Esperanza en El Señor — Silencio y diálogo

Archbishop Joseph E. Kurtz
Archbishop Joseph E. Kurtz

Para escuchar, primero se requiere estar en silencio. Esta es una lección de una homilía del 2010 del papa Benedicto XVI: “No temamos crear silencio, dentro y fuera de nosotros mismos, si deseáramos ser capaces no solo de estar consientes de la voz de Dios sino también de distinguir la voz de la persona a nuestro lado, la voz de los demás”.

El cardenal Robert Sarah incluye esta percepción del papa Benedicto XVI en su nuevo libro, “The Power of Silence: Against the Dictatorship of Noise”, en donde él reflexiona en el silencio como una presencia positiva y no simplemente una ausencia de ruido. Conmovedoramente añade, “Podemos escuchar nuestros latidos solo en el silencio”.

Este libro narra una entrevista extensa en donde el cardenal Sarah guía al lector junto con él a una jornada pacífica pero además retadora. He tenido la ocasión de reunirme con este nativo de Guinea en África. Él está entre la primera generación de fieles en su país en escuchar de Jesús y la Iglesia Católica, y brinda una nueva perspectiva.

Partiendo de la sabiduría de líderes espirituales de la Iglesia a lo largo de los siglos, él habla de la preparacion para una escucha atenta como la música del silencio. Él concluye que solo aquellos que pueden practicar el silencio realmente pueden escuchar al otro hablar cuando hay un encuentro. Cómo no recordar la vida de Jesús tal como se indica en las páginas del Evangelio; nuestro Señor se retiraba a menudo para una noche de oración en silencio entre los días ocupados de actividad pastoral.

Este poderoso tema ocupó mi pensamiento al prepararme para cinco sesiones de escucha con nuestros diáconos y sus esposas. Este mes he invitado a diáconos y a esposas de toda la Arquidiócesis de reunirse para un tiempo de escucha mutua. Una estructura para escuchar y dialogar ya existe en el Consejo de Diáconos, el cual se reúne cinco veces al año los sábados por la mañana. Este consejo incluye a un diácono electo de cada región de la Arquidiócesis y a dos esposas. Una gran parte de la comunicación se realiza, y frecuentemente hay tiempo para hablar sobre cosas apreciadas al diaconado así como preguntas vitales para la vida de la Iglesia en la Arquidiócesis. Además, hay una Asamblea de Diáconos en septiembre, esta incluye una reunión de 90 minutos en donde yo presento información actualizada en los principales desarrollos en la Arquidiócesis y escucho comentarios, preocupaciones y preguntas de la comunidad de diáconos. Espero con interés este evento anual.   

De vez en cuando, sin embargo, busco más oportunidades de escucha intencionalmente con comunicación extendida y así es que trabajé con la Oficina del Diaconado para programar estas reuniones regionales. Las reuniones de este mes consistirán de grupos pequeños, limitados a no más de 35. He estado orando por el fructífero diálogo de estas sesiones y fui muy motivado por el libro sobre el silencio del cardenal Sarah.

Para el tiempo de este escrito, he participado en una muy enriquecedora sesión de escucha con los diáconos y sus esposas. El formato es simple y cualquier pregunta o comentario puede ser expresado. Para la primer parte de la junta e iniciar, les pedí a los diáconos y a las esposas de nombrar lo que ellos consideran su más importante ministerio y su ministerio favorito y si ambos eran el mismo. Después les pedí que identificaran cualquier obstáculo interno en sus corazones o retos externos que se interponen en el camino para un ministerio más efectivo.

La segunda parte de la sesión se ha dedicado al tema principal de mi carta pastoral sobre la parroquia, “Tu Parroquia: El Cuerpo de Cristo Vivo en Nuestro Entorno” (www.archlou.org/parish-discernment.)  Sorprendentemente hay una gran riqueza en las conversaciones. Cada sesión tiene a una persona que toma notas (¡gracias diácono Denny Nash!), y reflexionaremos en los temas en la próxima reunión del consejo de diáconos.

Puedo decirles que la gran conversación hizo que este ejercicio de escucha valiera la pena para mí, y, sospecho, que para cada diácono y esposa participante. Escuchar las experiencias que derramaron de un amoroso corazón pastoral fue gratificante. Los diáconos y sus esposas contaron historias de Bautismos y funerales, preparación matrimonial y visitas a los enfermos. Muchos hablaron de sus contactos en la comunidad con compañeros de trabajo y vecinos. El tema de accesibilidad para y con los fieles se hizo fuerte y claro. Salí de la primera sesión y solamente puedo decir: “¡Estoy muy orgulloso de nuestra comunidad de diáconos!”

Oro para que esta experiencia sea valiosa en la escucha. El diálogo requiere tanto escucha como habla. En el primer siglo el filósofo griego Epicteto dijo alguna vez que tenemos dos oídos y una boca para que así escuchemos dos veces tanto como hablemos. Como el papa Benedicto XVI dijo, que escuchemos al cultivar silencio en nuestras vidas, “…volvernos consientes de la voz de Dios pero también hacer la voz de la persona a nuestro lado, la voz de otros”.

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