopales y otros a implementar “las indicaciones autorizadas contenidas en el Documento, a través de los procesos de discernimiento y de toma de decisiones previstos por el derecho y por el Documento mismo”, escribió el difunto pontífice.

El período de tres años de implementación y evaluación a nivel local, nacional, regional e internacional culminará con una “asamblea eclesial” en octubre de 2028 en el Vaticano “para compartir los frutos de la fase de implementación y realizar una evaluación”, declaró la hermana Nathalie Becquart, misionera de Xavière y subsecretaria del Sínodo de los Obispos. “El primer paso es leer el Documento Final del Sínodo” ya que es el referente para esta fase de implementación, dijo la religiosa en una entrevista con Vatican News el 7 de julio.

Las nuevas directrices, por lo tanto, “Este nuevo texto es una herramienta para adentrarse en él y discernir cómo aplicarlo localmente, siempre con creatividad guiada por el Espíritu Santo” porque no se puede tener un único camino para todos en todo el mundo, añadió.

El documento final del sínodo “es el punto de referencia para la fase de implementación”, afirman las directrices.

La misión de proclamar el Reino de Dios constituye la columna vertebral y la meta principal del documento final del sínodo, señala el texto. “Las reflexiones sobre los instrumentos a adoptar o las reformas a realizar deben situarse siempre en el horizonte de la misión”.

El documento final promueve firmemente una iglesia cada vez más valiente en su compromiso, afirma, y ??”hace suya la visión conciliar de una Iglesia en el mundo, en
diálogo con todos, con las demás tradiciones religiosas y con toda
la sociedad”.

“Crecer como Iglesia sinodal capaz de diálogo tiene un valor de profecía social que comprende el compromiso por la justicia social y la ecología integral. Estas dimensiones no podrán ser descuidadas en la fase de implementación, llevando a crear oportunidades de diálogo a partir de las necesidades concretas de los territorios y de las sociedades en las que se vive”, señala el texto.

La hermana Becquart afirmó que las directrices y la fase de implementación son una excelente oportunidad para el “intercambio de dones” entre las iglesias locales, que es “un concepto clave del Documento Final”.

“Todos tenemos algo que dar y algo que recibir”, afirmó. “Este documento también pretende destacar que no se puede llevar a cabo la conversión sinodal en solitario, sino que es fundamental trabajar juntos como diferentes iglesias locales”.


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