Por Arzobispo Joseph E. Kurtz
Estos días de la semana de la temporada de Pascua deleitan a los que asisten a Misa diaria a los comienzos en que la vida de la Iglesia – especialmente las actividades de San Pablo, cuyo celo, energía y creatividad misionera era insuperable. Recientemente, escuchamos acerca de la escena en Areópago en Grecia con Pablo justo en medio de la multitud valientemente hablando en el nombre de Jesús.
Creo que fue el ladrón de bancos, John Dillinger, a quien cuando se le preguntó por qué robaba bancos, respondió: “¡Porque es donde está el dinero!” Es bueno recordar como Pablo fue a donde la gente se encontraba, especialmente desde que la nueva evangelización está llegando a su auge en la vida de la Iglesia. Ciertamente, el papa Francisco en estos primos días como Papa, está promoviendo la nueva evangelización como ejercicio en este tipo de alcance.
Algunos han preguntado qué es lo que San Pablo pensaría acerca de las nuevas formas de medios de comunicación hoy en día. No puedo más que pensar que ahí estaría, aprendiendo y utilizándolos para nuestro Señor Jesucristo. Hace ya 18 meses desde que me sumergí en las aguas de “Twitter”. El seminarista Shayne Duvall me recordó recientemente como comencé. Él era el Director de Evangelización de la Arquidiócesis y le comenté que quería reunirme con él, simplemente diciendo, “Acabo de unirme a Twitter. Ahora, ¿qué hago?” Si Ud. se está haciendo la misma pregunta, considere los beneficios.
Ya que no puedo competir con estrellas de rock cuyos seguidores están en los millones. Yo estoy avanzando lentamente hacia cuatro mil, y cada vez que envío algo y es “retweeted” la audiencia crece exponencialmente. Ha sido una gran aventura y no consume tanto tiempo. Comencé siguiendo algunas fuentes nuevas e individuos y de pronto me encontré “retweeting” algunas frases que me encontré en las Escrituras o de un autor moderno como C.S. Lewis.
Después encontré que tweeting proveía la audiencia perfecta para volver a contar algo que aparecía en algún otro lado. Así que, mis columnas para The Record o segmentos de You Tube del programa de televisión mensual de Conversations fueron fáciles de tweet, gracias a la experiencia de miembros del personal como Cecilia Price, Lori Massey, entre otros. Después se volvió fácil y divertido compartir fotografías de algunas actividades pastorales en las que estuve involucrado en y más allá de la Arquidiócesis. Tomando fotos de aquellos a ser confirmados fue una manera maravillosa de llegar a una parroquia e invitar a nuevos seguidores.
Ya que no estoy seguro lo que San Pablo hubiera hecho con este nuevo medio, estoy seguro que él hubiera estado ahí.
Hay dos precauciones que me gustaría discutir. Primeramente, no hay substituto para un contacto personal pastoral cara a cara. Imagino que Twitter, Facebook y los otros medios modernos del Internet pueden tentarnos a sentarnos ante un escritorio y nunca ver la cara o escuchar la voz de una persona de nuevo. Esto sería un gran error. Sin embargo, estos medios de comunicación pueden aumentar grandiosamente aquellos contactos personales.
Una segunda precaución involucra la importancia de cultivar preferencias exigentes. Algunos me han preguntado si he tenido problemas con aquellos que usan Twitter para propósitos sórdidos. Debo admitir que ha habido algunos seguidores molestos quienes no muestran buenos modales o buen uso de la palabra. He aprendido a bloquear a estos individuos y resolver el problema. Una preocupación menor tiene que ver con aquellos que combinan usos legítimos de Twitter con un sobreuso de esta comunicación para asuntos personales, conversaciones diarias con amigos que terminan inundando a los seguidores con tantos tweets. Le llamo a estos tweets “bad-hair-day” y de una manera más gentil, bloqueo estos tweets para que así estos individuos puedan tener sus conversaciones y prevenir una avalancha de tweets.
Estas dos precauciones realmente plantean una cuestión profundamente moral que es a menudo ignorada hoy en día. Solo porque tenemos la habilidad científica o técnica de hacer algo, ¿significa que deberíamos hacerlo? “El poder hacer” debe ser seguido de la cuestión “deber hacer”. Obviamente, hay preguntas morales urgentes de la capacidad científica de ingeniería genética, como la clonación humana, al uso de armas que indiscriminadamente toman vida inocente. La Iglesia ha visto estas posibilidades como inmorales y, por ello, caminos que no deberíamos tomar.
A nivel personal, las varias formas de los medios de comunicación presentan este dilema e invitan a nuestro uso de discernimiento al buscar recordar nuestro llamado a comunicar las buenas nuevas de Jesucristo.
¿Entonces, qué haría San Pablo? Seguro él sería el vocero para la nueva evangelización y utilizándolo para buenos propósitos morales, estaría encaminado y listo a anunciar las buenas nuevas de Jesucristo donde la gente se encuentra.
La dirección de twitter del arzobispo Kurtz es @ArchbishopKurtz.
