FEMA avocada a la ‘crisis’ de menores de edad inmigrantes; y, por otra parte, un obispo dice que hay que atender a las causas radicales del problema

Por Patricia Zapor, Catholic News Service

WASHINGTON – Hay tantos menores de edad y adolescentes provenientes de Centroamérica que tratan de ingresar a los Estados Unidos por su cuenta, sin compañía de adultos, que se le ha pedido a la Federal Emergency Management Agency que se avoque al problema, tratándolo como una situación de crisis.

El presidente del Comité de Migración de los Obispos de Estados Unidos se refirió a las acciones tomadas por la administración como “un buen primer paso”; y sin embargo, dijo que el problema de menores de edad, extremadamente vulnerables, debe de tratarse desde sus raíces: especialmente la violencia que se vive en los países de origen de esos menores.

Funcionarios de la administración de Obama les dijeron a periodistas reunidos para una sesión informativa el 2 de junio que se ha apresado en la frontera sudoccidental, desde el 1o de octubre pasado, a 47,017 menores de edad que viajan solos sin sus padres o guardianes correspondientes; cifra que representa un 92 por ciento de aumento en comparación con el mismo periodo de tiempo el año anterior. En 2011, la cifra total para el año fiscal fue cerca de 6,560 menores capturados en la frontera que venían a los Estados Unidos sin compañía de algún adulto.

Los funcionarios dijeron que la mayoría de estos menores provienen de El Salvador, Guatemala y Honduras, países que experimentan problemas dramáticos de violencia pandillera.

En un memorándum del 2 de junio, dirigido a los directores de la agencia federal FEMA, el presidente Barack Obama le llamó a la ola de inmigrantes menores de edad “una situación humanitaria urgente que requería una respuesta federal unificada y coordinada”.

Y designó al Departamento de Seguridad Territorial, por medio de la agencia FEMA, para que se organice una respuesta a todos los niveles, el federal, estatal y local y de otras entidades que no son federales.

En el memorándum se decía que los esfuerzos deben ser unificados en cuanto a personal, equipo, instalaciones, provisiones y servicio directivo, técnico y de consejería, enfocando todo para poder brindar auxilio humanitario. Y en ello se deben incluir instalaciones de refugio, cuidado, tratamiento médico y transporte.

En una declaración del 4 de junio, el obispo auxiliar Eusebio L Elizondo de Seattle, quien preside el comité de inmigración, explicó la situación como “un problema muy complejo”, pero insistiendo que se debe resolver en sus raíces por los Estados Unidos y otros gobiernos.

“Estos menores de edad están extremadamente expuestos a caer en manos de traficantes y de contrabandistas sin escrúpulos, y deben de ser protegidos”, dijo el obispo Elizondo. “A largo tiempo, el aumento de violencia por parte de pandillas y organizaciones criminales en su respectivo país de origen debe ser encarado y controlado a fin de que estos menores puedan estar seguros en su propio hogar”.

Y el obispo Elizondo dijo que este asunto no debe de ser politizado “o servir de causa para una retórica negativa. Es verdaderamente una crisis humanitaria para la que se requiere una respuesta completa y cooperación entre las diversas dependencias del gobierno de los Estados Unidos. La vida de personas jóvenes está de por medio”.

La administración de Obama le ha pedido al Congreso la aprobación de mil millones cuatrocientos mil de fondos extras para poderle hacer frente a la ola de inmigrantes de menor edad que se apiñan en la frontera.

Los jovencitos que son detenidos se han puesto bajo el cuidado de la Office of Refugee Resettlement, que es una división del Department of Health and Human Services. Y se les aloja en refugios de varios tipos hasta que se puedan reunir con sus padres o parientes, ya sea en los Estados Unidos o en su país de origen.

En mayo, el HHS abrió un nuevo refugio para jovencitos en la base aérea de Lackland en San Antonio, y se ha informado que hasta el presente se han recibido a 1,000 menores de edad.

Funcionarios del gobierno dijeron que el tiempo promedio de estancia en los refugios, el año pasado, era de 45 días.

 

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