La Doctrina Social — El evangelio no cambia, segunda parte

Padre Claudio Stewart

Este artículo forma parte de la serie: La Doctrina Social de la Iglesia. Dicha serie, da continuidad a lo dialogado en el V Encuentro Nacional de Pastoral Hispana/Latina.

Este artículo está escrito bajo la perspectiva de “Juzgar” de la metodología Ver-Juzgar-Actuar.

El Magisterio, al invitar a los fieles a la acción, es decir a hacer una elección concreta a través del método del discernimiento a obrar según los principios y los criterios expresados en su doctrina social. La Iglesia les está ofreciendo el fruto de muchas reflexiones y experiencias pastorales maduradas bajo la asistencia especial prometida por Cristo a su iglesia a lo largo de la historia y contenidas de manera particular en la Tradición la cual debe ser vivida y utilizada con “una fidelidad creativa ”.

Corresponde a los fieles la aplicación de estos principios doctrinales como base de su acción prudencial para traducirla concretamente en categorías de acción, de participación y de compromiso.

Pongamos un ejemplo:

El papa Francisco ha dicho en diversas ocasiones que el desarrollo no se reduce a un mero crecimiento económico. Se debe pasar, entre otras cosas, del “yo” al “nosotros” a través del principio de solidaridad tan bien expresado en la parábola del buen samaritano.

La doctrina social recuerda que el objecto de la economía (palabra que viene del griego y significa oîkos ‘casa’ y nomós ‘reglas, leyes’, ‘administración’) debe crear las condiciones para que las personas puedan concurrir en la producción y utilización de los bienes necesarios para vivir dignamente, a esto se llama “el rédito” lo que esta demás se denomina “ganancia”. Ahora bien ¿cómo producir este “rédito” en nuestras sociedades para que todos, en sus distintos grados, tengan acceso a lo necesario? ¿Qué hacer con las ganancias?

Por ello es muy oportuno que se invite a los jóvenes frecuentemente a reflexionar sobre este método del discernimiento de la doctrina social, a aprender a juzgar. Como dice el Papa Francisco: “ellos son la esperanza de una sociedad mejor, de una Iglesia más viva. Ellos no tienen la experiencia de los grandes, pero si el “olfato” del discípulo amado ”.

Es verdad que a veces, frente a un mundo tan lleno de violencia y egoísmo, los jóvenes pueden correr el riesgo de encerrarse en pequeños grupos, y así privarse de los desafíos de la vida en sociedad, de un mundo amplio, desafiante y necesitado (ChV #168), pero es necesario ayudarlos a dar un paso más:
Propongo a los jóvenes ir más allá de los grupos de amigos y construir la “amistad social, buscar el bien común. La enemistad social destruye. Y una familia se destruye por la enemistad. Un país se destruye por la enemistad. El mundo se destruye por la enemistad. Y la enemistad más grande es la guerra. Y hoy día vemos que el mundo se está destruyendo por la guerra. Porque son incapaces de sentarse y hablar […]. Sean capaces de crear la amistad social” … Si logramos buscar puntos de coincidencia en medio de muchas disidencias, en ese empeño artesanal y a veces costoso de tender puentes, de construir una paz que sea buena para todos, ese es el milagro de la cultura del encuentro que los jóvenes pueden atreverse a vivir con pasión (ChV #169).

Finalmente, recordemos que estamos llamados a ser luz del mundo como nos lo indica el papa Francisco en su discurso a un grupo de la pontifica comisión para América Latina el 4 de marzo de 2019.

Ser católico en la política no significa ser un recluta de algún grupo, una organización o partido, sino vivir dentro de una amistad, dentro de una comunidad. Si tú al formarte en la Doctrina social de la Iglesia no descubres la necesidad en tu corazón de pertenecer a una comunidad de discipulado misionero verdaderamente eclesial, en la que puedas vivir la experiencia de ser amado por Dios, corres el riesgo de lanzarte un poco a solas a los desafíos del poder, de las estrategias, de la acción, y terminar en el mejor de los casos con un buen puesto político, pero solo, triste y con el riesgo de ser manipulado. Jesús nos invita a ser sus amigos. Si nos abrimos a esta oportunidad nuestra fragilidad no va a disminuir. Las circunstancias en las que vivimos no cambiarán de inmediato. Sin embargo, podremos mirar la realidad de una manera nueva, podremos vivir con renovada pasión los desafíos en la construcción del bien común. No olvidemos que entrar en política, significa apostar por la amistad social. (La primera parte del artículo se encuentra en la edición anterior del mes de febrero).

El padre Claudio Stewart es el director del Ministerio Hispano en la Diócesis de Venice, Florida.

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