Esperanza en El Señor — Vibrante fe católica en Vietnam – mi homilía

Archbishop Joseph E. Kurtz
Archbishop Joseph E. Kurtz

A continuación indico mi homilía que di en mi visita a Vietnam del 24 al 30 de enero como representante de la Conferencia de Obispos de los Estados Unidos.

Mi cálido saludo a la comunidad católica vietnamita de la Diócesis de Vinh que representa hoy en día a 540,000 católicos. Gracias especialmente al obispo Paul Hop por su cálida bienvenida y bendiciones durante este tercer día de TET.

Además deseo agradecer al Reverendísimo Paul Thuyen, ex Obispo de Vinh; al obispo auxiliar Peter Vien, a los sacerdotes diocesanos, hermanas y hermanos religiosos, seminaristas y a todos los fieles. ¡Qué Dios los bendiga a todos!

Con alegría saludo a todos quienes toman parte en esta celebración eucarística y que piden bendiciones. Como católico, frecuentemente digo, “Qué Dios te bendiga”, y lo que quiero decir es que deseo lo mejor para ti.

En su profunda celebración cultural, esta solicitud de la bendición es antigua: un deseo de que las cosechas sean fructíferas y abundantes para el próximo año; el deseo de que todos vivamos en paz y harmonía; y el deseo de que todos crezcamos en madurez, considerando no solo nuestro bien individual sino buscando verdaderamente el bien de todos – el bien común.

Cuando pido que Dios sea la fuente de bendición, no es solo un deseo pero la solicitud de un regalo. Pido humildemente que Dios esté conmigo y contigo y que dará lo que es necesario por todas nuestras oraciones: por una cosecha fructífera en el nuevo año; por paz y harmonía; por el bien de cada individuo y cada familia; por el respeto a crecer.

Vengo de los Estados Unidos de América; de la Mancomunidad de Kentucky (algunos dicen famosa por su ¡Kentucky Fried Chicken!) y de la ciudad de Louisville y la Arquidiócesis de Louisville. Vengo con gran alegría y entusiasmo. Traigo las oraciones y deseos de tantas familias que han hecho un nuevo hogar en los Estados Unidos, pero que con amor recuerdan sus hogares, familias y seres queridos en Vietnam. Tanto el padre Anthony y yo les traemos saludos de parte de ellos.

También vengo como ex presidente de la USCCB y traigo saludos y solidaridad a la Conferencia Católica de Obispos de Vietnam. Buscamos unirnos a ustedes en solidaridad – en alegría al comenzar un nuevo año lunar y en agradecimiento al ustedes agradecer a Dios por sus bendiciones. Las lecturas de las Sagradas Escrituras nos guían en nuestra celebración. Primero en Génesis, al reflexionar en Dios nuestro Creador de donde toda la creación tiene su fuente, escuchamos que Dios le habló al primer hombre y le dio el doble mandamiento de “cultivar y cuidar de” la tierra.

Hoy le pedimos a Dios las bendiciones de que hagamos ambas cosas. Cultivamos la tierra, utilizando los dones y talentos que se nos han dado en nuestra diaria labor. Este cultivo nos ayuda a prosperar y de cuidar del uno al otro, por cada una de nuestras familias y por aquellas personas que tienen poco y que dependen de nuestra generosidad. Al cultivar, además cuidamos por la tierra.

El papa Francisco en su encíclica Laudato Si nos llama a promover la ecología humana: una en la que nosotros tanto cuidamos de la creación de Dios, nuestros recursos naturales y el cuidado por la gente que habita la tierra. Con Adán y Eva, nos comprometemos tanto a cultivar y a cuidar por la tierra.

La segunda lectura de la segunda carta de San Pablo a los Corintios nos llama a dar un paso más adelante: siempre debemos dar gracias a Dios porque es Dios quien “… hace cada gracia abundante”. Y sabremos que propiamente damos gracias a Dios cuando vemos en nuestros corazones el claro signo de dar gracias. San Pablo agradeció a los Corintios cristianos porque sus corazones agradecidos los hizo generosos unos con otros. El dice “Somos enriquecidos por su generosidad”. En este nuevo año, que nuestros corazones se desborden con esta generosidad.

El pasaje del Evangelio nos indica las palabras conocidas del “Padre Nuestro” – la oración que Jesús mismo enseñó a sus seguidores a decir. Rezamos el Padre Nuestro, santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu reino y hágase tu voluntad. Haznos agradecidos por nuestro pan de cada día.

Se nos dice que en el desierto el pueblo escogido fue alimentado con maná cada día. Sin embargo, solo pudieron tomar lo suficiente para el día. Ellos no podían ser codiciosos, pero el reunirse les enseñó a compartir los unos con los otros y a pedir por su pan de cada día. Queremos ese regalo.

Finalmente la oración del Padre Nuestro nos recuerda que perdonemos como nosotros también buscamos que Dios nos perdone. Esta celebración del Nuevo Año no estaría completa si llevamos con nosotros resentimiento y daño. El Día del Año Nuevo es un tiempo para buscar y ofrecer perdón, de comenzar este año nuevo con un corazón puro y nuevo, deseando solo servir de manera desinteresada.

Muchos de ustedes han tenido sufrimientos y dificultades en sus vidas. Tienen sentimientos profundos de fe en su corazón también. Y ustedes tienen el ejemplo de los santos mártires que se sostuvieron en su fe a pesar de las dificultades.

El los Estados Unidos, nosotros admiramos su fe y su dedicación a la verdad y el amor. Honramos a San Andrew Dung-Lac y los 117 santos mártires, les agradecemos por su devoción a su fe. La libertad religiosa es un regalo que debe ser ejercido y cuando es bien expresado trae consigo personas que se sacrifican y que pasan la fe.

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