By Ruby Thomas, Record Staff Writer
Una sonrisa iluminó el rostro de la Sra. Elisa Gutiérrez mientras hablaba de lo que Nuestra Señora de Guadalupe significa para ella.
“Ella es la madre de Dios. Ella es fuente de felicidad infinita. Solo el hablar de ella trae alegría a mi corazón,” comentó la Sra. Elisa quien es nativa de Michoacán, México.
Ella era una entre varias docenas de católicos hispanos que asistieron temprano en la mañana a la celebración en honor de la fiesta de la Virgen de Guadalupe el 12 de diciembre en la parroquia St. Edward en Jeffersontown.
La celebración comenzó a las 5 a.m. con las tradicionales Mañanitas, posteriormente se continuó con la Misa celebrada por el arzobispo Joseph E. Kurtz. La liturgia fue una conmemoración de la primera aparición de la Virgen María a San Juan Diego en el cerro del Tepeyac cercas de lo que hoy es la Ciudad de México el 9 de diciembre de 1531.
La Misa en St. Edward fue una de las dos Misas celebradas por el arzobispo Kurtz en ese día. La segunda se llevó a cabo en la parroquia St. Helen en Glasgow, Ky. Diez parroquias más de la Arquidiócesis tuvieron Mañanitas y Misas en honor de Nuestra Señora de Guadalupe, también conocida como la Virgen de Guadalupe.
De acuerdo al sitio web católico en línea, cuando ella se apareció a Juan Diego, la Virgen de Guadalupe le pidió al humilde hombre indígena que le pidiera al Obispo que construyera una Iglesia en su honor. Ella quería tener un lugar en donde pudiera escuchar las oraciones y aliviar el sufrimiento de los mexicanos.
Cientos de años más tarde, la devoción de generaciones de mexicanos a la Virgen, patrona de México, todavía arde brillantemente. Era evidente en esta celebración de St. Edward, en donde familias devotas colocaron flores y se arrodillaron a rezar en frente de la imagen de la Virgen.
La Sra. Elisa asistió a la celebración con su madre, Raquel Barajas, quien le enseñó a ella a querer a la Virgen de Guadalupe. La mujer dijo que era una tradición de familia.
“Crecí creyendo y ese es el ejemplo que les di a mis hijos”, indicó la Sra. Raquel, que emigró a los Estados Unidos hace aproximadamente 25 años. Ambas mujeres dijeron que continuando la tradición de celebrar a la Virgen de Guadalupe en los Estados Unidos es un privilegio.
Tita Vélez, feligrés de St. Rita que asistió a la celebración, dijo que se sentía de la misma manera. La Sra. Tita mencionó que su devoción a la Virgen de Guadalupe se ha mantenido fuerte, aunque ella dejó su nativa Puebla, México por Louisville hace 16 años.
“Celebrando aquí es la continuación de una hermosa tradición de honrar a nuestra madre y compartir la fe con nuestros hijos en los Estados Unidos”, indicó.
La Sra. Tita cree que su familia tiene una conexión especial con la Virgen de Guadalupe. Ella dijo que la tradición de la familia sostiene que en 1844 uno de sus ancestros encontró una piedra mientras trabajaba en el campo. Un sueño lo llevó a romper la piedra para abrirla para descubrir la imagen de la Virgen de Guadalupe dentro.
Su familia considera este suceso un milagro, comentó, y la roca ha sido pasada de generación en generación mientras su fe se profundizaba.
“Cuando yo era una niña pequeña mi abuela me decía que me hincara y rezara el Rosario en frente de la roca,” indicó la Sra. Tita, al mostrar la fotografía de la desgastada reliquia a la reportera. Hoy en día, mencionó la Sra. Tita, sus dos hijos más pequeños están descubriendo a María por medio del grupo de oración del Rosario para niños llamado “Armada Blanca”.
Durante su homilía – dada en español – el arzobispo Kurtz les mencionó a los allí reunidos que la Iglesia como María es su madre, invitándolos a encontrar consuelo en lo que les preocupa, ya sean problemas de familia o su situación legal en el país.
La Virgen le aseguró a Juan Diego que Dios estaría con él en su necesidad, mencionó el Arzobispo. “Con su aparición ella invitó a Juan Diego a tener una fe profunda en Jesús y en la Iglesia,” indicó el arzobispo Kurtz.
También les dijo a sus oyentes que la Virgen de Guadalupe quiere que sean instrumentos de paz y amor. “Cristo y su madre nos darán la fuerza necesaria para tener paz”, mencionó el Arzobispo.
Traducido por Eva Gonzalez, directora del Ministerio Hispano.
