Por David Agren, Catholic News Service
BUENOS AIRES, Argentina — María Delamónica habló un tanto amargamente del estado de las cosas en Argentina, donde la economía se tambalea y la política está polarizada. Pero su voz brilló cuando el tema giró hacia el papa Francisco y los cambios en el país desde que él fue inesperadamente elegido hace un año.
“Ha habido una revolución”, dijo Delamónica, católica en sus veintes que trabaja como gerente de control de calidad en una planta procesadora de alimentos.
Ella citó cambios tales como amigos mostrando interés en su fe, una vez feroces críticos de la iglesia manteniendo sus comentarios bajo control y personas actuando un poco menos ostentosamente copiando, de alguna manera, el ejemplo austero del papa.
“Hasta mis padres comenzaron a ir a la iglesia de nuevo”, ella dijo.
Decir revolución podría exagerar la realidad en Argentina y el tamaño y la amplitud de los cambios siguen siendo relativos. El impacto duradero también sigue siendo incierto. Pero los argentinos han acogido la elección del papa Francisco al punto de que padres comenzaron a nombrar sus bebés “Francisco” en grandes números, los sacerdotes reportan aumentos en la asistencia parroquial y la anteriormente antagonista presidenta y sus partidarios actúan como si él fuese un aliado.
Las opiniones están divididas sobre si el entusiasmo tiene que ver tanto con el patriotismo como con el orgullo, ya que es una renovación espiritual y gente reabrazando la religión, pero su impacto ha ido más allá del ámbito espiritual.
“Él trajo mucha esperanza a Argentina porque fue elegido en tiempos de gran pesimismo”, dijo José María Poirier, publicador de la revista católica Criterio.
El papa ha traído gente de vuelta a las bancas eclesiásticas, dijeron algunos sacerdotes, mientras que miles de argentinos se inscribieron para viajar a la Jornada Mundial de la Juventud del año pasado en Brasil. También aumentó la participación en peregrinaciones que celebran a Nuestra Señora de Luján, patrona nacional.
“La gente ahora quiere regresar a la iglesia”, dijo Guillermo Galeano, portavoz de la Diócesis de Lomas de Zamora en los suburbios de Buenos Aires.
“Hay muchas más personas confesando”, dijo padre José María Ruiz Díaz, quien escucha confesiones en la parroquia San Benito Abad en el exclusivo vecindario Belgrano.
Otros ven señales de que el aumento en el interés en la iglesia duró corto tiempo.
“Después de la elección… mucha gente se interesó en la iglesia y la percepción (sobre la iglesia) quizás también cambió”, dijo padre Carlos “Charly” Olivero, uno de 23 sacerdotes que trabajan en los vecindarios más pobres de la ciudad.
“Esta fue la tendencia en aquel momento, no ahora”, él añadió.
Las cifras exactas sobre la asistencia no están disponibles. Padre Juan Issamendi, quien trabaja con padre Olivero en la parroquia Nuestra Señora de Caacupé, dijo que la preferencia del papa por una iglesia pobre y su adhesión a lo informal — él siempre mostró apoyo a las expresiones religiosas populares tales como las peregrinaciones y las fiestas patronales — hace nulo el asunto.
“La medida no será por los sacramentos… por cuántas personas están confesando”, él dijo. “Es en la calle”, a donde el papa Francisco quiere los sacerdotes lleven sus ministerios.
Cuando el papa Francisco era arzobispo de Buenos Aires su relación con la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y su difunto esposo, el expresidente Néstor Kirchner, era vista en algunos círculos como acrimonia. Eso también ha cambiado; ya no se consideran a los católicos en general como oposición.
“Ser católico es ahora más popular”, dijo George Hill, de 30 años de edad, empleado del gobierno local y voluntario en los arrabales, conocidos localmente como “villas de miseria”.
El papado de Francisco “rompió esta imagen fría de la iglesia”, dijo Martín Videla Dorna, agrónomo de 26 años de edad que también es voluntario en los arrabales.
La crítica contra la iglesia se ha silenciado, pero persiste el descontento con la situación económica y política del país. El dólar fue devaluado por un 20 por ciento anteriormente este año y las percepciones son que la inflación, el índice verdadero que el gobierno se niega a reconocer, continúa aumentando.
“Tener un papa argentino en este momento ha ayudado”, dijo Juan Navarro Floria, abogado y miembro de la comisión de justicia y paz de los obispos argentinos.
“Todos están mirando a la iglesia y qué esta puede hacer como mediadora en caso de conflicto social”, añadió Navarro. “Detrás de esto… está la figura del papa”.