Por Cindy Wooden, Catholic News Service
CIUDAD DEL VATICANO (CNS) — Una sociedad no puede pretender ser favorable a la familia si no adopta políticas que permitan a los padres y a los hijos pasar tiempo juntos en lugar de estar siempre preocupados por el trabajo, afirmó el Papa León XIV.
“En una sociedad que a menudo exalta la productividad y la velocidad a costa de las relaciones, urge devolver tiempo y espacio al amor que se aprende en la familia, donde nacen las primeras experiencias de confianza, de don y de perdón que tejen el entramado de la vida social”, afirmó el 24 de octubre.
El Papa Leo hizo estas declaraciones durante una reunión con profesores, personal, estudiantes y antiguos alumnos del Pontificio Instituto Teológico Juan Pablo II para las Ciencias del Matrimonio y de la Familia.
Elogiando la intuición de San Juan Pablo II por poner en marcha la escuela de posgrado y al Papa Francisco por insistir en que su plan de estudios fuera multidisciplinar, el Papa Leo pidió que se prestara especial atención a extraer y reforzar las reflexiones sobre el papel de la familia en la doctrina social católica.
El instituto, dijo, está llamado a contribuir a “la renovación continua del diálogo entre la vida familiar, el mundo del trabajo y la justicia social, abordando cuestiones de urgente relevancia como la paz, el cuidado de la vida y la salud, el desarrollo humano integral, el empleo juvenil, la sostenibilidad económica y la igualdad entre hombres y mujeres. Todos estos factores influyen directamente en la decisión de casarse y de tener hijos”.
La Iglesia y sus ministros no pueden “conformarse con hablar de la verdad” sobre el matrimonio y la vida familiar, dijo el Papa León, sino que deben “promover acciones concretas y coordinadas en apoyo de la familia”, incluso a través de políticas gubernamentales.
“La calidad de la vida social y política de un país se mide, en gran parte, por la manera en que permite a las familias vivir bien, disponer de tiempo para sí mismas y fortalecer los vínculos que las unen”, afirmó el Papa.
En “Amoris Laetitia” (“La alegría del amor”), la exhortación postsinodal del Papa Francisco de 2016 sobre el matrimonio, el amor y la vida familiar, el difunto Papa escribió con ternura a las mujeres embarazadas, instándolas a “custodiar la alegría de traer al mundo una nueva vida”.
“Sus palabras expresan una verdad sencilla pero profunda: La vida humana es un don y debe ser siempre acogida con respeto, cuidado y gratitud”, dijo el Papa León. Por lo tanto, ante tantas madres que viven el embarazo y la maternidad “en condiciones de soledad o marginación, siento el deber de recordar a todos que tanto la comunidad civil como la eclesial deben comprometerse con constancia para devolver a la maternidad su plena dignidad”.
El Papa también se refirió a lo que denominó “la creciente tendencia en muchas partes del mundo a no valorar o incluso rechazar el matrimonio”.
La primera respuesta de la Iglesia, dijo, es “ser atentos a la acción de la gracia de Dios en el corazón de cada hombre y de cada mujer. Aun cuando los jóvenes tomen caminos que no coinciden con los propuestos por la Iglesia, el Señor sigue tocando a la puerta de sus corazones, preparándolos para recibir un nuevo llamado interior”.
Los trabajadores pastorales de la Iglesia deben reconocer que “nuestra época está marcada no solo por tensiones e ideologías que confunden los corazones, sino también por una creciente búsqueda de espiritualidad, verdad y justicia, especialmente entre los jóvenes”, afirmó. “Acoger y cuidar este anhelo es una de las tareas más hermosas y urgentes que tenemos ante nosotros”.
